Por Guadalupe Faraj
Paula Teller y Romina Elvira crearon este proyecto, una residencia para prácticas artísticas en un lugar único y transformador, El Marquesado, a 40 km de Mar del Plata
La idea apareció un mediodía, sobre los médanos de una playa marplatense. Paula Teller y Romina Elvira, dos amigas y fotógrafas de profesión, hacían un picnic y conversaban... ¿en qué venís pensando? Si pudieras hacer algo, qué te gustaría. ¿Dónde lo harías? Imaginaron un espacio para recibir artistas de todo el país que fuera, en sí mismo, una práctica artística susceptible de transformación con el hacer de cada visitante. Seguido a la idea (que podría haber quedado como un buen proyecto esfumándose con el correr de los días) apareció el lugar. El Marquesado, a 40 kilómetros de Mar del Plata, sitio donde alguna vez se ideó un barrio militar privado en época de dictadura, y se llegó a dinamitar un acantilado para construir las terrazas del balneario. Descubrieron el bosque, llegaron a una casa. A los meses, decidieron hacer un rastrillaje y recorrer los barrios del sur de Mar del Plata. Hablaron con vecinos, hicieron registro fotográfico, anduvieron kilómetros y, sin darse cuenta, dibujaron un círculo perfecto hasta llegar a la misma casa. No hubo dudas, era la zona que necesitaban.
En 1979, un cineasta soviético llamado Andrei Tarkovski, estrenaba su película Stalker, donde hay un lugar llamado La Zona capaz de hacer cumplir los deseos de las personas que llegan hasta ahí. En esta película se inspiraron Paula y Romina para nombrar al espacio ubicado en El Marquesado. Cápsulas de creación, residencias artísticas, prácticas de archivo, encuentros mutantes. “Lo que decimos del proyecto es que es en gerundio, se hace siendo. Además, acantilados, bosque de eucaliptos y pinos, dunas y mar; primavera, verano, otoño, invierno y otra vez primavera. Entre las fuerzas que despliega lo natural, se encuentra Proyecto La Zona.
Encuentros creativos entre las fuerzas que despliega lo natural. Gentileza Proyecto La Zona
¿Cuándo podrían ubicar el inicio de la búsqueda de un espacio de creación artística?
Romina Elvira: Fue en el primer fin de semana largo de la pandemia, habían habilitado la circulación y Paula viajó a Mar del Plata. Veníamos intercambiando algunas ideas y sensaciones a partir de lo que también nos iba generando el encierro y fuimos a dar un paseo. Pau conocía muy poco Mar del Plata, conocía la zona céntrica nada más y como yo tenía muchas ganas de ser anfitriona la llevé a conocer el sur que es una zona bellísima con acantilados y bosques. Ahí fue, en uno de esos paseitos, estábamos en un médano de picnic y nos pusimos a charlar, en qué andábamos, qué estábamos pensando. En lo personal yo venía con un proceso profundo en relación a lo que me había generado la pandemia, frenar y poder decidir. Cuando uno frena, aparecen otras cosas que en la aceleración de la cotidiana no. Venía procesando algunas decisiones bastante radicales en cuanto a mi quehacer fotográfico. Trabajaba en un diario como reportera gráfica, hacía fotoperiodismo hacía muchísimos años. De hecho, nos conocimos porque yo participaba de un taller anual que daba Paula. Terminó el taller y seguimos amigas.
¿Podrían definir qué es lo que buscaban?
Romina Elvira: Hablábamos de una usina de creación, de un espacio alejado de la ciudad, donde poder pasar tiempo, un tiempo otro más lento. Poder ralentizar. Ver qué hacer. Que era un poco lo que veníamos viviendo con el encierro de la pandemia. Pensábamos en la posibilidad de que fuera interdisciplinario. Nos imaginábamos un galpón en medio de la nada donde pudiéramos hacer cruces entre distintas disciplinas. Investigar sin pensar en el resultado sino estando muy atentas a los procesos que se fueran dando.
¿Cómo llegaron a El Marquesado? ¿Cómo fue el proceso de reconocimiento del lugar?
Romina Elvira: Surgió una conversación donde fuimos creando el proyecto, realmente fue así. Ah, me copa, ah, me copa. Y no estaría bueno que tal cosa. Pau me preguntó dónde me imaginaba que podríamos hacerlo. Yo le dije en El Marquesado. Me preguntó por qué, pero en realidad yo no sabía bien. Solo había estado en la línea costera, pero no sabía de la magia que habita en el fondo. Era pura intuición. Fuimos a conocerlo. Ese fue el germen del Proyecto La Zona.
