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Monstruos en el frío: el genial cine nórdico de los últimos años

Las plataformas no suelen mostrar lo que sucede en el Norte europeo. Anualmente, festivales y premiaciones clase A encuentran dos o tres piedras preciosas cinematográficas que provienen de Suecia, Finlandia, Dinamarca, Noruega e Islandia. Hoy te traemos algunas de ellas. Y te desafiamos a que las veas.

Por Nicolás Mancini

26.01.2022

Vi un grupo de niños con superpoderes; vi una jovencita con cabeza de cordero; vi a unos amigos que juegan a ser alcohólicos; vi islandeses en Navidad; vi dos enamorados en un tren; vi un par de trolls en Suecia; vi a una mujer que no sabe qué hacer con su futuro; vi a un policía intentando resolver una situación muy compleja por teléfono.

Roy Andersson piensa su exquisita About Endlessness (Om det oändliga) jugando al “veo veo” de Emmanuelle Riva en Hiroshima mon amour. Inspirado en Las mil y una noches, el autor sueco por excelencia -de los que aún están entre nosotros- construye un film compuesto por 31 viñetas que dura una hora y monedas. Una suerte de Scherezade dice en off  “vi tal cosa”, “vi tal otra”, y así hasta que termina.

Una película como esta sobre el cine nórdico nos vendría genial. Andersson se esfuerza en construir y explicar un concepto tan abstracto como el infinito en menos de una hora y media y deja como saldo una obra de arte hermosa. Es casi imposible resumir la mejor filmografía finlandesa, sueca, noruega, islandesa y danesa en un puñado de líneas que pueden ser leídas en un colectivo, por eso esta nota está enfocada en lo que un selecto grupo de cineastas estrenó desde el 2019 en adelante (con algunas licencias). Muy buenas películas nórdicas son presentadas con mayor frecuencia en los festivales y premiaciones más importantes y uno no tiene por qué no enterarse de su existencia.

A anotar.

Finlandia

En la Semana del Festival de Cannes celebrada el año pasado en Argentina, el director del festival dijo que Aki Kaurismäki lo llamó después de haber visto Compartment Nº 6 (Hytti nro 6) y le agradeció por ya no ser el único representante de su país en el mundillo del cine.

El director Juho Kuosmanen viene haciendo las cosas bien desde su genial ópera prima, The Happiest Day in the Life of Olli Mäki (El día mas feliz en la vida de Olli Mäki), que lo hizo triunfar en Un Certain Regard, y mejoró su performance festivalera este 2021 con Compartment Nº 6. Su nueva película ganó el Gran Premio del Jurado en Cannes y podría formar parte de las nominadas al Oscar de habla no inglesa 2022.

La historia, basada en una novela de Rosa Liksom, sigue de cerca los pasos de una mujer finlandesa que se va de viaje sola desde Moscú hasta Murmansk para ver unas piedras que tienen unos dibujos milenarios. En el tren que la lleva hasta Murmansk conoce a un minero ruso que es todo lo opuesto a ella. A lo largo del film vemos cómo ambos personajes conviven y se enamoran. En el recorrido hay ácidas y picarescas conversaciones, paradas técnicas y personajes secundarios que aparecen y desaparecen como por arte de magia. Una road movie hecha y derecha.

El modo de contar de Kuosmanen se sostiene en la extrema sensibilidad de sus protagonistas y en su original exploración del amor como sentimiento que logra anteponerse ante todas las cosas. En su primera película, un boxeador debe escoger entre su prometida y su pelea más importante; en la segunda la maquinaria funciona con una vieja fórmula del culebrón: chica culta y bella conoce en un lugar neutral a chico rudo y bruto, se enamoran y… mejor no spoilear. Cuando Compartment Nº 6 parece acumular clichés, Kuosmanen nos hace creer que todas las rom-coms que vimos hasta el momento sufren el efecto, un tanto falaz, denominado aquí por primera vez “Jack en la tabla de Titanic”. Es decir, en ellas puede caber más. El último tercio de la película es utilizado hábilmente por Juho para regodearse -y hacernos regodear- con una sucesión de escenas y secuencias al borde de lo exagerado que llevan el género hasta cierto límite. Ahí, de momento, se deja ver algo que parece empezar a ser una marca autoral. Un límite que está, como dijimos, firmemente sostenido en que todos creemos firmemente en los personajes.

Islandia

El cine islandés reciente se caracteriza por el minimalismo refinado. En muchas películas que llegan de la isla es difícil encontrar amontonamientos, embotellamientos, muchísimos personajes con diálogos y cortes clásicos.

La combinación A24-Noomi Rapace-Cine islandés no podía fallar. Lamb, ópera prima de Valdimar Jóhannsson, cumple estilística y narrativamente con los requisitos de la distribuidora y productora -véase esta nota- neoyorquina. Desde la venta de la película uno podía vaticinar que se trataba de un film de horror “atmosférico”, que era islandés y que tenía el sello de A24. Algunas pruebas: una estrella nórdica como Rapace tomando de la mano a una niñita con cabeza de oveja; campos verdes enormes y con cielos nublados de igual tamaño; música estremecedora; cierto mensaje ecologista, una estética similar a otras películas de la distribuidora como The Witch o Hereditary.

