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Los cuatro latinoamericanos que ganaron el Pritzker

A lo largo de 42 ediciones, solo Luis Barragán (México), Oscar Niemeyer (Brasil), Paulo Mendes da Rocha (Brasil) y Alejandro Aravena (Chile) se llevaron el equivalente al Nobel de Arquitectura. Conocé sus perfiles.

Por Vivian Urfeig

01.12.2020

Luis Barragán se alzó con la segunda entrega de los Pritzker en 1980. Ocho años más tarde llegaría el turno de Oscar Niemeyer. Su colega Paulo Mendes da Rocha lo obtuvo en 2006 y el chileno Alejandro Aravena en 2016. Los cuatro arquitectos ganadores del Premio Pritzker, el equivalente al premio Nobel de la Arquitectura, son los únicos de la región que fueron reconocidos por la Fundación Hyatt, organizadora del certamen anual.

Cuando en 1979 se anunció al primer ganador, el estadounidense Philip Johnson, el emblemático arquitecto argentino César Pelli formaba parte del jurado internacional y en ese momento era el único referente de la región. Al año siguiente Latinoamérica cantó victoria. La segunda edición del Pritzker distinguió al mexicano Luis Barragán, el arquitecto que desde Guadalajara abrazó al paisajismo y la poesía.

Tuvieron que pasar 8 años para que el comité fijara la atención en una obra inmensurable que marcaría la historia de la arquitectura de Brasil. Oscar Niemeyer recibió en 1988 su reconocimiento. Pelli ya no integraba el jurado. El mexicano Ricardo Legorreta Vilchis fue el único representante de Latinoamérica. Junto a sus colegas americanos y asiáticos suscribió: “La arquitectura de Niemeyer capta la esencia cultural de su país”. La lupa del jurado se posó en Brasil 18 años después de este hito, cuando en 2006 anunciaron el nombre de Paulo Mendes da Rocha, impulsor del modernismo que dejó su sello en la ciudad de San Pablo.

El último representante de América del Sur en recibir los 100 mil dólares del premio y la medalla fue Alejandro Aravena, representante de la nueva generación de arquitectos chilenos con llegada internacional. En 2016 su propuesta de arquitectura social giró por todo el planeta. En el mes de noviembre otra noticia lo volvió a ubicar en un lugar de prestigio: Aravena fue nombrado presidente del jurado de los premios Pritzker. ¿Torcerá el destino latinoamericano su gestión?

Casa-Estudio, por Luis Barragán.

Luis Barragán

Líneas simples, volúmenes transparentes que propician la continuidad visual y un nuevo abordaje para sumergirse en las obras de arquitectura. Luis Barragán (1902-1988) dejó su huella en la arquitectura mexicana, latinoamericana e internacional de la mano del uso del color. El Pritzker llegó hacia el fin de su vida y su carrera, en 1980 y en 1987 fue galardonado en México con el Premio Nacional de Arquitectura. A modo de homenaje estos reconocimientos pusieron en valor obras emblemáticas como la Casa-Estudio, la Capilla de las Capuchinas, las Torres de Satélite, la Fuente de los Amantes y la Casa Gilardi, entre otras.

Cuando Barragán se graduó de ingeniero civil emprendió un largo viaje por Europa que fue el punto de partida de su interés por la arquitectura del paisaje. El uso de la luz natural, la articulación con el espacio exterior y la incorporación de patios que funcionaran como dispositivos de ventilación lo posicionaron en el centro de la escena. Hoy su escuela cobra vigencia, un efecto inesperado de la pandemia. El uso de la luz filtrada fue una de sus estrategias más replicadas, un recurso que destacó las formas artísticas y los juegos de claro oscuros en distintos proyectos: Luna González, el Cristo y el Convento de las Capuchinas, en Tlalplan y la Casa Gilardi, su última creación.

A los 80 años Barragán también quiso rendirle homenaje a los íconos mexicanos por excelencia: Frida Kahlo y Diego Rivera. Diseñada en un pequeño terreno del barrio de Tacubaya, conserva un jacarandá y responde a la paleta de colores del blanco, rojo y azul. Al programa de líneas geométricas producidas por el paso del sol, Barragán sumó una colección de figuras donde el cubo y el triángulo son los protagonistas.

En las Torres Satélite, un conjunto escultórico realizado con Mathias Goeritz, los cinco prismas triangulares se transformaron en un ícono urbano del Valle de México. Cuando se refería al diseño de sus jardines solía repetir una de sus frases más recordadas: “Contenía lo que debe contener un jardín bien logrado: nada menos que el universo entero”.

Museo de Arte Contemporáneo de Niteroi, por Oscar Niemeyer.

Oscar Niemeyer

Seguidor y gran promotor de las ideas de Le Corbusier, Oscar Niemeyer (1907-2012) es considerado el fundador de la arquitectura moderna de Brasil. Dejó su huella en Río de Janeiro, su ciudad natal, y en cada región donde proyectó una volumetría generosa, de formas curvas, que rápidamente se transformaron en hitos arquitectónicos. Sin embargo, sus primeras grandes obras las realizó en Estados Unidos: la sede de la Organización Nacional de las Naciones Unidas y el Pabellón de Brasil en la Feria Mundial, ambas en Nueva York, fueron el punto de partida de su carrera. Junto a su colega y maestro, Lucio Costa, diseñó Brasilia una metrópolis proyectada para convertirse en la nueva capital brasileña, un auténtico símbolo democrático que concibió un urbanismo dinámico, un trazado donde la amplitud y el ritmo conforman los rasgos principales.

