Trending topics

La talentosa Señorita Delvey

Culmina la gran estafa de la joven que engañó a la elite neoyorquina, pretendiendo ser una heredera alemana, con planes de realizar inversiones multimillonarias en emprendimientos relacionados al arte.

13.09.2019

Redacción TPJ 

La inmigrante rusa de 29 años, cuyo verdadero nombre es Anna Sorokin, ha caído ante la justicia norteamericana, luego de un juicio que llevó un mes, y por el que enfrenta hasta 15 años de prisión. Dentro de los cargos en los que ha sido acusada, figuran: fraude por intentar conseguir un préstamo de 22 millones de dólares de un banco, intento de robo por 60 mil dólares para un viaje de lujo a Marruecos, y deudas de hasta 200 mil dólares por cuentas sin pagar en los mejores restaurantes, hoteles y bares de la Gran Manzana.

Desde 2014, Anna se presentó en la escena de Downtown NY como una heredera multimillonaria que contaba con un fondo fiduciario que le permitía llevar una vida extravagante: viviendo en los hoteles de moda de NY, cenando en los restaurantes en boga del Soho, y planeando abrir un centro de arte exclusivo en uno de los espacios más codiciados de la isla. Era habitué de los eventos VIP de la feria Frieze, se la veía en compañía de grandes coleccionistas en la Bienal de Venecia, y era un personaje frecuente en las inauguraciones de las galerías de arte más importantes de Chelsea.

En su entorno, se rumoreaba que era heredera de una fortuna relacionada al petróleo, que era la hija de un diplomático ruso, y una tercera leyenda decía que su familia era un peso pesado en el negocio de las antigüedades en Alemania. Si bien el origen de su riqueza no era claro, a nadie parecía importarle, ya que Anna Delvey siempre contaba con varias tarjetas de crédito y grandes cantidades de efectivo, que no escatimaba en repartir entre su círculo: era siempre quien se hacía cargo de las cuentas de los restaurantes, dejaba propinas excesivas a los empleados de los hoteles donde se hospedaba, invitaba a sus amigos a excéntricos viajes en aviones privados… su manera de gastar parecía no tener límites.

Hasta que llegó el día en que su tarjeta fue rechazada en un restaurante, y quien la acompañaba debió pagar la cuenta. Llegó otro día en que su tarjeta fue rechazada por una aerolínea, no pudo pagar los tickets de un viaje con amigos, y fue una de las invitadas al viaje quien debió afrontar el gasto. Y otro más, cuando su tarjeta rebotó y no pudo pagar por el avión privado que había alquilado, y fue su acompañante quien debió usar su propia tarjeta.

Su explicación para cada uno de los casos fue siempre la misma: que era culpa de la inoperancia del banco porque era extranjero, que estaba cambiando cuentas y que lo más pronto posible les iba a devolver el dinero.

Ese dinero nunca llegó, a pesar de los continuos reclamos de los damnificados. La farsa tocó fondo cuando, en un viaje de lujo a Marruecos, no pudo pagar la cuenta del hotel, que se aproximaba a unos 60 mil dólares y, por temor a ir a prisión, una de sus cuatro acompañantes tuvo que utilizar la tarjeta de crédito de la empresa para la que trabajaba para afrontar el gasto… con la promesa de Anna del inmediato retorno de esos fondos, ni bien volvieran a Nueva York y pudiese hablar con su banco.

Pasaron los días y las excusas para no devolver el dinero se volvieron cada vez más estrafalarias. Su compañera de viaje, con una deuda a su empleador que equivalía a su ingreso anual, no tuvo más remedio que caer en la cuenta de que su ‘amiga’ la había estafado. Le bastaron un par de llamados a gente en común para darse cuenta de que nadie tenía en claro el origen de Anna, que eran varios a quienes adeudaba dinero, que las historias que contaba siempre diferían, que era persona non-grata en varios de los sitios a los que solía frecuentar. Básicamente, que no era más que un personaje fraudulento.

No tuvo más remedio que acudir a la policía y decir: creo esta chica es una estafadora.
No fue ninguna sorpresa, Anna Delvey, ya estaba en la mira de la justicia.

Hoy vuelve a ser Ana Sorokin e intercambia sus grandes anteojos de diseñador por el traje naranja, en Riker’s Island.

Imagen: BY RICHARD DREW/AP/REX/SHUTTERSTOCK