La reconocida artista wichí Claudia Alarcón, comparte en esta entrevista la cosmovisión que sostiene su obra, la de la agrupación de mujeres Silät a la que pertenece y sobre todo, la de sus ancestras. Afirmando la belleza y el derecho a la vida en un mismo acto estético y político, los tejidos de Alarcón son poesía entramada en hilos de chaguar, obra que pasando de la pequeña a la gran escala ocupa un lugar histórico en los escenarios del mundo del arte contemporáneo.
10.07.2024
La tierra salteña la vio nacer en 1989 a orillas del Pilcomayo, el río altiplánico que cruza las fronteras de Argentina, Bolivia y Paraguay. Allí, junto a las mujeres de su comunidad, Claudia Alarcón creció tejiendo, representando entre la naturaleza y las formas geométricas, el universo cercano. Pero en wichí, el verbo tejer es algo más que la producción de piezas textiles y/o artísticas, porque simboliza la acción continua de cicatrizar y construir. Desde este propósito de reparación y de sostenimiento de una cultura amenazada, los hilos de chaguar que se utilizan para hacer obra, traman en las manos tejedoras un acto político. La palabra Silät, nombre de la agrupación artística a la que Claudia pertenece, puede traducirse como anuncio. ¿Pero anuncio de qué? De que estamos vivas, dice. El ejemplo es contundente: aún premiada por el Salón Nacional en 2022 e incorporada a la colección Ama Amoedo en Miami, aún habiendo sido la primera mujer originaria cuya obra fuera adquirida por el Museo de Arte Contemporáneo de Salta, la Bienal de Venecia no pudo contar este año con su presencia debido a un cuadro de dengue que puso en riesgo su vida y del que tardó en recuperarse por falta de atención médica. Entonces sí, la afirmación precisa para una comunidad desguarnecida que resiste es estamos vivas. Un logro que las artistas de Silät eligen decir en femenino.

“El chaguar siempre ha sido muy importante para las mujeres wichí que tejemos. Nosotras convivimos con el chaguar, es parte del monte como nosotras. Ahí lo buscamos, entre los árboles. Desde que sacamos la planta y la trabajamos, sentimos su fragancia hermosa que nos hace felices. El aroma del chaguar no se pierde, al teñirlo, tejerlo, sigue presente, es el olor del monte. El chaguar nunca deja de sorprendernos, todo lo que puede, las formas que toma”, dice Claudia Alarcón. Fotos: Andrei Fernández. Gentileza Claudia Alarcón y Andrei Fernández
El chaguar guarda relación con la cuestión de género, el mito dice que las mujeres bajaban del cielo en hilos de esa planta. ¿Cómo te fue transmitida a vos la relación con el chaguar? ¿Cómo llegaste a él?
El primer recuerdo que tengo del chaguar es el ver a mi abuela machucándolo. Estaba recién traído del monte. Veía a mis tías pelar las hojas largas, sacarles las espinas para descubrir la fibra con la que después hacían hilo. Desde que soy niña me decían las mujeres de mi familia que yo debía aprender a trabajar el chaguar, para que cuando sea grande le transmita a mis hijas y a mis nietos, cómo son las mayores… que siempre están hablando del futuro. Mi relación con el chaguar es el asombro. Siempre me sentí atraída por él. Desde niña jugaba con los restos de las hojas, y su fragancia siempre me transmitió mensajes, trataba de imaginar cómo aprendió mi abuela, me sumergía en esos movimientos que hacían con las fibras, eso siempre llamó mi atención. Siempre escuché hablar de que las mujeres vinimos del cielo unidas al chaguar. Pero lo entendí al pasar el tiempo. Esto de que las mujeres antes fuimos estrellas. Hoy intento revivir desde el tejido esa historia. Me encuentro tejiendo con ese resplandor que nos quitaron. El chaguar siempre ha sido muy importante para las mujeres Wichí que tejemos. Nosotras convivimos con el chaguar, es parte del monte como nosotras. Ahí lo buscamos, entre los árboles. Desde que sacamos la planta y la trabajamos, sentimos su fragancia hermosa que nos hace felices. El aroma del chaguar no se pierde, al teñirlo, tejerlo, sigue presente, es el olor del monte. El chaguar nunca deja de sorprendernos, todo lo que puede, las formas que toma.
Solo tejen las mujeres el chaguar, ¿los hombres no?
