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Arquitectura

Lina Bo Bardi: tres obras para recordar a la arquitecta ítalo-brasilera


Por Micaela Redondo

En un año inédito para la Biennale di Venezia, con el brasileño Adriano Pedrosa como curador de la 60ª edición de la exposición (Foreigners Everywhere, Extranjeros en todas partes), es imposible no pensar en Lina Bo Bardi. Por su conexión con Italia y Brasil, por el rol de Pedrosa en el rescate del proyecto original de Bo Bardi para el MASP, y mismo por su condición de extranjera: nacida en Italia, toda su obra se desarrolló en Brasil, país para el que emigró en 1946.

Lina estudió arquitectura en Roma en la década de 30. Por cuenta de la II Guerra Mundial, nunca pudo ejercer la profesión plenamente en el país. Escribió para revistas especializadas, integró el Partido Comunista Italiano y llegó a abrir un estudio, bombardeado en 1943. Todas sus obras, símbolos de la arquitectura modernista y colmadas de miradas hacia lo popular, lo comunitario y lo lúdico, fueron diseñadas y construidas en Brasil. Sus ideas quedaron plasmadas en tres obras icónicas en San Pablo: la Casa de Vidrio, el MASP y el Sesc Pompéia. 

Casa de Vidrio

El primer proyecto de Lina Bo Bardi en Brasil fue la Casa de Vidrio (1951). Hoy sede del Instituto Bardi, la casa fue pensada como residencia para ella y su esposo (Pietro María Bardi, coleccionista de arte y marchand), además de espacio de trabajo y punto de encuentro entre artistas e intelectuales. 

Dividida en dos volúmenes, la casa crea una relación entre la arquitectura moderna y la vernácula. El primer bloque, en vidrio y sostenido en el aire por pilotis, encarna los ideales estéticos y funcionales del modernismo; ya el segundo, en albañilería, hace alusión a las casas de las haciendas brasileñas. Aunque fuertemente influenciada por el modernismo, Bo Bardi siempre incluía en sus proyectos elementos de lo autóctono, muchas veces con fines de adaptar los proyectos a las condiciones climáticas de la región. La división espacial responde, a su vez, a necesidades funcionales. En el bloque de vidrio se encuentra el living, abierto hacia el paisaje y los visitantes, mientras en el segundo bloque se desarrollan las zonas de servicio y descanso, que enfatizan la funcionalidad y la privacidad.

En el bloque de vidrio se encuentra el living, abierto hacia el paisaje y los visitantes, mientras en el segundo bloque se desarrollan las zonas de servicio y descanso, que enfatizan la funcionalidad y la privacidad. Casa de Vidrio, living. Foto Nelson Kon.

Otro de los rasgos característicos de Lina era su mirada no jerárquica hacia el arte. En el living, mobiliarios modernos diseñados por la arquitecta se combinan con muebles antiguos y elementos industriales. Metal, madera, piedra y textiles se distribuyen en el espacio de manera orgánica, casi que por voluntad propia. A los colores y texturas se unen los libros y objetos de la colección personal de Lina y Pietro, una miscelánea de épocas, estilos y orígenes, con un particular interés por objetos del norte y nordeste brasileño. Nada ocupa una posición fija, tampoco hay subdivisiones o jerarquías. Por cierto, esta es la mirada que va a definir, junto a los icónicos caballetes de vidrio, la originalidad de su proyecto para el acervo del MASP.

MASP (Museo de Arte de San Pablo)

 Museu de Arte de São Paulo (MASP) Foto: Marcos Santos/USP Imagens

El MASP fue el segundo proyecto de Lina Bo Bardi. El museo es uno de los principales íconos estéticos de San Pablo, y sus grandes columnas en hormigón pintado en color rojo vivo pueden ser vistas casi que desde todos los puntos de la avenida Paulista. El edificio se caracteriza por sus superficies rugosas, sin acabados lujosos, y su foco puesto en la estructura. Las columnas son responsables de sostener el volumen de hormigón y vidrio, bajo el que se desarrolla un espacio totalmente libre, pensado como una plaza de uso público. 

Aunque el edificio haya sido inaugurado en 1968, el MASP nació en 1947. Desde este año hasta 1990, el museo tuvo como director a Pietro Maria Bardi. Él fue el responsable por seleccionar y adquirir las primeras obras del acervo, que hoy en día reúne más de once mil obras, abarcando diversos períodos y orígenes, con pinturas, esculturas y objetos de Europa, África, Asia y Américas. Y es sobre este acervo que recae uno de los gestos más radicales de Lina Bo Bardi, y también la importancia de Adriano Pedrosa para el museo.

