ARTES VISUALES: VIVIR SUS VIDAS - Chiachio & Giannone

VIVIR SUS VIDAS
Chiachio & Giannone/ Gentileza: Colección de Arte Amalia Lacroze de Fortabat

VIVIR SUS VIDAS
Chiachio & Giannone

¿Por qué resulta tan vital la obra de Chiachio & Giannone?

La pareja de artistas conformada por Leo Chiachio (1969) y Daniel Giannone (1964) decidió fundirse en unidad creativa y amorosa en 2003, volcándose al textil para volverse otros y dejar atrás los gestos individuales que caracterizaban su pintura y dibujo. Cultivaron juntos desde entonces y con insistencia poética- el género del autorretrato en una variante particular: un retrato de familia que se expande para incluir a su prole de canes, encabezada por el primogénito Piolín. En la era de la selfie, sin embargo, el autorretrato es la visualidad más emblemática y no es allí donde radica la fuerza de su producción; toda una infraestructura planetaria de minas de silicio, laboratorios, fábricas, bases de datos, antenas monumentales y cables transoceánicos se encuentra al servicio de producir esa nube de ensueños que nos encandila diariamente con imágenes felices, jóvenes, musculosas, exitosas y excitantes.

Ahora bien, estos son también los tiempos de un recrudecimiento neocolonial. Los mismos de siempre se llevan el oro mientras venden una versión devaluada de sus modos de vida a través de las series, películas, libros y música que promueven las plataformas multinacionales cada vez más hegemónicas. Esto no es nuevo. La historia colonial es aquella que nos enseña a aspirar e imitar las maneras metropolitanas. Basta con ver los destinos de vuelos en Ezeiza. ¿A dónde se viaja para ver arte y comprar ropa? Madrid, Roma, París, Londres, Nueva York, Miami; América Latina queda relegada a destino de playas: Florianópolis, Río de Janeiro, Punta Cana, Cancún.

Es ahí tal vez donde florecen las telas de Chiachio & Giannone. Desde el travestismo y la irreverencia marica y una profunda investigación de la historia del arte, bordan un mundo de fantasía con un imaginario infinitamente más vasto. Con citas poco habituales que van desde las pinturas de la cordobesa Olimpia Payer a los cuadernos de la artista peruana Elena Izcue, habilitan un sinfín de relatos alternativos. Gracias a sus prácticas domésticas, superaron la crisis posterior al 2001 y los rótulos que jamás quisieron habitar -varones, pintores, civilizados-, proyectando abiertamente sus deseos en toda imagen con la que pudieran identificarse desde una posición de otredad radical. Lo hicieron desde la temporalidad lenta del oficio manual que habilita la reflexión sobre la imagen y el diálogo entre mentes creadoras. Puntada por puntada, se fueron apropiando en sus bordados de las riquezas simbólicas del mundo y proponiendo mil vidas posibles para su lazo maricón.

A la manera de un museo enciclopédico, esta exhibición reúne un conjunto de los tesoros que acumularon en estos veinte años de proyecciones planetarias. Con ellos, Chiachio & Giannone ofrecen una mirada ordenadora del mundo que se ríe del yugo etnográfico de la visión imperial, poniendo en pie de igualdad los mosaicos pompeyanos, las máscaras kabuki, los motivos textiles guaraníes o los tapices rococó. Dividida en distintas galerías, cada una construye un juego de referencias culturales que entiende el origen como ficción y la creación como producto de intercambios materiales y simbólicos; cada galería constituye entonces un sistema abierto y se derrama sobre la siguiente, mientras que los vencedores ocupan tan solo una provincia más dentro de este territorio imaginado.

Como propone el antropólogo Michael Taussig, el descubrimiento de toda identidad como construcción social -y, por ende, histórica y abierta al cambio- no debiera ser la conclusión de las investigaciones, sino el punto de partida para inventar todo de nuevo; esa es la batalla
que define la producción de Chiachio & Giannone, quienes abren lugar a identificaciones inesperadas desde el humor y el amor compartido por la belleza popular.

Preludio criollo
Las preguntas por la identidad nacional han vivido periodos de gran intensidad en Argentina. Uno de ellos fue la época del Centenario en 1910. En respuesta a la inmigración masiva, las élites económicas y culturales fomentaron un proceso de restauración nacionalista que fue ampliamente discutido en el arte. La cultura material y el textil en particular jugaron un papel fundamental en estos debates. Los Mantones de Manila -obra de Fernando Fader premiada en el Salón Nacional de 1914- tiene como protagonistas a estas prendas femeninas que son admiradas y evaluadas por cuatro mujeres que representan distintos grupos sociales. Símbolo de la hispanidad, el mantón aparece aquí como metonimia del legado colonial; sin embargo, su origen se remonta a China, donde la fabricación de mantones se adaptó al gusto occidental durante la expansión imperial europea. Los mantones eran luego transportados por barcos españoles a sus dominios en Filipinas y México, donde se volvieron populares y se empezaron a producir con nuevos motivos.

