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Urbanismo y sentidos: olfato, el sentido más relegado hoy cobra protagonismo

En la serie de investigaciones Urbanismo y Sentidos se explorará el esqueleto sensorial que genera intercambios e impacta en las tramas urbanas. Cómo influyen olfato, gusto, tacto, vista y oído en esta cartografía de sensaciones.

Por Vivian Urfeig

14.05.2021

¿A qué huele la ciudad? ¿Todas tienen el mismo aroma? El tránsito, la comida callejera, un parque o un centro comercial. Las fragancias urbanas también forman parte de la identidad de los tejidos urbanos y, aunque exige un cierto esfuerzo perceptivo, esta experiencia determina la construcción de la identidad colectiva.

De todos los sentidos, el olfato es el más relegado. Para definir colores hay cientos de adjetivos que califican las tonalidades y en la lista de gustos hay cuatro tipologías socialmente aceptadas (dulce, amargo, ácido y agrio). La intensidad determina los sonidos y se registran infinitas capas para precisar el alcance visual. ¿Y qué pasa con el olfato? ¿Hay olores característicos sobre Buenos Aires, Río de Janeiro o París? Metáforas sobran para asociar a cada centro urbano con sus comidas típicas, una clara tendencia a asignar propiedades del gusto al olfato: Ciudad de México huele a picante, o El Cairo a falafel.

El estudio Smelly Maps: The Digital Life of Urban Smellscapes es un relevamiento olfativo que en 2015 realizaron Daniele Quercia, Rossano Schifanella, Luca Maria Aiello y Kate McLean en distintas ciudades. A partir de paseos aromáticos establecieron una clasificación según las narices de sus habitantes. La experiencia consistió en largas caminatas que sirvieron para establecer “paisajes de olor”. Como resultado armaron un glosario colaborativo de olores, un mapa olfativo de Londres, Barcelona, Ámsterdam y Nueva York, entre otras. Las redes sociales y la posibilidad de ubicar y etiquetar sitios emblemáticos fueron de gran ayuda. Instagram, Twitter y Flickr contribuyeron a determinar lo que ya suponían: que los olores predominantes estaban vinculados a la gastronomía típica y la situación del paisaje natural. El tránsito, los basurales, las concentraciones de comunidades, los parques y la calidad del aire marcaron ubicaciones y tipologías.

Exhibición "What a Nose! Scents and Feelings", realizada en 2019 en el Musée de la Main. Gentileza Musée de la main UNIL-CHUV.

El artista e investigador argentino Martín Bonadeo, autor de “Odotipo, historia natural del olfato y su función en la identidad de marca”, se refiere a la memoria olfativa que se pone en juego a la hora de asociar una ciudad con un aroma: “El sistema olfativo está relacionado a lo más primitivo. Es un sentido químico que se usa para censar el mundo y reconocer si lo que está afuera es alimento o no. Desde ese lugar queda en la memoria y produce aceptación o rechazo. Así se arma la memoria episódica donde cada olor nos lleva a algún lugar distinto”. Bonadeo realizó un doctorado en Comunicación Olfativa en la Universidad Austral y, además, expuso Paisajes Olfativos en la galería Praxis donde presentó “obras cuyo soporte físico tienen una baja resolución visual, pero con una esencia olfativa muy precisa que me transporta a lugares y tiempos muy puntuales”.

En "Odotipo" el artista cita a León Tenenbaum, autor de Olores de Buenos Aires. “En materia de olores, la definición se hace difícil y hasta a veces innecesaria ya que lo que importa, según su punto de vista, es el recuerdo de la experiencia vivida al volver a oler una determinada fragancia, más que su nombre en particular. Tenenbaum se interna en la descripción de 196 tópicos que identifican experiencias o lugares porteños con olores específicos, entre los que se destacan: las especias de la calle Corrientes , el asado de los domingos, garrapiñadas, el dentista, fuegos artificiales, tierra mojada, tintorería, el Rosedal, el Riachuelo y fotocopias. Los datos de este libro no son -ni intentan ser- científicos en absoluto, presentan un claro panorama de la enorme posibilidad que existe para identificar elementos, situaciones, lugares o personas a partir de olores determinados”, aclara Bonadeo. Y recuerda uno de los primeros episodios donde un aroma lo llevó de viaje. Fue durante una visita al laboratorio de té de Inés Berton: “No conocía la India pero allí fui después de hundir mi nariz en una lata de hebras de té”.

¿Cuánto va cambiar el COVID nuestra manera de percibir los olores? ¿Tomará más protagonismo el olfato en una era post pandemia? Bonadeo cree que va a provocar mayor concientización y traza un paralelo con otras pestes: “Los higienistas llegaron para que saquemos los olores propios y nos pongamos los ajenos. Eso es clave cuando se define un territorio. Ahora, la falta de olfato, uno de los síntomas del COVID, se transforma en la prueba, justamente lo que buscaban en otras pandemias, demarcar el peligro”.

La ambientóloga y periodista Àngels Codina Relat, habla de “clonaciones olfativas y desodorización” para referirse a un olor uniforme, neutro y estéril, producto de la globalización. Señala a la gestión urbana moderna como responsable: desde que el movimiento higienista denunciaba la falta de salubridad de las poblaciones industriales, las urbes de Occidente le otorgaron una connotación negativa a los olores. Esta clonación busca “liberar de emoción los espacios públicos de modo que acaban convirtiéndose en amorfos”.

La dinámica de las ciudades también se puede definir a partir de interacciones con situaciones climáticas (olor a lluvia) o ciertos indicadores como hospitales o estaciones de servicio que organizan los sentidos urbanos. “El olor es un marcador de atmósferas: determina el ambiente de un lugar, de un encuentro, de una situación. No se trata tanto de lo que se huele, sino del significado con el que socialmente está investido ese olor. El higienismo, la industria del perfume, la arquitectura urbana y doméstica, entre otros, son algunos fenómenos que atestiguan los modos en que las sociedades gestionan los olores de los cuerpos, de los espacios y de los objetos”, apunta Ana Lucía Cervio en “Experiencias en la ciudad desde las tramas de los sentidos. Notas sobre la vista, el oído y el olfato”, durante las XI Jornadas de Sociología, en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, en 2015.

La visión de Cervio coincide con la de Victoria Henshaw, profesora de Urbanismo y Diseño Urbano en la Universidad de Sheffield y autora del libro Urban Smellscapes, cuando afirma que “en Occidente los olores raramente se tienen en cuenta en la gestión urbanística y, si se toman en consideración, es en términos de control y gestión –separación, desodorización, enmascaramiento y aromatización–, pero no con el fin de preservar y celebrar los olores que gustan a las personas”.

¿Cuál sería el mapa de olores preferidos? ¿El que nos lleva a una situación de la infancia? ¿El que nos protege de una epidemia? En tiempos inciertos hoy hay un acuerdo global: el olfato como apropiación saludable, un bien preciado, una señal de energía y vitalidad.