Hay varones que hacen hilos. En el grupo Silät hay dos de los maridos de las tejedoras que trabajan el punto yica (el punto tradicional con el que hacemos las bolsas). Pero los hombres no se muestran como tejedores, quienes trabajan con el tejido lo hacen como ayudantes. El tejido es una actividad vinculada a las mujeres de nuestro pueblo.

Der: Proceso de trabajo Nitsäyphä/Pronunciar la fuerza propia, Claudia Alarcón y el grupo Silät (2023). Foto: Andrei Fernández - Izq: Claudia Alarcón & Silät (Ana López, Graciela López, Margarita López, Anabel Luna, Comunidad El Bordo, Santa Victoria Este, Salta), Chelhchup (El otoño / Autumn), 2023. Foto: Eva Herzog. Gentileza Claudia Alarcón y Cecilia Brunson Projects.
¿Necesariamente tienen que ser a gran escala las obras que se producen con sus hilos?
Nosotras siempre tejimos. Especialmente tejemos bolsas, que en nuestro idioma llamamos hilu y cuando hablamos en español les decimos yicas. En las yicas siempre hemos tejido las formas que nos enseñaron nuestras madres y abuelas, siempre vimos allí una gran belleza y supimos que eso no puede desaparecer. Sucedió que los otros, las personas que no son de nuestro pueblo, no veían todo eso que nosotras sabemos que está en nuestros tejidos. Hemos sufrido mucho el mal trato y el mal pago de nuestro trabajo como tejedoras. Un día comenzamos a hacer los tejidos más grandes, fue por invitación de una mujer que comenzó a trabajar con nosotras, una mujer que al principio en nuestro idioma llamamos Suluj (blanca), Andrei Fernández, después comenzamos a nombrar como Chisuk, mujer rebelde, porque ella nos alentó a hacer cosas que nosotras nunca antes habíamos hecho ni pensado en hacer, pero que esas cosas nos permitieron que hoy nuestro trabajo comience a ser valorado y se vea en muchos lugares con respeto. Decidimos hacer algunos tejidos que eran como banderas, para nosotras fue como decir gritando algo que siempre dijimos como un susurro. Hicimos tejidos grandes para que ustedes, los otros, puedan ver esa belleza, para compartirla pero también para que se sepa de nuestra presencia. Nuestro primer mensaje al mostrar nuestro trabajo es: estamos vivas.
¿Qué buscás, o mejor dicho, qué buscan simbolizar con las imágenes geométricas?
Las formas que dibujamos con el tejido tienen un significado, son mensaje. Cuando aprendí a tejer me enseñaron a hacer el dibujo del caparazón de la tortuga y las garras del carancho. Se puede ver en esos tejidos cuadrados y rombos escalonados con diferentes colores, pero nosotras vemos formas que son parte de un lenguaje, un idioma de formas que cuentan sobre los seres vivos con los que convivimos en el monte. Siempre las formas son un pedacito de un ser: ojos de lechuza, huellas de zorro, orejas de mulita, lomo de suri, semillas de chañar, entre otros. Y cada uno de ellos potencia la fuerza particular de ese ser. A fin del 2020 conocí al artista Guido Yannitto, que se sumó a acompañarnos como parte del proyecto “La escucha y los vientos“, una muestra colectiva que se expuso primero en Berlín y después en el Museo de Bellas Artes de Salta en el 2021. Junto a Guido empecé a probar otras formas de componer y pensar el tejido, él me convidó algunos pensamientos de su propia práctica como artista, y para mí fue una gran experiencia de aprendizaje. Después trabajé en el 2022 con un artista alemán, Olaf Holzapfel, quien nos propuso tejer sus composiciones pictóricas y así crear obras juntos. Esa experiencia también fue una escuela para mí, que me permitió descubrir qué puedo hacer desde el tejido y cómo puedo hacer aparecer otras formas que pueden provocar asombro al estar junto a los diseños ancestrales.

Vista de la 60th Bienal de Venecia, “Foreigners Everywhere,” 2024. Obras de Claudia Alarcón & Silät. Foto: Marco Zorzanello. Gentileza Biennale di Venezia.
La obra pensada como un producto colectivo, expresión de la memoria, de la sabiduría del tejido a través de las generaciones, se distancia de la idea individualista de autoría. ¿Pero qué hay de lo subjetivo o lo particular que aportás vos como artista y que no aportan otras personas?