Con gran vocación docente, dirigió la Universidad de Brasilia y fue una pieza clave en la formación de generaciones de arquitectos. El catálogo de obras más representativas va desde los sambódromos de Río y San Pablo y la sede del Partido Comunista Francés en París, hasta la mezquita de Argel, el Museo de Curitiba y el Museo de Arte Contemporáneo de Niteroi. Entre los espacios públicos y los proyectos que involucran el paisajismo se destacan los conjuntos culturales del Parque Ibirapuera, en San Pablo, con el Pabellón Ciccillo Matarazzo, ícono urbano y sede de la Bienal de Arte y Arquitectura. Conexiones, puntos de encuentro y circuitos recreativos son las claves de este pulmón que oxigena la complicada trama paulista.

“Me atrae la curva libre y sensual. En la curva encuentro las montañas de mi país. El curso sinuoso de sus ríos, las olas del mar, el cuerpo de la mujer preferida. El Universo está hecho de curvas, el Universo curvo de Albert Einstein”, solía decir Niemeyer. Murió a los 105 años y su legado sigue viajando de Brasil al mundo, su huella personal y su búsqueda de una estética particular lo posicionaron como una de las figuras más creativas e interesantes de la disciplina. “Debo diseñar lo que me dé placer a mí, en una manera que esté naturalmente ligada a mis raíces y mi país de origen”, solía decir.

Casa de Paulo Mendes da Rocha en Butantã.

Paulo Mendes da Rocha

Originario de Espirito Santo, Mendes da Rocha fue el segundo brasileño en ser galardonado con el Premio Pritzker, en 2006. “Con su arquitectura, Mendes da Rocha modificó el paisaje buscando reconciliar las necesidades sociales y estéticas de los hombres", valoró el jurado. Es que además de arquitecto, graduado en la Universidad Presbiteriana de Mackenzie, da Rocha también es un reconocido especialista en urbanismo.

Hoy, a sus 92 años, representa a la arquitectura moderna latinoamericana y es el referente principal de la Escuela Brutalista Paulista, clave en el registro de la configuración espacial a partir de composiciones limpias y sintéticas. Entre su paleta de materiales, el hormigón siempre fue protagonista. En el Gimnasio del Club Atlético Paulistano y el Museo Brasileño de Escultura (MUBE), en San Pablo, o en el Pabellón de Brasil para la Exposición Universal de Osaka las cubiertas de hormigón constituyen una solución constructiva y estética en iguales proporciones.

“Los arquitectos no deberíamos pensar en espacios privados y espacios públicos. Si es espacio, debería ser público. El único espacio privado es la mente humana y el gran deseo del hombre es que su mente se haga pública, que logre comunicarse. Sin los otros las personas no somos nada y eso debería reflejarlo la arquitectura", consignó da Rocha, autor del Museo Brasileño de Escultura, concebido como un auténtico espacio urbano de encuentros, o la Plaza del Patriarca, emblemática por su cubierta metálica. El autor de la reforma de la Pinacoteca del Estado de San Pablo también recibió el Premio Mies van der Rohe de Arquitectura Latinoamericana en el año 2000, entre otros reconocimientos de primer nivel.

Vivienda social de Alejandro Aravena. PH: Suyin Chia y Cristian Martinez/Gentileza.

Alejandro Aravena

“A lo largo de la historia hemos confiado constantemente en la diversidad, la experiencia y la posición de los miembros del jurado para interpretar el papel evolutivo de la arquitectura a medida que responde a las necesidades cambiantes de la comunidad, el medio ambiente y la tecnología. Nos complace darle la bienvenida nuevamente a Alejandro Aravena, y en una etapa renovada, ya que trae consigo un nuevo modelo de liderazgo para dirigir a nuestro jurado independiente e internacional”, anunció durante noviembre Tom Pritzker, presidente de la Fundación Hyatt.

El 2016 fue inolvidable para Aravena. Fue director de la Bienal de Arquitectura de Venecia y ganó el el Premio Pritker. El arquitecto de 53 años, nacido en Santiago de Chile, es fundador y Director Ejecutivo de Elemental, auténtico do tank, un estudio proactivo que se enfoca en proyectos de interés público e impacto social. Los desarrollos emblemáticos de Elemental van desde vivienda y espacio público hasta infraestructura y transporte. Su manera de concebir la arquitectura responde a necesidades sociales, humanitarias y económicas. Incorporar a la población dentro de los procesos de diseño es, para Aravena, la única forma de hacer frente al desafío que plantea la acelerada urbanización.

El estudio y el trabajo en torno a los asentamientos informales se transformaron en un puntal clave de su recorrido. Su concepto de "vivienda social progresiva" nació como solución para lidiar con los bajos presupuestos asignados. Esto derivó en viviendas que cubren las necesidades básicas y que, con el tiempo, generan valor a precios muy bajos. "En lugar de invertir todos los recursos en una casa terminada y con mal diseño, como se suele hacer en los planes sociales, con este sistema se invierte el dinero en 'media casa buena', y la otra mitad queda proyectada para que la terminen sus dueños a su criterio", explica Aravena en sus conferencias y charlas TED.

Foto de portada: Serpentine Gallery Pavilion, diseñada por Niemeyer en 2003.