Los detallistas efectos por computadora engalanan una concisa historia protagonizada por unos pocos actores y animales que está centrada en una pareja que adopta a un extraño monstruillo como si fuera su hijo. Así como en la saga The Witcher o en El señor de los anillos, en el universo de Lamb esto está bien: a nadie le llama la atención que exista una nenita con cabeza de cordero. La diferencia entre los mundos maravillosos de las obras anteriormente mencionadas y Lamb es que en la película islandesa no hay tantas señales que nos hagan dar cuenta de que en la montaña pasan cosas raras. Lo vamos notando a cuentagotas. La mezcla de cierto naturalismo y elementos fantásticos es una de las características de este y de varios films de nuestro recorrido.

El espacio es otra señal que da cuenta del lugar de origen de la película. Tanto Lamb, Rams: La historia de dos hermanos y ocho ovejas (Hrútar), o Mujer en guerra (Kona fer í stríð) son películas islandesas que, lejos de renegar de sus zonas rurales, convierten el campo en un personaje de la trama. La película de Jóhannsson fue grabada en las afueras de Akureyri, lugar que es conocido como la capital del norte del país. Tiene pocos habitantes y muchísimo verde. El compromiso de la producción por recrear el enorme y frío campo nórdico se tradujo en el escenario ideal para que el horror, el drama y la reflexión convivan en armonía.

Echo (Bergmál), en cambio, es un poco más alegre. Es una película brevísima del estilo de About Endlessness compuesta por 56, cada uno con una historia diferente. Los planos-escena del film duran entre uno y dos minutos, por eso el metraje es muy cortito.

En términos de Bill Nichols podríamos decir que Echo se asemeja bastante a lo que el teórico define como documental de observación. La gran diferencia entre un documental de éstos y Echo recae en que, obviamente, el film de Rúnar Rúnarsson presenta microhistorias de ficción. Después comparten todo. La cámara como testigo y cosas de la vida cotidiana sucediendo delante de ella son sus principales características en común. En Echo hay un hombre que cena solo, un deportista inmigrante se adapta a su nuevo país, una casa se prende fuego, una mujer y su bebé observan por la ventana con el arbolito de fondo, etc.

La idea inicial del cineasta fue recrear Islandia en época de fiestas. Que después de ver su película el espectador tenga un panorama general de cómo es su país en Nochebuena, Navidad, Año Nuevo y los días que están entre medio de las dos celebraciones. Las fichas nórdicas de Echo para el fin de esta nota son el contenido social, la descripción de los espacios y una estructura narrativa poco convencional.

Dinamarca

El cine danés post Dogma 95 está marcado por esporádicos retornos a las grandes ligas de los creadores del movimiento noventero que le rindió honores a la cámara en mano y al bajísimo -por no decir nulo- presupuesto. 14 años después de La celebración (Festen), película inaugural del movimiento, Thomas Vinterberg estrenó La cacería (Jagten) y demostró que el Dogma seguía vivo. Tras otro ejército de años, el mismo realizador volvió a trabajar con Mads Mikkelsen como protagonista y comprobó lo mismo.

Another Round (Otra ronda) al principio recuerda el pesimismo de películas nórdicas como Lamb, pero el resultado final es tan agridulce, zafado y surrealista que uno puede relacionarla tranquilamente con los atrevimientos de películas como la de Kuosmanen. Tras ver qué onda el cine de submarinos, Vinterberg retomó cierto tratamiento naturalista en un drama de interesante premisa en el que su cuarteto protagonista, con Mikkelsen a la cabeza, le saca lustre a su profesión. La idea central del argumento es tan sencilla como interesante. ¿Funciona mejor el cerebro si una persona está todo el día con 0,05 por ciento de alcohol en sangre?, se preguntan los amigotes, que crean ciertas reglas y se predisponen a averiguarlo. Aclaración: esto es una película, no lo pruebe en su casa.

Vinterberg ganó el Oscar 2021 con Another Round porque, tal como lo hizo con La cacería, se maneja como pez en el agua narrando desde un lugar ambiguo, dejando que el espectador saque sus conclusiones, y soltando los resabios justos y necesarios del alocado y casero estilo que puso de moda en el ‘98.

El año cerró bien para Dinamarca no solo por Another Round sino también por As In Heaven (Du som er i himlen), de la cineasta Tea Lindeburg, que se quedó con el premio de Mejor dirección y Mejor actriz protagonista en San Sebastián. Lindeburg se le animó al siglo XIX para contar un drama dificilísimo desde los ojos de una adolescente de catorce que debe enfrentar un momento al límite relacionado al parto de su madre.

