Portrait

Las mil caras de Alan Courtis

Libros, exposiciones, más libros, discos y muchísimo más. Como bien dijo Litto Nebbia, el compositor no se detiene. Y tampoco tiene planes de hacerlo.

Por Pablo Strozza

18.05.2023

“No sé si lo escuchaste, pero si no te paso una copia”. La frase, mencionada por Alan Courtis en reiteradas oportunidades a lo largo de la charla no sólo suena como un hermoso mantra, sino que da cuenta de una obra internacional inabarcable y muchas veces desconocida desde su patria chica y, por eso, inhallable.

Pero en este caso, más allá de la labor de Courtis como músico (una trayectoria que involucra a Reynols y a sus múltiples trabajos propios y en colaboración), de la que hablaremos más adelante, el primer asunto que nos ocupa es Discographisme maison / Homemade record covers. un libro firmado a medias con el francés Patrice Caillet que da cuenta las colecciones de vinilos de ambos, pero con el foco puesto en aquellos originales cuyas tapas fueron modificadas y revisitadas por sus dueños originales, quienes después, por vaya a saber uno que motivos, decidieron deshacerse de ellos. “Hay collages constructivistas muy bonitos, lágrimas a la Jacques Villeglé y mensajes personales, sin que sus autores piensen nunca en hacer un acto artístico. Hojear estas 190 páginas es muy inspirador, porque más allá de lo vernáculo, la torpeza debería sugerir ideas originales a los diseñadores gráficos en busca de nuevas ideas”, dijo Jean Jacques Birge, el mítico líder del grupo de culto Un Drame Musical Instantané, desde su blog alojado en el portal Le Club de Mediapart.

“Patrice es curador y vive en Montreuil, que es en los confines de París, y hace muchos años que investiga esta cuestión del coleccionismo, pero desde otro lado. Tiene una colección de vinilos enorme, y en algún momento hablamos de juntarnos desde este lugar, tras aclararle que en mi caso tenía bastante material latinoamericano”, cuenta Courtis, con el libro en la mano, en un café de Belgrano C. Y continúa, entusiasmado, con la descripción del proyecto. “Hay portadas apócrifas, en otros casos intervenciones sobre tapas, y en ningún caso sabemos nada de nada sobre quién hizo esos trabajos. Algunos son asombrosos, como el disco de Roberto Carlos al que le pegaron una infracción de tránsito. ¿Cómo le vas a decir a un vinilo que está mal estacionado? Lo mismo ocurre con el que mezcla a María Creuza con el Cascanueces de Tchaikovski. Eso es genial. En otras tapas la sensación al verlas es que se van autodestruyendo de a poco. También hay un lote de discos que combinan dos colores y le agregan fotos de revistas argentinas del destape alfonsinista de los años ‘80. Y otras en donde la intervención es mínima, pero que la imagen de tapa ya actúa como una intervención en sí misma”, describe.

Discographisme maison… fue presentado en dos ocasiones en Francia. “Hubo una muestra concierto en febrero en una galería parisina que se llama 26 Chaises, donde tocamos los discos a través de tres bandejas procesadas con Patrice y Ravi Shardja. Allí pusimos los álbumes que aparecen en la muestra, en una especie de pasada de Plunderphonics intervenidos. Y en marzo la muestra fue parte del Festival Sonic Protest, por lo que en estos momentos mi colección aún está en Francia”, cuenta Courtis.

No arredran: antología de citas impropias es el nuevo libro de Courtis en conjunto con Pablo Katchadjian. Gentileza Alan Courtis.

Esta no es la primera vez en la que el músico aparece vinculado con el mundo del arte. In-formed music fue una muestra que en 2016 presentó en la Galería Nora Fisch, en donde se pudo apreciar una acción en donde se grabó con sonido El grito de Edvard Munch y también se vieron partituras intervenidas. “Mi conexión es más lateral, veo a este mundo y al de la música como dos escenas diferentes. Ahora tengo una obra en una galería de París llamada Le Son 7, que expone sólo sonidos, sin nada visual. Tenés que ir y escuchar con auriculares, y hay una curaduría. Esa obra no está en ningún disco, y no suena en la espacialidad. Y en cuanto a las partituras intervenidas, me interesa la idea de algo que salga del formato de la música. Algunas tienen formato más tocable, y otras son más lúdicas. El circuito musical a veces es bastante cerrado, y a veces hay cosas que son diferentes, y llevarlas a otros contextos es interesante”, cuenta.

En función a lo editorial, Courtis se guarda un as bajo la manga, y es No arredran: antología de citas impropias, un libro compilado en conjunto con Pablo Katchadjian que recién fue publicado por la editorial rosarina llamada Ediciones Neutrinos. “No quiero spoilear el proyecto, pero son citas de libros olvidados. Cosas que no son de autores propiamente literarios, sino más marginales y ligadas a lo paranormal. Es un libro que no tiene una sola forma de leerse, sino que vos tenés que inventar tu forma de lectura. Podés leer una cita por día; podés agarrar, abrir y leer al azar o tiene un índice analítico muy increíble”. No arredran… será presentado el 28 de junio a las 19 hs. en el Auditorio Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional (Agüero 2502).

Y en cuanto a lo musical, y mientras esperamos la aparición de una colaboración guitarrera con David Grubbs (ex Bastro, Gastr del Sol y Red Krayola, entre otros) registrada en Nueva York en diciembre de 2022 y que según adelanta suena “bastante escuchable, al menos para mis estándares”; otra con Ben Owen, y “un disco que hice al norte de Noruega, casi en el Círculo Polar Ártico, con hidrófonos, micrófonos abiertos y de contacto, y otro con un amigo noruego en el que solamente tocamos medias amplificadas (sic)”, entre mil y un proyectos, Alan Courtis tocará un set solista el próximo jueves 15 de junio en el Strummer Bar (Godoy Cruz 1631). Pero antes de despedirnos, la pregunta obligada a un coleccionista y artista: ¿tiene al menos una copia de todo lo que editó en su vida? “Sí. Y pensá que con Reynols debemos tener más de cien discos, y míos más o menos quinientos. Yo soy mi propio archivista”. Amigos curadores: exclusivamente con la obra propia de Alan Courtis hay una posible exposición. A tenerlo en cuenta.