Design frontiers

Martín Dulanto y sus objetos arquitectónicos

Entrevista al arquitecto peruano que proyecta dispositivos escultóricos que funcionan como obras de arte transitables. La escala, el contraste de materiales y los detalles de color definen su identidad.

Por Vivian Urfeig

15.12.2020

Para Martín Dulanto el 2020 fue un año surrealista. El arquitecto de las plantas libres, los grandes ventanales y las soluciones simples se identifica con una reflexión del español Ricardo Bofill (Taller de Arquitectura): “El lujo es la manera de vivir los espacios, no el material de las paredes con que los limites”. La frase resuena con tono pausado y ella es, para Dulanto, la síntesis de un año jaqueado por la pandemia. Un punto y aparte que resignificó las nuevas formas de habitar y proyectar.

“Como todo en la vida este tiempo también puede pasar por el tamiz de la oportunidad. La incertidumbre que nos atravesó durante todo el año me enfrentó a una pregunta que trasladé a todos los ámbitos: ¿cuánto espacio se necesita realmente? Siempre, mucho menos de lo que uno supone”, afirma el arquitecto graduado en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC).

A partir de este interrogante, Dulanto inició conversaciones con todos sus clientes para reconfigurar bocetos. Si bien las grandes dimensiones constituyen el ADN del arquitecto, la pandemia subrayó uno de los mejores recursos de su caja de herramientas: los marcos naturales y los dispositivos escultóricos. Cada uno de sus proyectos dialoga con entornos imponentes.

Casa Blanca. Gentileza Martín Dulanto.

Playas, montañas y horizontes ofrecen visuales que contrastan con piezas artísticas para transitar. Una escalera naranja de formas redondeadas protagoniza la Casa Blanca a 135 kilómetros de Lima. “Me interpelan los acentos que contraponen elementos austeros y formas plásticas. La decisión de incorporar una escalera estridente en el marco de una planta libre, con mobiliario blanco y cemento alisado, causa el impacto deseado”, señala el arquitecto.

Una piscina que balconea hacia el mar puede ser un amenitie y un artefacto arquitectónico. Para Dulanto las estructuras cumplen funciones pero además dotan de identidad a los proyectos. El contrapunto entre la función y la forma promueve un diálogo armónico, un recurso que imprime personalidad. Amarillo profundo es el tono de la piscina en Casa Quokka, en Cañete. La piel envolvente de estas cajas ubicadas en desniveles también se puede leer como una textura artística que a la vez protege y enmarca el conjunto. “Este proyecto forma parte de una exploración en las escalas de privacidad del espacio exterior e interior. Donde los protagonistas, circundados por una pantalla de celosía, son los dos bloques y el vacío que se genera entre ellos”, apunta.

Casa Quokka. Gentileza Martín Dulanto.

Que el usuario pueda controlar las relaciones con el exterior es parte del manifiesto Dulanto, premiado en la Bienal de Arquitectura Joven 2013 con el segundo lugar en la categoría Arquitectura Construida por la Casa Seta. “Un reto estructural que ensaya la idea de excavar un volumen”, define. En este sentido, no es casual que toda su obra esté implantada en las afueras de Lima o en locaciones con paisajes naturales de alto impacto.

“No considero ningún rincón secundario, cada metro cuadrado está diseñado o reconfigurado con un sentido. Y cada material responde a una necesidad, no sólo estética sino que además represente la identidad de cada lugar”, dice. Revestimientos naturales y terminaciones precisas; materiales rústicos y soluciones tecnológicas; el espacio y su marco; la madera y el vidrio: los binomios de Martín Dulanto definen el tono de una de las voces emergentes de la arquitectura latinoamericana.

Foto de portada: Casa Topo/Gentileza Martín Dulanto.