Procesos creativos

Abel Cárcamo: “Un objeto no tiene mucho sentido si no tiene una función”

El diseñador industrial chileno nos comparte de qué manera impactó en su trabajo su mudanza a París y sus opiniones sobre la diferencia existente entre producir en Latinoamérica y en Europa.

Por Silvina Vitale

15.07.2022

Abel Cárcamo es diseñador de objetos de interiores a los que concibe bajo la delgada línea entre lo escultórico y funcional. Una banqueta, una silla, una mesa lateral, de centro o de arrimo, entregan vida a los espacios con una presencia sólida y contundente. Su mudanza a París, junto a su pareja de origen francés, hace casi cinco años, movilizó no solo su proceso creativo sino también la manera de plasmar su arte. Así, en el estudio que creó en 2012 y llamó Primitivo, inició un nuevo camino experimental y se adueñó de todo el proceso que conlleva concebir una obra de arte. Durante la pandemia nació su hija y fue el momento para golpear puertas en Francia: “Realmente quería vivir de esto”, asegura. Su arte fue bienvenido y hoy expone sus obras en la galería parisina Scène Ouverte, en 88 Gallery Londres, Studio Twenty Seven Nueva York, y, recientemente, lanzó un banco inspirado en Paquimé, una ciudad arqueológica mexicana, que se presenta en Unno Gallery -galería de ese país- y que, en estos momentos, se expone en Europa.

¿En qué aspectos te cambió París?

Hice toda mi carrera en Chile donde trabajaba directamente con los artesanos. Ellos fabricaban mis piezas a partir de un dibujo que les entregaba y producían las piezas. De a poco, mi trabajo se empezó a conocer en mi país y a la gente le gustaba la mezcla de materiales como madera, cerámica y metal en cada obra. En Chile es difícil tener la oportunidad de exponer, pero esa etapa me ayudó a conocer los procesos, la comunicación con los artesanos, aprendí mucho. Luego vine a vivir a Francia porque mi pareja es francesa, con la intención de seguir en diseño y tener oportunidades nuevas. Pero, acá me di cuenta que no podía hacer lo mismo que hacía en Chile.

¿Por qué?

En Francia, los procesos artesanales te pueden costar diez veces más caros que lo que valen en Latinoamérica. De modo que, cuando me di cuenta de eso, pensé que tenía que ser yo la persona que fabricara mis propias piezas. Tuve en principio una especie de bajón, de nostalgia, incluso atravesé una etapa depresiva porque fue muy difícil la adaptación a París. Luego empecé a aprender la técnica la del yeso, que es milenaria y que usaban los mejores escultores franceses. Entendí que el yeso se seca rápido y que, en quince minutos, podía hacer una pieza que incluso puede ser una muestra.

¿En qué otro aspecto sentís que te impactó la mudanza?

Me trajo la libertad. Porque cuando estás en tu país con tu gente, con tus costumbres, alrededor de tu familia y amigos, te condicionás. Uno trata de darle el gusto a la gente, porque conoce su cultura y entonces te autolimitas, tratas de encajar en un nicho. Además, Chile es un país muy clasista, es demasiado segmentado, a nivel social, político e ideológico.

Con esa liberación empezó una etapa nueva.

Sí, aprendí la técnica del yeso y empecé a diseñar esculturas, ni siquiera hacía un objeto práctico para alguien. Me dije: “aquí me voy a liberar de los prejuicios, no me importa si a la gente le gusta o no”. Intenté conocer el límite al que podía llegar. Entonces, comencé a mejorar la técnica, a hacer pequeñas piezas en yeso que no eran funcionales, eran esculturas. Si bien soy diseñador de estudio y me gusta la escultura considero que un objeto no tiene mucho sentido si no tiene una función. Para mí es muy importante entregar vida a los espacios a través de los objetos, que quizás hoy son más escultóricos pero que puedan servir como una silla, una mesa lateral, de arrime o de centro. Y, en estos momentos es tan libre el trabajo que hago que puedo decir que realmente estoy haciendo lo que quiero.

¿Qué representó este cambio de materialidad?