Más atrás en el tiempo -y esto es una licencia- apareció un éxito que no estaba en los planes de nadie: The Guilty (Den skyldige). La claustrofóbica película de Gustav Möller ganó Sundance y logró remake hollywoodense con Jake Gyllenhaal como protagonista y Antoine Fuqua como director. La historia se desarrolla en una oficina de la policía y en un ochenta por ciento de su duración solo vemos a un personaje hablando por teléfono. El resto, trabajo del sonido en off. Otra vez, un guión original y vueltas de tuerca impactantes convenciendo al público. The Guilty es especial para aquellos obsesivos y obsesivas que deseen comprobar estas diferencias que estamos trazando entre ciertas piezas del cine nórdico y el cine estadounidense clásico. Solo basta con ver primero la danesa, después la hollywoodense y hacer la balanza.

Suecia

Uno de los ejes que atraviesa esta nota es el fantástico. About Endlessness y Border (Gräns) son dos buenas representantes que llegan desde las tierras de Ingmar Bergman y los muebles IKEA.

El cine sueco reciente no ofreció tantas maravillas como a las que nos tiene acostumbrados, pero presentó a un autor a tener en cuenta y ofreció la última pieza de orfebrería de uno ya bien conocido por la cinefilia.

Border, dirigida por Ali Abbasi, cineasta iraní nacionalizado danés, cuenta la historia de amor de dos personajes que no encajan en el mundo de los humanos. Ella trabaja en un aeropuerto descubriendo sospechosos con su olfato -puede, literalmente, oler sentimientos-; él es uno de sus sospechosos. No se puede adelantar mas de la trama porque el numerito está repleto de giros insólitos.

Al igual que Lamb, los efectos por computadora y el maquillaje son pieza clave del asunto. La falta de obligación de no tener que gustarle a ningún pez gordo es quizás una de las claves de este film repleto de recursos narrativos originales y de tantos otros producidos en estos países. Tómalo o déjalo.

About Endlessness encuentra su lugar en este tramado conceptual al igual que lo hace la islandesa Echo. Ambas están compuestas por viñetas y, si la islandesa es “de observación” en términos de Nichols, la de Andersson es “reflexiva”. About Endlessness no solo observa, expone una mirada filosófica de la vida en treinta y un viñetas que, al igual que en Echo, funcionan como plano-escena. Apoyado en la narración de Las mil y una noches, el autor muestra breves escenas de los que él considera estadíos de la vida. Hay belleza, sordidez, humor, tristeza. Para describir lo rara que se ve basta con citar al periodista Leonardo García Tsao, del diario La Jornada, que la describió como “una sucesión de cuadros hiperrealistas en movimiento”. Por su tema, su autor y su plástica se puede asegurar que About Endlessness no es nórdica, es de Roy Andersson.

Noruega

Desde Noruega y Dinamarca llegaron los principales éxitos festivaleros de estos tres años. Tanto The Worst Person in the World (Verdens verste menneske) como The Innocents (De uskyldige) fueron estrenadas el año pasado e inundaron Letterbox de magistrales reviews. Las dos son, quizás, las menos nórdicas de esta lista.

The Worst Person in the World está enfocada en las idas y vueltas de una treintañera que no sabe qué hacer con su vida. Joachim Trier, un cineasta europeo “a la americana”, crea una ficción de esencia más similar a algunos films independientes estadounidenses de las primeras dos décadas del siglo que a los mencionados en esta lista. Como la película finlandesa de Kuosmanen o Another Round, la de Trier -no Lars- tampoco escapa de ciertas convenciones, pero a diferencia de ellas se estanca en cierta comodidad narrativa.

¿Qué saldría de una cruza entre Michael Haneke, Lars von Trier y los X-Men? The Innocents. Esta película, de problema similar a la anterior, trata sobre un grupo de norueguitos que empieza a descubrir que tiene superpoderes. Ubicada entre el pesimismo de Lamb y el dejo optimista de Border, esta cinta fantástica queda encallada en convenciones genéricas que podrían haber sido mejor explotadas. Es una historia muy bien contada que tiene como mayores virtudes el uso narrativo del sonido y la construcción psicológica de los personajes. El mejor niño-villano desde El ángel malvado de Macaulay Culkin, ¿no?

Esta enumeración de características por ahora no es más que un registro histórico de los mayores éxitos del cine nórdico desde 2019 a 2021. De esos que están en los papeles. Títulos recomendables que demuestran que la idiosincrasia nórdica se puede colar hasta por los poros incluso de películas hechas por cineastas que se esfuerzan en esconderla.

Desde Carl Theodor Dreyer e Ingmar Bergman en adelante, pasando por Lars Von Trier y Thomas Vinterberg, el cine de Europa del Norte se fue moldeando a tal punto que, así como sucede en Border, nacieron híbridos. Híbridos que hoy en día solo son la punta del iceberg y que en un tiempo estarán debajo del agua. Los aquí reunidos ofrecen una exploración completísima del género fantástico, escenarios naturales como personajes cuasi protagonistas, historias contadas por viñetas y dramas que se fusionan de modos muy interesantes con la nouvelle vague francesa y el cine clásico estadounidense. Espero que hayan anotado.

Foto de portada. About endlessness

Foto miniatura. Lamb