Portrait

Piero Lissoni: "El nuevo lujo es tener tiempo para poner el foco en nuestra calidad de vida"

El arquitecto y diseñador italiano reflexiona sobre su aversión hacia las redes sociales, las nuevas formas de habitar que trajo la pandemia y la remodelación del bar favorito de su abuelo.

Por Vivian Urfeig

02.11.2020

Arquitecto y diseñador, Piero Lissoni integra el dream team de la industria italiana. Su firma está presente en los catálogos de Alessi, Boffi, Cappellini, De Padova, Flos o Kartell, entre otros gigantes del mobiliario, el interiorismo y los objetos. Con estudios en Milán y Nueva York, Lissoni & Partners lleva más de 30 años de trayectoria en el desarrollo de proyectos que articulan la arquitectura, el paisajismo, la identidad corporativa y el diseño industrial. La calidad de las terminaciones, la identidad propia y la elegancia sellan las propuestas lideradas por Lissoni, reconocido como uno de los maestros del diseño contemporáneo.

Graduado en el Politécnico de Milán, el semillero de los mejores diseñadores internacionales, Piero recibió el Compasso d’Oro ADI, el Red Dot Award y el Good Design Award, tres de los premios más importantes del sector. Entre los proyectos de arquitectura que realiza en asociación con Miguel Casal Ribeiro, se destacan los hoteles Grand Park (Croacia), Autograph Residences (Budapest) y Ritz Carlton Residences (Miami). Los productos icónicos, en tanto, van desde sofás, mesas, sillas y contenedores hasta cafeteras, ollas, luminarias, relojes, baños y cocinas. Sus objetos atesoran la colección de detalles más emblemática del diseño italiano.

A los 64 años, conserva el humor y la ironía intactos. Se da el lujo de despotricar contra las redes sociales, evocar a Borges y detenerse en la importancia de la memoria emotiva, que recuperó a partir de una curiosa intervención. Este mecanismo que lo transportó a su propia historia se activó apenas volvió a pisar los mosaicos de la Galería Vittorio Emanuele, un ícono de Milán. De chiquito, cuando iba todos los domingos al Camparino Bar con su abuelo se imaginaba que estaba en un palacio fantástico. Volvió a sentir lo mismo cuando recicló el mítico bar del paseo comercial que data de 1877. Se vio tomando un Shakerato, su café preferido: frío, batido y espumoso. Sinónimo del aperitivo milanés, el bar había quedado detenido en el tiempo. El proyecto del estudio Lissoni Associati recuperó el glamour y mantuvo intacto el espíritu patrimonial.

 PH: Veronica Gaido/Gentileza Piero Lissoni.

¿Cuánta importancia tuvo el valor histórico en el rediseño del Camparino?

Fue clave guiarnos por el legado. A las sillas, por ejemplo, decidimos restaurarlas para mantener esa huella histórica. El piso de terrazo veneciano fue recuperado, como la boiserie y los nichos de las paredes revestidos en vidrio espejado. La gran intervención fue el depósito, que transformamos en un área íntima equipada con la madera del antiguo mostrador. Para mí fue muy importante conservar el espíritu antiguo del lugar, un ritual propio, herencia de familia. Milán se transformó en una jungla, pero cada vez que piso el Camparino siento que es domingo otra vez. Fue una intervención honesta, una propuesta para cruzar a las generaciones del iPhone con su propia historia.

¿No se lleva bien con las redes sociales?

Las detesto. Nunca usé Facebook, ni TikTok ni mucho menos Twitter o Pinterest aunque sé perfectamente de qué se tratan. De todas maneras a nivel comercial mi estudio está presente en todas. Considero que generan una sensación adictiva y prisionera. Esta prisión diseñada por nerds es una idea brillante, pero está calando hondo entre las nuevas generaciones que casi ni conversan. En un restaurante, en el subte o en una mesa familiar nadie cruza palabra. Mandan mensajes. El pasado era más amable. Me gustaría volver a los viejos tiempos donde leer un libro, escribir una carta o hacer una llamada real eran moneda corriente. Estoy totalmente en contra de los mensajes de voz, están logrando que se pierda la capacidad de escribir y de socializar.

Bar Camparino. PH: Santi Caleca/Gentileza Piero Lissoni.

¿Qué recuerda de su viaje a Buenos Aires, donde el estudio realizó el interiorismo del complejo residencial SLS de Puerto Madero?

Una ciudad preciosa, elegante, señorial. Sentí que estaba entre Francia, España e Italia, ese aire europeo no lo vi en otro lugar. La Biela, en Recoleta, se transformó en mi bar favorito. Con sólo entornar un poco los ojos el sonido ambiente me llevaba a un viaje por el tiempo. Pude sentir que, en cualquier mesa, podía estar Jorge Luis Borges hablando de la vida. A pocos metros, el Cementerio de la Recoleta me pareció un set escenográfico, una película donde los monumentos y la micro arquitectura eran los protagonistas. Y los edificios frente al río, en Puerto Madero, sugerían una línea urbana moderna e industrial a la vez. Buenos Aires es una gran ciudad. En el próximo viaje quiero aprender a bailar tango.

Elija qué prioridad tienen estos ingredientes que siempre menciona para lograr un buen diseño: corazón, locura, instinto y emoción.

Depende del día y del proyecto. La locura por sí misma y en soledad no es suficiente. Sí cuenta cuando hay cierta disciplina por detrás. Agregaría a la fórmula una dosis de anarquía, curiosidad y presión. Combinadas con emoción pueden desembocar en un proyecto interesante.

En estos tiempos inciertos de pandemia, ¿Considera que el espacio es el nuevo lujo?

No estoy tan alineado con esta nueva histeria que se instaló entre la gente con respecto a cambiar o remodelar las casas. Hemos sobrevivido a varias epidemias a lo largo de la historia y nunca reformulamos los hogares tanto como en este momento. Sostengo que con pequeños cambios alcanza, ciertos ajustes que garanticen la distancia social. Pero en mi caso, puedo asegurar que jamás diseñé una oficina o el área común de un hotel como una fábrica de pollitos. Creo que esta etapa nos enseña a mejorar la experiencia de vivir las casas. Y a comprobar que el nuevo lujo es tener tiempo para poner el foco en nuestra calidad de vida. Es muy fácil gastar la plata en carteras de Prada y relojes. Ahora, muchos están descubriendo el placer de invertir en la comodidad y la funcionalidad de sus espacios.

Foto de portada: Bar Camparino; PH: Santi Caleca/Gentileza Piero Lissoni.