Cuando pensó la exposición del acervo, la arquitecta eligió una planta libre, sin subdivisiones. En el espacio estarían dispuestos, de forma flexible, caballetes de vidrio diseñados por ella, sobre los cuales estarían las obras. El gesto buscaba romper con el tradicional modelo europeo de museo, donde las obras quedan en paredes y distribuidas de manera lineal, un recorrido que se impone desde el organizador hacia el visitante. Con los caballetes, es el público el que elige su propio recorrido: circula entre los soportes, los contornea, ve las obras desde adelante y desde atrás, visualizando incluso la estructura de los marcos y anotaciones dejadas por los autores en la parte trasera. 

La disposición de los caballetes de cristal diseñados por Liana Bo bardi permiten que el público elija su propio recorrido dentro de la sala. Museu de Arte de São Paulo (MASP). Foto: Marcos Santos/USP Imagens.

Sin embargo, en 1996, los caballetes de vidrio fueron sustituidos por la tradicional división con paredes. La adaptación se mantuvo hasta 2015, cuando Adriano Pedrosa, nombrado director artístico del museo en 2014, volvió a introducirlos. Este es el formato actual de la exposición del acervo del MASP, con las obras en rotación constante. La información sobre la obra va ubicada en la parte trasera del caballete, para que el visitante primero entre en contacto con la obra, y luego con sus datos técnicos y autoría. Una experiencia totalmente distinta, que permite acercarse al arte desde otros lugares y establecer nuevas relaciones, tanto a nivel individual como colectivo. 

Sesc Pompéia

El Sesc nace de una intervención de la arquitecta en una antigua fábrica de tambores. Bo Bardi mantiene los edificios preexistentes, sobre los que diseña un centro comunitario destinado a actividades de ocio, cultura y deporte. SESC Pompéia. Foto: Micaela Redondo

A Lina le interesaba particularmente el potencial de la arquitectura y del diseño como creador de espacios lúdicos, comunitarios, públicos, donde las personas pudiesen vivir de manera plena, solidaria y creativa. Este deseo se ve reflejado en diversos proyectos, pero es en el Sesc Pompéia, proyecto de 1977, donde reúne una serie de sus ideas y deseos. 

El Sesc nace de una intervención de la arquitecta en una antigua fábrica de tambores. Bo Bardi mantiene los edificios preexistentes, sobre los que diseña un centro comunitario destinado a actividades de ocio, cultura y deporte. El visitante entra por lo que fue la calle interna de la fábrica, con edificios de ladrillos de ambos lados, donde funcionan la biblioteca, espacios de lectura, áreas libres para exposiciones y actividades culturales, teatro, comedores, salas para talleres y un complejo de atención médica.

El camino desagua en la “playa del Sesc”, espacio con reposeras, mesas y sillas, donde es muy común encontrar personas tomando sol. Al fondo, se elevan dos sólidos volúmenes de hormigón conectados por pasarelas. Las “ventanas”, huecos disformes en el hormigón, con paneles rojos permeables al sol y el viento, fueron pensadas con dos objetivos: mantener el confort térmico de manera natural, y aludir a agujeros prehistóricos y cuevas, creando una relación entre hombre y naturaleza en el interior del edificio, destinado al uso deportivo. En cuanto a las pasarelas, sus barandillas no llegan a tocar la masa gris y ríspida de los volúmenes de hormigón: se detienen antes, dejando un pequeño espacio donde Lina ubica flores de Mandacaru, símbolo de la resistencia del pueblo del nordeste brasileño. Un detalle que remarca no solo la conexión de la arquitecta con la región, sino el rol de los migrantes del nordeste en la construcción de San Pablo. 

Lina Bo Bardi y la Biennale di Venezia

Lina Bo Bardi también ha sido recordada en la última edición de la Biennale di Venezia, cuando fue reconocida con el León de Oro por el conjunto de su obra en la Biennale Architettura 2021. Fue recomendada por Hashim Sarkis, entonces curador de la bienal de arquitectura, que expresó la siguiente motivación:

“Si hay una arquitecta que encarna mejor el tema de la Bienal de Arquitectura 2021, esa es Lina Bo Bardi. Su carrera como diseñadora, editora, curadora y activista nos recuerda el papel del arquitecto como convocante y, más importante aún, como constructor de visiones colectivas. Lina Bo Bardi también ejemplifica la perseverancia de la arquitecta en tiempos difíciles, ya sean guerras, conflictos políticos o inmigración, y su capacidad para permanecer creativa, generosa y optimista en todo momento.”

Este año, la arquitecta vuelve a hacerse presente. Adriano Pedrosa ha creado un pabellón con sus caballetes de vidrio, espacio que ansiamos conocer. 

 

Foto de portada: Casa de Vidrio en los días de hoy. Foto: Nelson Kon.