Un bosque extenso de pinos y otro de eucaliptos. No es una reserva forestal legitimada, sino que es una reserva que cuidan los vecinos. Gentileza Proyecto La Zona.
¿Qué les hizo sentir “Es acá”?
Romina Elvira: Cuando fuimos, descubrimos el bosque. Fue muy loco, llegamos a un lugar muy hermoso, nos trepamos a unos árboles. Estábamos como enloquecidas. Cuando Paula llegó a Buenos Aires, me llamó por teléfono y dijo, ¿lo hacemos?
Estuvimos un año reuniéndonos virtualmente. En uno de los viajes hicimos un rastrillaje desde El Alfar, que es el comienzo de uno de los barrios del sur de Mar del Plata. Porque, todo lindo con la fantasía de que tiene que ser en El Marquesado, pero estaba bueno evaluar otras posibilidades. El Marquesado estaba muy alejado de Mar del Plata, a 40 kilómetros. Haciendo ese rastrillaje de punta a punta de los barrios del sur, una extensión bastante amplia, de 30 kilómetros, entrando en todos los barrios, hablando con vecinos, haciendo averiguaciones, terminamos en el mismo punto a donde habíamos llegado la primera vez, el mismo bosquecito y una casa que habíamos visto desde el fondo, pero que esta vuelta encontramos por la parte de adelante. Nos dimos cuenta de que habíamos hecho un círculo perfecto, no había dudas. La zona iba a ser ahí.
¿Cómo definirían la frase Zona mutante? ¿Están haciendo referencia al territorio, al arte, a las dos cosas, a ninguna?
Paula Teller: Pensamos el concepto de zona mutante para varias situaciones. Una es para todo lo que es el proyecto, en el sentido de que no es algo fijo, estable y cristalizado, sino que es un proyecto que está en permanente desarrollo y transformación. También abierto a todo lo que va sucediendo; que nos vaya, a su vez, transformando. Es decir, no es que nosotras tengamos un proyecto rígido y después, pase lo que pase, permanece, sino que cada actividad que vamos haciendo va transformando el proyecto. Básicamente, decimos que es un proyecto que milita el gerundio y que se hace siendo.
Por otra parte, dentro de las activaciones tenemos los encuentros mutantes, un poco con esa misma idea, son encuentros que pueden tomar formas totalmente diversas y también contener prácticas muy distintas. Desde un recital o un encuentro donde haya propuestas en torno a lo sonoro, a un fin de semana con algún tipo de práctica o cosas que todavía ni siquiera pensamos. Un formato abierto y que pueda albergar a distintos tipos de actividades más cortas que las cápsulas o las residencias y que, además, pueda ir variando según lo que aparece como necesidad, o que esté abierto a propuestas que nos acercan otras personas.
El 16 de diciembre hicimos el primer encuentro Mutante. Allí Paula Trama en conversación con Lu Caamaño crearon “un mapa de caprichos”, como un paseo por zonas fronterizas entre la canción y la poesía. La fecha se completó con una intervención en el bosque que realizó Mariana Pellejero con su obra.
Paula Teller y Romina Elvira crearon este proyecto, una residencia para prácticas artísticas en un lugar único y transformador, El Marquesado, a 40 km de Mar del Plata. Gentileza Proyecto La Zona
¿Cómo definirían las prácticas artísticas?
Paula Teller: Nos gusta pensar en prácticas artísticas más que en arte. Arte es una palabra vaciada de sentido, de tan usada. Nos sentimos más afines con la idea de prácticas artísticas que con “hacer obra”. Y esto está íntimamente relacionado con la práctica poética, pensando ese espacio de creación como la posibilidad de imaginar otros mundos posibles. Salir del plano de lo descriptivo o de lo sabido y abrir lugar a la aparición de otras formas de estar en relación con el mundo.
También hablan de prácticas de archivo, ¿en qué consisten?
Paula Teller: Prácticas de archivo para nosotras también es un concepto amplio, en el sentido de que no es excluyente: qué es archivo y qué no es archivo, sino que tiene que ver con pensar nuestras prácticas y nuestra producción, y la forma de circulación de lo que hacemos, como una constante generación de archivo. Casi que todo lo que hacemos podría ser considerado, de alguna manera, algún tipo de archivo, como un registro material de la experiencia del presente.