Desde el 2022 empecé a presentarme como artista, de la mano de Remota Galería, que fundó Guido Yannitto en Salta. Desde entonces trabajo obras nuevas en las que mezclo diferentes elementos, aparecen en mis tejidos flores de las prendas que usamos cotidianamente, las figuras del monte, formas abstractas y otras figurativas, fantasías y juegos de formas en los que aparecen fosforescencias, colores brillantes, pero también colores que preparamos con otras mujeres con raíces, semillas, frutos y cortezas de nuestro territorio. También tejo historias de nuestro pueblo, el pueblo Wichí, que son mensajes para el futuro, que intentan resguardar la memoria colectiva pero que también creo que presenta una imaginación nueva, porque yo como parte del colectivo Silät soy parte de un nuevo movimiento, que abre un camino nuevo para encontrarse con todos los tiempos. Siempre digo que es lo ancestral que empuja hacia adelante. En mis obras creo que hay un nuevo diálogo entre el pasado y el futuro que cambia al presente. Esto que estoy realizando lo hago con todo mi corazón, con todo mi amor, en cada obra terminada siento una gran satisfacción. Esa obra que yo había realizado con el motivo fwokats’aj ch’otey “orejas de mulita” bajo el título de “Resplandor del sol” ifwala lhalh porque fue cuando nos juntamos por primera vez para este trabajo que veía a muchas mujeres abandonar la idea de seguir haciéndolo por diferentes motivos, entre los cuales estaba principalmente la falta de una salida o venta segura y en ese sentido lo hice pensando en que se puede recuperar el valor y la importancia. Ese tejido fue como una puerta que se abrió para todo lo demás que se fue dando después. Tras el primero hice varios trabajos más porque es algo, como dije, que me apasiona.
¿Cuál fue tu experiencia como invitada a la 60ª Bienal de Venecia? ¿Es la primera vez que una persona wichí es invitada a participar, podría pensarse que se esperó demasiado, verdad?
Para mí fue una mezcla de emociones estar invitada a la Bienal de Venecia. Trabajamos mucho con mis compañeras por años para llegar a esos lugares tan lejanos, a los que parecía que nunca íbamos a llegar, porque no eran para gente como nosotras. Trabajamos intentando muchas formas de mostrar lo que hacemos, de compartir lo que son nuestras vidas, nuestro pensamiento. El arte llegó en un momento como un camino posible, para que sucedan cosas que no encontramos de otro modo. Para nosotras, las mujeres wichí, en realidad el arte no es nada nuevo, es una actividad muy antigua, y sabemos bien el valor que poseen nuestros trabajos, llevamos muchísimos años haciéndolo y comprendemos el valor que representa. Tal vez no sea el valor en dinero, sino el valor que tiene por el solo hecho de haber pertenecido a nuestros mayores esos conocimientos. Hoy surge esta denominación: arte, como una palabra que nosotras no sabemos bien cómo utilizar porque por mucho tiempo llamamos a nuestro trabajo artesanías, porque así decían los otros que se llamaba. Estamos habituadas a ese nombre: artesanías. Pero en nuestro idioma no existen las palabras arte y artesanía, nosotras decimos tayhin que se puede traducir como tejiendo, es una acción continua, que nunca dejamos de hacer. Tayhin también es construir y cicatrizar. Ahora que nos dicen que nuestros tejidos se denominan arte, lo dicen personas que vienen de lugares muy distantes y con otras lenguas, eso hace que nuestro trabajo despierte otro interés y nos genere otras ganancias.

Vista de la 60th Bienal de Venecia, “Foreigners Everywhere,” 2024. Obras de Claudia Alarcón & Silät. Foto: Marco Zorzanello. Gentileza Biennale di Venezia.
Pero para ustedes no es ninguna sorpresa que su trabajo es valioso...
No, no lo es. Creo que es muy gratificante encontrar a personas que consideren a nuestros trabajos con la importancia que se merecen, nos sentimos valoradas y es parte de esto la invitación a la Bienal, donde no muestro solo mi obra sino que mostramos también las obras de mis compañeras de Silät. Estar en este grupo es muy lindo porque no soy solamente yo sino que todas las demás mujeres que tienen saberes acerca del tejido. Es verdad que yo en mi condición abro posibilidades a las demás mujeres, pero para mí es más satisfactorio que estén todas las mujeres, porque todas queremos tener trabajo, todas necesitamos y es cierto que toda persona interesada en realizar esta tarea que hacemos tiene su lugar puede ser partícipe de esto que se llama arte. Sobre mi experiencia en la Bienal, resultó que tenía todo organizado para asistir a la inauguración pero no pude viajar porque me enfermé de dengue los días previos a la fecha del viaje. En mi comunidad no hay médicos, el hospital está lejos, los caminos son de tierra y se cortan con las lluvias, no tenemos vehículos propios y no hay transporte público, todo eso hizo que yo tarde mucho en poder llegar a un médico y recibir atención, y mi vida corrió peligro, como sucede con muchas otras personas. La verdad es que si bien nuestro trabajo hoy se valora, las condiciones en las que vivimos las comunidades indígenas, no solo de mi pueblo, son muy duras, nos faltan las cosas básicas, y eso hace que no podamos disfrutar del todo de estos nuevos logros que conseguimos. Tenemos que seguir trabajando y exigiendo que se cumplan nuestros derechos.