Estas mutaciones simbólicas tienen un ritmo particularmente intenso en las artes decorativas ya que responden al gusto popular y los patrones de consumo. Al trabajar con este legado desde el textil, la obra de Chiachio & Giannone está plagada de operaciones complejas en las que se juegan múltiples sentidos con cada disfraz y se ponen en tensión diversas historias. En su caracterización temprana como conquistadores y caciques, próceres y santos, revelan el potencial homoerótico en la veneración histórica a estas figuras.

Cuando retornan al paisaje nacional con la serie Criollita, intensifican los juegos de apropiaciones y aparece en las sierras cordobesas una referencia a las famosas piscinas de David Hockney en el políptico que resultó ganador en el Salón Nacional de 2018. Otra constante en su producción es el homenaje a artistas mujeres, como se aprecia en Ranchita criolla, donde realizan una cita a la pintura El abrojal de Olimpia Payer (1893-1989), artista pionera de Córdoba y de la tendencia impresionista en Argentina junto a otrxs como José Malanca y el propio Fader.

Belleza y orientalismo
En sus comienzos, Chiachio & Giannone participaron activamente de los grupos de artistas nucleados en torno a espacios como Sonoridad Amarilla y Belleza y Felicidad. Este último -fundado por Fernanda Laguna y Cecilia Pavón- continuó en cierto sentido con las exploraciones iniciadas en el Centro Cultural Rojas durante los años 90. La dupla fue parte de debates estéticos que estuvieron centrados en la valoración del ornamento, las manualidades, el gusto popular y, sobre todo, en una práctica de saber hacer con lo posible en los años posteriores a la crisis de 2001. El bordado, en este sentido, fue una práctica económica que posibilitó el desarrollo de su imaginario. Destaca de este periodo la obra Chinitos Kids, en la que bordan su imagen en la funda de almohada de infancia de Daniel.

El nuevo milenio había traído a Buenos Aires un gusto por la ornamentación china, japonesa e india que puso de moda el Barrio Chino, entre otras cosas, reactivando localmente la antigua pasión orientalista. Chiachio & Giannone se apropiaron de los símbolos de la buena fortuna para bendecir su amor naciente y su práctica artística en tiempos inciertos. Así bordaron, por ejemplo, una fantasía orientalista sobre el último traje que Daniel utilizó antes de abandonar su vida corporativa y entregarse al arte. Desarrollaron un estudio sostenido de las culturas japonesa y china, que incluyó el aprendizaje de las técnicas de decoración de porcelanas al estilo Imari y Satsuma en el taller de Graciela Canero. Esta búsqueda continuó con su residencia en China en 2018 con la serie Comrades in Shanghai, título que refiere a la política local y al nombre en código con el que se designaba antiguamente la comunidad homosexual en ese país.

Romance guaraní
Ante una discriminación que imperaba en distintos estratos de la sociedad argentina antes de la sanción de la ley de matrimonio igualitario en 2010, Tigre se convirtió en un refugio para la pareja, como ya lo había sido para la comunidad LGBTIQ+ durante la última dictadura cívico-militar. El Delta abrió el interés por el Litoral y la cultura del Paraná. En un viaje a Rosario, se encontraron con el icónico mural de Raúl Domínguez en la Estación Fluvial, que plantea una construcción mítica del paisaje ribereño a través de la fusión de mitos grecorromanos y guaraníes. El impacto de este trabajo se observa en varias obras deChiachio & Giannone que incorporan citas a Domínguez como, por ejemplo, El amor del Irupé.

La selva no goza de gran difusión en el imaginario argentino. Las representaciones más famosas que abordan este paisaje en distintos territorios -de Santiago del Estero a Misiones-, como los cuentos de Ricardo Rojas en El país de la selva y los de Horacio Quiroga en Cuentos de amor, locura y muerte, se caracterizan por el terror que infunde, desde la perspectiva blanca y colonial, una naturaleza exuberante. En un proceso de desidentificación, Chiachio & Giannone se apropiaron de la imagen guaraní como símbolo de su amor y de una existencia disidente, y repitieron el motivo de la familia guaraní en múltiples obras. A su vez, se dedicaron a estudiar la flora autóctona del Litoral, que aparece con insistencia en su producción. Este es el caso de La familia en el alegre verdor, obra con la que ganaron el concurso en 2013 de la Cité Internationale de la Tapisserie d’Aubusson y a partir de la cual se produjo el primer tápiz de ese famoso pueblo de artesanos, que data del siglo XV, en el que se representa un paisaje latinoamericano.