Entonces, proponemos que les artistas que vienen a La Zona, puedan tener acceso a material producido previamente por otros artistas que estuvieron también en conversación con el territorio o haciendo algún tipo de materialización previa.
Les proponemos que dejen parte de lo que fueron produciendo como material de archivo para futuros artistas. Pueden decidirlo en el momento, o pueden pensarlo y a posteriori dejar algo, también pueden no dejar nada de archivo.
La idea del archivo es que cuente con material diverso. Puede haber una herramienta que inventó un artista, fotografías, registros sonoros, audiovisuales, material recolectado. A su vez contamos con un archivo histórico del barrio, que fue diseñado durante la dictadura. Contamos con bastante material de esa época. También forman parte de este archivo material escritos de pueblos originarios que habitaron este territorio y registros paleontológicos.
La idea es que esos registros no tengan autoría y formen parte de un archivo común, un poco también cuestionando esta idea de propiedad sobre lo que uno hace. Disponerla al uso de quien quiera usarla como le dé la gana. Nos interesa un poco como lugar de investigación nuestra, sin certezas, sin algo planificado para que pase tal cosa, sino como espacio de investigación.
A partir de la frase, “las fuerzas del entorno devienen presencias estéticas”, ¿cómo creen que influye el entorno en un proceso creativo?
Paula Teller: Desde un comienzo tuvimos esta percepción y la fuimos confirmando en cada una de las actividades, la fuerza que tiene el entorno. Por un lado, el proceso es inmersivo, estamos alejados de las rutinas habituales. Por estar en el bosque no llega señal de wifi y casi no hay datos con lo cual los dispositivos quedan relegados y hay tiempo para mirar el cielo, las estrellas, estar cerca del mar. Permanentemente los planes se cambian por razones climáticas y aparece la posibilidad de entrar en diálogo con las especies del lugar y su fuerza, en distintas prácticas a la intemperie. Estar en diálogo con las fuerzas del entorno nos pone en relación con lo material. Reencarna algo de lo que nos constituye y esto abre posibles, nos guía en las investigaciones. Nos devuelve a la posibilidad de pensarnos en relación a otras fuerzas como parte de un sistema en el que no somos el centro, sino un eslabón más. Así el diálogo con otras especies no humanas o con el mar, o el acantilado, o las dunas van develando otros posibles a nuestras prácticas y búsquedas.
Esta idea también viene de la película de Andrei Tarkovski, Stalker. Tomamos el nombre de La zona, de esa película. Allí, La Zona es un espacio donde es posible encontrarse con el propio deseo que no se ve como algo romantizado, sino que mis deseos pueden ser oscuros o estar atravesados de contradicciones. La sensación es que en La zona esto ocurre de la misma forma que en la película. Algo se devela en el tiempo de residencia, en el encuentro de lo que traigo como subjetividad y lo que el entorno ofrece como posible.
Las residencias artísticas son actividades más prolongadas donde los procesos se profundizan. Gentileza Proyecto La Zona.
Actividades de La Zona
Romina Elvira: Las cápsulas de creación, son actividades cortas de alrededor de 7 días donde participan 3 artistas en simultáneo. Intentamos que sean de disciplinas diversas ya que, aunque cada uno desarrolla su proyecto, abrimos la posibilidad de intercambios que enriquezcan sus procesos. Nos interesa poner en diálogo, arte, ciencia y tecnología. Las cápsulas finalizan con alguna actividad compartida de cierre. Hemos realizado intervenciones fotográficas en el barrio, la edición de una publicación que puso en diálogo los trabajos de lxs tres artistas y una noche de apertura al público de los procesos creativos.
También realizamos cápsulas con coordinación temática como Cielos Oscuros que guió Guadalupe Arriegue en mayo y volverá a repetir el año próximo. La propuesta fue trabajar a partir de la observación del cielo y su relación con lo que ocurre en la tierra. Participaron cinco personas que residieron en La Zona durante cuatro días de trabajo.
Las residencias artísticas son actividades más prolongadas donde los procesos se profundizan. A fines de octubre realizamos la residencia Confabulaciones biopoéticas. Allí, gracias al subsidio del programa Gestionar Futuro, participaron tres artistas becados de distintas regiones del país en una residencia que duró quince días.