El yeso me dio la posibilidad de mostrar este trabajo experimental, esta búsqueda propia. Cuando mostré mis obras gustaban mucho, sin embargo, el yeso es muy frágil, entonces muchas personas me pidieron las piezas en bronce a gran escala. Y ahí empezó otro proceso de buscar gente especializada que trabajara ese material, ahí fue cuando decidí investigar, visitar talleres de bronce porque es un trabajo que no puedo hacer. Encontré dos talleres que hacen fundición en bronce, ellos toman mi pieza en yeso, luego hacen un molde en silicona, una reproducción en cera y, finalmente, la cera es el modelo principal para hacer la fundición en bronce. Es un proceso muy largo, una pieza puede tomar tres meses de fabricación. La ventaja del bronce es que es un material pesado, con carácter y que se puede restaurar.

El yeso te dio libertad.

Hoy es el material principal, yo hago mi propio modelo y no dependo de ninguna persona para hacer mis diseños. Lo trabajo a mano en mi taller y le paso luego el modelo a la fondería de bronce para que hagan la misma reproducción que yo quiero. Soy el artista, el escultor que diseña sus propias piezas, y la fondería es solo mi proveedor.

¿Siempre considerás el punto funcional en tus obras?

Solamente diseño esculturas funcionales, trabajo mucho con sillas, mesas laterales, de centro, lámparas. Pero todo tiene un lado experimental, por ejemplo, la silla puede parecer una mesa lateral, la mesa lateral puede parecer una mesa de centro. Yo puedo tener una idea, pero me encanta cuando voy a la exposición y hablo con el galerista o con el espectador y me dicen que piensan de una manera distinta respecto a la pieza. Me gusta que la gente haga sus propias interpretaciones y escuchar sus opiniones como un espectador, eso me nutre para hacer nuevas ideas, mejorar el trabajo y en mi etapa creativa.

¿Cómo surgen las ideas?

De una manera muy improvisada, a veces hay conceptos que tengo en la cabeza a partir de lo que veo en la cotidianeidad. Por otro lado, me gusta mucho hacer una reflexión acerca de para qué podrían servir aquellas cosas que ya existen. Es decir, me gusta la deconstrucción, las formas que pueden ser usadas para otra cosa. Otro punto fundamental para crear es el dibujo, si bien no soy un muy buen dibujante, el dibujo es hoy la única forma que encuentro para llevar mi idea a la realidad. A veces tiro líneas sin pensar en que voy a hacer y cuando las miro me doy cuenta de que pueden ser tal o cual cosa, como una silla o un taburete. Improviso y es bonito tener esa libertad. Si bien en la universidad te incentivan a llevar adelante un proceso para crear, todo es muy académico y consciente, pero hay que ser francos y reconocer que, a veces las ideas buenas vienen de un minuto a otro.

¿Qué proyectos tenés?

En estos momentos, preparo una exposición personal para el próximo año con la galería de Paris. Voy a presentar una línea muy orgánica, muy barroca, inspirada en la naturaleza, muy experimental, en yeso, luego en bronce y otras piezas en madera, eso me tiene muy ilusionado porque va a ser mi primera exhibición solo, sin ningún artista al lado. Por otro lado, estoy en un proyecto con la tienda IKEA, que va a lanzar una colección latinoamericana. IKEA va a abrir en Chile, en Colombia, en Perú y México, y somos entre siete y ocho artistas latinoamericanos, desde grafiteros, diseñadores de vestuario y diseño de producto, quienes desarrollamos ciertas piezas para esta colección que se va a lanzar en la primavera de 2023 y se va a poder adquirir en todo el mundo.

¿Es un desafío distinto en tu carrera?

Lo que me gusta de este trabajo con IKEA es que es un trabajo industrial en el que se van a producir miles y millones de piezas y cualquier persona va a poder acceder a ellas. Esto permite demostrar que los diseñadores somos personas flexibles, que podemos trabajar con cualquier tipo de pieza, tenemos una visión amplia, y si podemos abarcar más mercados de formas diferentes mucho mejor, porque así le damos bienestar a la gente.

¿De qué manera generan bienestar tus creaciones?

Desde un principio, quise ser diseñador para mejorar la calidad de vida de las personas, a través de la forma, de lo estético, que para mí es algo muy importante. Cuando llegas a tu casa y ves un objeto bonito, algo que te gusta y te hace sentir bien, creo, sin dudas, que suma a tu bienestar, a mejorar tu vida.

Todas las fotografías son gentileza de Abel Cárcamo. PH retrato: Pierre Douaire