Procesos creativos

Julio Pérez Sanz y el arte como segunda piel

Lady Gaga lució sus joyas y Enio Iommi eligió su obra escultórica para el Parque Marinha. El arquitecto, artista y diseñador argentino que rescata el oficio de la artesanía a la orden de la modernidad.

Por Vivian Urfeig

29.07.2020

A Julio Pérez Sanz se lo puede presentar como un cazador de objetos, plantas y texturas pero también como el vocero de una cruzada que va al rescate de los oficios ancestrales. Como arquitecto, artista, diseñador y gestor de proyectos culturales, su modo de producción interdisciplinario encuentra inspiración en la botánica, en las texturas de los materiales nobles y en determinadas características de aves y animales.

Perez Sanz nació en Adrogué, vivió en Rosario y estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes y la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Rosario. Su casa, un taller-estudio de Barracas, en Buenos Aires, es el punto de encuentro de artistas, artesanos, diseñadores y coleccionistas.

La cuarentena lo sorprendió en Connecticut por cuestiones familiares. Viajó a conocer a su nieta, y allí se quedó, “varado” en la casa de su hijo Luciano. Los proyectos, pandemia mediante, quedaron en pausa. Antes de hacer las valijas estaba trabajando sobre el armado de una muestra en el Museo Estévez de Rosario, su ciudad natal, y sobre otra en Londres.

¿Cuál es el punto de partida para crear un diseño?

Me gusta trabajar en función de algún material atractivo. A veces una piedra, otras un detalle de una obra antigua, también puede ser una flor o bien, el cuero crudo o unas ramas. La versatilidad de los materiales me parece un buen punto de partida. Y entre las técnicas me gusta explorar las posibilidades que ofrecen las distintas herramientas. Valoro mucho el trabajo artesanal, el oficio heredado que se transmite de generación en generación.

Las piezas de joyería involucran al usuario en una suerte de escultura portables, ¿El arte asume la función de una segunda piel?

Sí, estamos rodeados de varias capas de piel. La casa, por ejemplo, es una piel que nos contiene. La ropa y los objetos también nos ponen a resguardo, nos protegen. Esas elecciones habilitan la oportunidad de mostrar un aspecto personal, de llevar objetos que otros han producido. Para mí es una alegría enorme tener la posibilidad de que la gente quiera representar algo para expresarse desde su interior. Y que elijan un objeto, un pequeño detalle producido con sentido.

¿En este contexto se resignificó el concepto de lujo? ¿Cuál es el valor simbólico de una joya?

El concepto de lujo tiene que ver con un problema de elecciones, desde qué lugar uno elige y qué elige. La posibilidad de producir un objeto para poca gente, único y realizado a mano, me posiciona como un constructor del lujo, más allá del valor de la pieza. Lujo es desarrollar piezas en oro, con piedras preciosas, que muy pocos pueden comprar. Me gusta la idea de diseñar desde el reciclaje, de articular materiales cotidianos o urbanos, como una piedra de la calle, combinado con metales pulidos de una forma amorosa, o bien maderas nobles. Considero que el lujo es la posibilidad de que otro pueda valorar una pieza que encierra este tipo de producciones artesanales. Es la mirada que tenemos sobre los objetos que otros pueden construir.

¿Cómo surge la colección de figuras con ojos? ¿Es ironía, humor?

Mis trabajos son muy visuales. Yo dependo de mi visión particular. Por eso la mirada es muy importante, poder ver es un tema clave. Comencé a trabajar con ojos que pueden observar y ser críticos. La crítica a mí me ha construido, en muchos aspectos, es lo que me ha formado y me permitió crecer.

Se adivina una inspiración orgánica

Sí, la idea fue realizar piezas que pudieran ser usadas en un lugar, en un pedestal. Durante años trabajé en ese sentido y luego empezaron a incorporarse en la indumentaria, por eso las unidades pequeñas fueron comercializadas como accesorios y adquirieron el status de joya.

Intervención de Pérez Sanz en el Palacio Duhau. Gentileza.

¿Cómo fue el contacto con Lady Gaga?

A partir del showroom que tuvimos durante años en Nueva York nuestras colecciones participaron de distintas ediciones del Buenos Aires Fashion Week BAF (la Semana de la Moda). Cuando Lady Gaga vio la serie de piezas plegadas en origami que habíamos realizado con Martín Churba para BAF las quiso para producir una sesión fotográfica. Su estilista, Brandon Maxwell fue el enlace. Y la repercusión fue impresionante, un antes y un después.

De la micro escala de un accesorio al jardín de esculturas de Porto Alegre, ¿cómo se abordan las distintas dimensiones?

El Parque Marinha me convocó para integrar una selección de artistas que donamos esculturas en 1987. Fue un gran honor que Enio Iommi eligiera mi obra que luego se incorporó a las actividades de la primera Bienal del Mercosur. La escala es un desafío, tanto la micro como la macro. Para la inauguración del Parque de España presenté una obra de 15 metros, un mangrullo con caleidoscopio que permite ver el mundo interior e invita a vivir una experiencia interactiva con los visitantes.

¿Cómo es el proceso de revalorización de los antiguos oficios y cómo se articula con las nuevas tecnologías?

Siempre he pensado que los materiales producen su propia energía, que ellos mismos se ven con posibilidades de estar jerarquizados o no. Cada uno de los materiales tiene esta posibilidad de ser trabajado con una técnica distinta. Algunas son ancestrales y otras, actuales. Todas son oportunidades para producir.