Nuestra intención es poder federalizar el proyecto y, sobre todo, que puedan participar artistas que viven en distintos territorios y que por cuestiones de tiempo, distancia y costos, quedan muchas veces en desventaja. En esta residencia participó Aldana Bit, artista sonora de Resistencia Chaco, Juan Agustin Carpinello artista multimedial de Neuquén y Agustina Viazzi de Azul, provincia de Buenos Aires. La residencia finalizó con una apertura de procesos donde cada artista expuso parte de sus investigaciones en La Zona. En esta instancia ensayamos una curaduría provisoria entre materialidades que se gestaron en el diálogo entre los artistas y nosotras. En este caso, elegimos el nombre Prospecciones, discordancias y espetrofonías. Allí los tres artistas trabajaron con el entorno, organizado en múltiples estratos, buscando las zonas de discordancia como espacios de lo posible. Juan Agustín desmenuzó la geología especulando historias de meteoritos que erosionan el pixel tanto como el acantilado. Agustina realizó prospecciones de momentos y marcas humanas y pensó los horizontes como espacios utópicos, mientras que Aldana investigó sobre la espectrofonía local buscando el tono justo en cada geografía compartiendo un set live en el medio del pastizal.
También contamos con la posibilidad de participar de residencias individuales con distintas duraciones y/o en simultáneo con otros artistas, pero planificadas en función de necesidades concretas.
¿Qué debería hacer un artista para acceder al lugar?
Las convocatorias a cápsulas y residencias grupales se publican en nuestro instagram. Para participar en una residencia individual tenemos la convocatoria abierta todo el año. Quien quiera postular a ellas puede escribirnos por mail a info@proyectolazona.com. A partir de ahí coordinamos una reunión virtual para conversar y ver qué propuesta se ajusta mejor a los intereses del artista. Para quien prefiera, tenemos un formulario de contacto para recibir información de próximas convocatorias. También lxs invitamos a visitar nuestra página para conocer más de nuestro proyecto www.proyectolazona.com.
Todo el sistema de acantilados que está en el frente costero es de una diversidad increíble, es una zona donde se encuentran restos fósiles de gliptodontes y objetos de pueblos originarios, además de mucha riqueza paleontológica. Gentileza Proyecto La Zona.
¿Podrían hablar un poco más del lugar donde está La zona?
Es un barrio con una historia muy particular, se proyectó en plena dictadura militar como un barrio privado, cerrado, un country con una pretensión de exclusividad, teniendo expectativa de ser el más grande de Latinoamérica. De hecho hay una construcción que hoy está en ruinas, pero que está en la línea costera. Y es lo que se llegó a realizar del barrio, que es un balneario donde se dinamitó un acantilado para construir unas terrazas. Muy fastuoso todo. Además, había en el barrio un Club House con pileta, que sí estuvo en funcionamiento un tiempo y después por una quiebra de la empresa constructora, quedó ahí. Esas instalaciones se fueron arruinando con el paso del tiempo, y hoy son realmente ruinas que dejan ver el signo de otra época. Hay muchas historias que circulan, mitos relacionados con nuestra historia en dictadura. Hay algunas películas que se han realizado acá. Una en particular que recuerdo ahora, La cruz del Sur de Pablo Reyero (2003), sobre la posibilidad de que en esa construcción del balneario se hayan escondido restos de detenidos desaparecidos en dictadura.
Nosotras nos fuimos enterando de a poco, y conviven ahí unas energías bastante particulares, entre la oscuridad del pasado y algo muy luminoso del presente y futuro que es que un montón de gente post pandemia se ha acercado a pensar su vida en contacto con la naturaleza.
Todo el sistema de acantilados que está en el frente costero es de una diversidad increíble, es una zona donde se encuentran restos fósiles de gliptodontes y objetos de pueblos originarios, además de mucha riqueza paleontológica. En el fondo hay una reserva de pinos. No es una reserva forestal legitimada, sino que es una reserva que cuidan los vecinos. Un bosque extenso de pinos y otro de eucaliptos, y la parte de atrás que da al campo. Pero más allá de las características, sí hay un montón de fuerza circulando que tiene que ver con la potencia de cada momento. Ahora que ya estamos instaladas hace un par de años y que pudimos ver las cuatro estaciones, es increíble cómo se van modificando los entornos y la potencialidad que vamos descubriendo que tienen. Hay una extensión muy grande de dunas donde hemos realizado un montón de actividades con los artistas que vienen a las residencias. Es un lugar muy fascinante la verdad.
Foto de portada: Acantilados. El Marquesado, a 40 km de Mar del Plata.
Gentileza Proyecto La Zona.