Lengua y tejido, decís en una entrevista, son los pilares que sostienen a tu comunidad, es decir que tejer es entonces un acto político…
Para nosotras es fundamental seguir hablando nuestra lengua. Es lo que nos identifica, muchas cosas pueden cambiar en nosotras y en la forma en la que vivimos, pero la lengua es lo que nos hace wichi, que es nuestro idioma significa gente. Como mujeres aprendemos a tejer desde pequeñas, empezamos a tejer cuando comenzamos a menstruar. Yo lo hago desde los doce años, empecé haciendo el hilo y luego fui aprendiendo lo demás, sino que se trata de utilizar la sabiduría del tejido que sabemos hacer las mujeres wichí. Esa es nuestra forma de vivir, tejiendo. El tejido y el idioma es nuestra resistencia, ante todo lo que nos han quitado y negado, nuestras palabras y nuestras imágenes siguen presentes, nunca las perdimos, es lo que defendemos junto a nuestro territorio, al monte, del que somos parte.

Claudia Alarcón, Kates tsinhay [Mujeres estrellas / Star women], 2023 Foto: Eva Herzog. Gentileza Claudia Alarcón y Cecilia Brunson Projects
¿Qué quiere decir Silät y porqué se llama así el grupo al que pertenecés?
Hace ya algún tiempo, elegimos el nombre de Silät porque es nuestra voz, de nuestro idioma y desde el monte. Hemos creado una organización en la que nos reunimos las tejedoras para trabajar en hacer los tejidos, juntándonos por nuestra iniciativa. Hemos puesto de nombre a nuestro grupo SILÄT, porque para nosotros eso significa anuncio y es para que todos sepan que vivimos aquí, aún existimos los wichí. Por eso nuestro grupo se llama así. Y en este grupo nosotras trabajamos, hacemos obras de arte y no solo eso, también dentro del grupo hay mujeres que se dedican a hacer artesanías, piezas utilitarias, donde gestionamos y realizamos la venta hacia otros lugares, a otros países, conseguimos pedidos, y las mujeres los realizan. En un principio, desde 2017, estuvimos en el grupo Thañí y luego nos separamos, hace ya un poco más de un año que somos Silät; si bien cambiamos el nombre el objetivo es el mismo, buscamos fortalecer la venta de las obras, los trabajos que se hacen colectivamente, nosotras de la comunidad La Puntana seguimos trabajando asociadas con mujeres de la comunidad Alto La Sierra que coordina Melania Pereyra.
¿Dejarías el monte para vivir en la ciudad o te sentís definitivamente radicada en tu tierra?
Yo me siento radicada en mi territorio, hemos luchado mucho, los mayores especialmente han luchado mucho, para defender este lugar, han tenido que hacer muchas cosas, ir lejos, hacer juicios, denuncias, todo para que nos respeten que siempre fuimos parte de este lugar, que vivimos con el río y los seres del monte, que allí hay presencias, misterios y frutos que no queremos perder. Somos parte del monte. Me gusta tener la oportunidad de viajar, conocer otros lugares y personas, aprendo y me da nuevas ideas y sueños, pero siempre elijo volver a mi hogar, en el monte. Estamos construyendo con Silät una casa, Silätwuké, que queremos sea un centro cultural en el monte, donde podamos hacer talleres, reuniones, exposiciones, recibir visitas, siempre pensamos en trabajar para poder vivir mejor y tener un mejor futuro pero en nuestro territorio.
Foto de portada: Detalle de Claudia Alarcón, Kates tsinhay [Mujeres estrellas / Star women], 2023 Foto: Eva Herzog. Gentileza Claudia Alarcón y Cecilia Brunson Projects.