Por Vivian Urfeig

08.09.2020

La pandemia no hizo más que acelerar un proceso que ya venía en marcha. El incremento de ciclistas que salieron al ruedo confirma una tendencia que seguirá en alza. Desde que la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró en 2018 que el 3 de junio se celebraría el Día Mundial de la Bicicleta, las ciudades tomaron nota y desarrollaron estrategias de movilidad urbana para promover una transformación sostenible y concientizar sobre las buenas prácticas. Ese día, Google registró un 190% de aumento en las consultas realizadas bajo el término “bicicleta”.

En Alemania, Jens Spahn, ministro de Salud, declaró la bicicleta como el medio más seguro durante la cuarentena, mientras que en París la alcaldesa Anne Hidalgo autorizó la apertura de 650 kilómetros de ciclovías para evitar las aglomeraciones en el subte y el sistema de colectivos. En Copenhague 9 de cada 10 personas anda en bicicleta. La capital de Dinamarca asumió el desafío de convertirse en 2025 en una ciudad libre de carbono y se posiciona como líder al frente de esta ola verde urbana. En cuanto a Buenos Aires, los ciclistas tienen la posibilidad de transitar en las avenidas más importantes en bicisendas de mano única.

Casco Voronoi: desarrollado en función del diseño paramétrico e impresión 3D. Gentileza Farmani Group.

Tecnología y diseño

Eléctricas, plegables, de estilos vintage: el abanico de posibilidades a la hora de elegir una bicicleta es enorme. Malón Bambubike es un modelo fabricado de forma artesanal en bambú. El material orgánico está presente en los cuadros y las horquillas con materia prima argentina. “El diseño ergonómico y las propiedades del bambú cumplen con los estándares internacionales y se suman a los procesos de fabricación ecológica que contempla el cuidado del medio ambiente y reduce la huella de carbono”, señala Juan José Zambón, socio del emprendimiento que participa en la Shell Eco Marathon, una competencia que destaca la mayor eficiencia energética. La firma Bamboocycles, de México, también trabaja con bambú, un material renovable, sostenible, flexible y resistente.

“Diseñar para ayudar a los demás”: este fue el punto de partida del diseñador industrial tucumano Manuel Saez que desarrolló en Nueva York el sistema de micromovilidad urbana Brooklyness, integrado por una bicicleta plegable y un scooter, ambos eléctricos, y un casco inteligente. Durante el pico de la pandemia, Saez, CEO de la firma, ofreció el uso gratuito a los profesionales de la salud. “En Brooklyness entendemos que el tráfico urbano es una de las principales causas de la crisis climática. Asumimos la misión de rediseñar la movilidad segura, agradable y en armonía con nuestro medio ambiente”, señala Saez y destaca que “los vehículos eléctricos pequeños son una opción mucho más sensata para viajes cortos”. En este sentido, diseñó pedales plegables pensados para que no ocupen lugar y permita combinar el traslado en bicicleta con otros medios de transporte, como tren o subte.

El universo de accesorios

Los accesorios no se quedan atrás: desde indumentaria específica, alforjas y contenedores, hasta gadgets que miden resistencia cardíaca, estado de las ciclovías y kilómetros recorridos a partir de un GPS específico. Saez también es el autor del casco inteligente que cuenta con cámara frontal que registra el camino, activación de luces de giro a partir de gestos, detección de puntos ciegos y señales de alerta que se encienden cuando se reduce la velocidad. “Diseñar una experiencia segura fue el objetivo”, explica.

En tanto, el European Product Design Award eligió como ganador de la competencia al casco de los diseñadores Zhecheng Xu y Yuefeng Zhou, inspirado en la estructura 3D del diagrama de Voronoi (una descomposición de un espacio métrico en regiones). La combinación de la técnica paramétrica y biónica dio como resultado una estructura atípica que reacciona con estabilidad ante un golpe externo.

Alrededor del mundo bicicleta también se diseñan espacios de almacenaje y guardado. Como el parking de La Haya, que recibe hasta 8000 unidades. Debajo de la transitada Koningin Julianaplein, los estudios Silo y Marsman proyectaron este estacionamiento que conecta con el área comercial y la estación de tren.