Procesos creativos

Guillermo Kuitca: “En mi obra todo se traduce a un presente”

Es una de las figuras más relevantes del arte latinoamericano y un artista central en el arte contemporáneo argentino. Su obra, marcada por un temprano inicio, ha sido objeto de más de 60 exposiciones en todo el mundo. Entre sus logros más recordados, representó a Argentina en la Bienal de Venecia 2007, junto a Julieta Ascar, realizó el nuevo telón del Teatro Colón 2010 y en 2024 intervino la capilla del Museo Picasso de París.

Por Mariana Gioiosa

25.04.2025

Kuitca comenzó su carrera artística muy joven, realizó su primera exposición en la galería Lirolay en 1974, cuando tenía apenas 13 años. Este inicio precoz sentó las bases de una carrera prolífica y en constante evolución. A lo largo de los años, su obra ha sido reconocida por su profunda exploración de temas como la memoria y la ausencia.

El año 1986 fue un punto de inflexión en la producción del artista, este es el motivo por el cual luego de 22 años, MALBA realiza esta exhibición concentrándose en este período. En esos años, se produjo la transición de la dictadura a la democracia. Tras años de censura y represión, una explosión de libertad creativa tuvo repercusión en todas las áreas de la cultura. En la literatura y el teatro, las obras prohibidas volvieron a los escenarios y librerías y también surgieron nuevas voces que exploraron las heridas del pasado. En la música, el rock nacional, que había sido un espacio de resistencia, se consolidó como un fenómeno masivo. En las artes visuales y el cine, los artistas exploraron nuevas formas de expresión, rompiendo con los cánones tradicionales y reflexionando sobre la memoria y la identidad. Fue en este contexto que Kuitca encontró un lenguaje propio en concordancia profunda con su época.

“El eco pictórico está en mí, todo se traduce en un presente”, dice Kuitca entre reflexiones sobre su muestra Kuitca 86 en el Malba. Gentileza Malba. 

En 1980 Kuitca conoció a Pina Bausch en Buenos Aires y ese encuentro cambió su enfoque de la obra. La visita de la bailarina que revolucionó la danza moderna tuvo un impacto tal que decidió viajar a Alemania para trabajar con ella y profundizar sus conocimientos. De nuevo en Argentina, experimentó con el teatro en paralelo a su obra pictórica, este encuentro con Bausch tuvo gran influencia en las composiciones de sus pinturas.

La exposición Kuitca 86. De Nadie olvida nada a Siete últimas canciones se centra en tres series fundamentales de su trayectoria artística: Nadie olvida nada (iniciada en 1982), El mar dulce (1983) y Siete últimas canciones (1986). Éstas, presentadas conjuntamente por primera vez, ofrecen una visión integral de la evolución del espacio y la figura humana de Kuitca. En ellas, el artista explora la convergencia de atmósferas que aluden tanto a lo individual como a lo colectivo, lo doméstico y lo dramático.

En Nadie Olvida Nada se representan siluetas humanas en diversos lugares con vista al vacío. Es un momento de transición en el que busca abandonar la figura humana para encontrar la potencia en los objetos. Una silla tirada o una cama despojada, elementos fáciles de representar y que a su vez pueden ser la base de muchas de las experiencias trascendentes humanas como el sexo, nacer o morir. Los planos arquitectónicos, por otro lado, son una forma que se repite a lo largo del tiempo. “En el año 82 está pensando cómo hace para trasladar a dos dimensiones lo que está viendo, lo que lo interpela emocionalmente como son las escenas de teatro, la literatura, el cine. Entonces, decide empezar desde cero, con lo que tiene a mano, con trozos de muebles de su propio taller y con poco pigmento” comenta Sonia Becce, curadora de la exposición, en relación a la fuerte experimentación en esta etapa.

En la serie Mar dulce explora temas como la violencia, los conflictos, las situaciones sexuales, y los cuerpos abatidos. El artista incorpora imágenes de obras de teatro reales, fotografías de funciones, y referencias cinematográficas. En este conjunto de trabajos explora temas universales como la migración, la desaparición, y la importancia de la memoria. Se caracteriza por la presencia de escenas con una fuerte carga emocional. Kuitca también codirigió y estrenó en 1984 una obra teatral con el mismo nombre.

“El beso que me dabas en Odesa” de la serie El mar dulce, 1984, Gentileza Malba. 

Siete últimas canciones es una serie que Kuitca presentó en la Galería de Julia Lublin, en 1986.  Estos trabajos abordan el diálogo entre el artista y el teatro expandido, luego de este período la figura humana desaparece hasta reducirse a meras huellas. En este núcleo los espacios se comienzan a percibir más abiertos y fugados.

La crítica Rosa Faccaro escribió en aquel momento sobre las obras exhibidas: “estas escenificaciones se visualizan en un campo silencioso de cualidades de vacío, donde el hombre y la mujer tejen sus encuentros, las figuras yacen en espacios herrumbrados, abigarrando la atmósfera en su caída..”

“Una pintura en tres dimensiones”, detalle. Maqueta realizada especialmente para la muestra Kuitca 86. Foto Nicolás Beraza. Gentileza Malba. 

Durante el recorrido aparecen dos curiosidades que escapan al relato curatorial. La primera es  Una pintura en tres dimensiones, se trata de una maqueta creada el año pasado, especialmente para esta muestra que recrea una habitación cubierta de pintura de múltiples colores. Representa al mundo como si fuera una paleta, en referencia a aquel momento tan enérgico. También, una pintura de 1989, que hizo por encargo para el homenaje a la muerte de Van Gogh en Ámsterdam, al que invitaron entre otros 20 artistas, donde se puede apreciar la representación de la cama donde durmió el artista de Países Bajos en diálogo con la cama del artista argentino.

En la última sección, se presenta una serie de documentos, fotos familiares, catálogos y cartas y curiosidades como retratos con personalidades de aquel momento, entre ellos se destaca el que tomó de Alejandro Kuropatwa en un recital de Fito Páez, en el cuál Kuitca posaba sonriente junto a Batato Barea y Divina Gloria. “Esta sala se armó especialmente para dar cuenta de la vida de Guillermo en paralelo a su producción artística”, reflexiona Nancy Rojas, co-curadora de la exhibición.

La exposición en el MALBA no solo ofrece una oportunidad única para apreciar el trabajo de uno de los artistas latinoamericanos más distinguidos, sino también invita a reflexionar sobre temáticas que tienen mucha vigencia que nunca.

“El eco pictórico está en mí, todo se traduce en un presente. Cuando me fui encontrando paulatinamente con la obra para hacer esta muestra, lo sentí muy familiar, es como encontrarse con viejos amigos, o con viejos rivales. Ojalá el público lo pueda ver desde el presente, no hace falta irse 40 años atrás”. Concluye el artista.