Ecos del Collasuyo
En su libro sobre las ruinas de Tiahuanaco, Bartolomé Mitre rescata un episodio singular de la historia colonial: tras la supresión de la rebelión de Túpac Amaru II en 1783 y su cruento asesinato, se prohibió en el Virreinato del Perú el uso de la vestimenta incaica.
Este hecho expone la fuerza de los símbolos comunitarios en sus expresiones más cotidianas como la ropa. Desde su interés por los símbolos de la buena fortuna en distintas culturas, Chiachio & Giannone exploraron la figura divina del ekeko, proveedor de la abundancia, cuyo origen parece remontarse a la antigua cultura tiahuanaco, aunque sufrió diversas mutaciones durante los períodos incaico y colonial. Chiachio & Giannone adoptan sus ropajes para imbuirse de su espíritu y lo convierten en un símbolo dual que repiten ad infinitum en una serie de porcelanas a las que revisten de los más diversos ornamentos.

Por otro lado, en sus viajes a Salta para una exhibición en el MAC, invitados por Marcela López Sastre, conocieron la obra del artista, docente y gestor Carlos “Pajita” García Bes (1914-1978), quien es reconocido fundamentalmente por su trabajo textil, que incorpora diversas tradiciones americanas, y por su participación en la fundación en 1945 de la revista de arte Ángulo y en 1950 de la Escuela Provincial de Bellas Artes. Chiachio & Giannone produjeron un bordado en su homenaje y lo reprodujeron en un tapiz de la mano de Liliana Ida Ponisio, quien integraba el grupo de tejedoras que trabajaba con García Bes. Como parte de esta misma búsqueda estética, produjeron también un a serie de obras, que no integra esta exposición, en homenaje a las arpilleras de Violeta Parra. El interés por los símbolos y mitos americanos revela la influencia en su producción de la reacción cultural y política en América Latina durante los 60 y 70 -años de su infancia- frente a los avances del neocolonialismo y el imperialismo norteamericano durante la Guerra Fría.

Sueño americano
En un viaje para una exhibición en el San Jose Museum of Quilts and Textiles en 2011, Chiachio & Giannone descubren las telas de la reconocida casa de diseño Alexander Henry y se apasionan por una colección que presenta estampas de chongos musculosos que siguen los estereotipos del hombre estadounidense. Los encuentran parecidos a los que se cruzan en las calles y fiestas de San Francisco, famosa meca gay que atravesaba en ese momento un acelerado proceso de gentrificación debido al desarrollo de Silicon Valley. Con ellas, producen una serie en la que se bordan a sí mismos rodeados de un harén simbólico e introducen pequeñas variaciones en los motivos originales. Esta serie se vincula estrechamente con producciones anteriores como la instalación Bagno de 2005, en la que se observa la influencia de las imágenes homoeróticas de revistas importadas estadounidenses como Honcho, Mandate o Playguy que ya habían sido reelaboradas en la obra individual de Leo antes de su fusión con Daniel.

Más adelante, Chiachio & Giannone afianzan su relación con California y con su comunidad de artistas queer y chicanxs gracias a una invitación del Museum of Latin American Art de Los Ángeles (MOLAA). Allí desarrollan una práctica colaborativa con la comunidad LGBTIQ+ de Long Beach, que consistió en una gran bandera del arcoiris con retazos de deseos individuales y que culminó con una procesión colectiva en la Marcha del Orgullo de 2019. Continuaron, a su vez, con una versión californiana de la serie de mosaicos textiles bajo el nombre Familia a seis colores, que expande la noción de familia en clave cuir, incorporando citas a artistas con los que se sienten emparentados desde la disidencia sexual.

Su familia californiana incluye a artistas poco conocidos en Argentina de la escena underground estadounidense, como Joey Terrill, Rubén Esparza, Teddy Sandoval y Greer Lankton, y a otros más establecidos, como Guillermo Gómez Peña, Jasper Johns y David Wojnarowicz.

Rincón Caribe
Este pequeño segmento de la muestra reúne dos proyectos en colaboración con artesanxs, realizados a raíz de dos exhibiciones distintas en Guatemala y Colombia entre 2009 y 2011. En la primera, fueron convocados por Eva Grinstein y le pidieron a la institución organizadora -Centro Cultural de España en Guatemala- que destinara el presupuesto de la exhibición a producciones de comunidades locales de artesanxs; la consigna otorgada fue realizar un textil con un personaje morocho, otro rubio y un perro salchicha. De este modo, exploraron las tradiciones narrativas de las prácticas textiles en Guatemala, incorporando un filtro interpretativo que permitía nuevas mutaciones para su imagen ya icónica. Aquí se exhiben dos obras que resultaron de este proceso; una, realizada por Sonia Regina López y la otra, por el Grupo Olas, que nuclea a disidencias sexuales de Santiago de Atitlán. Ambas parten de técnicas (como el telar de cintura), patrones y motivos locales que conforman las narrativas habituales y los usos del textil en relación con la memoria colectiva.

En sintonía con estos trabajos, se encuentra el gran bordado central que fue realizado entre Colombia y Argentina, a partir de una invitación de Esteban Álvarez, y que recrea la llegada de Chiachio & Giannone al pueblo de San Jacinto, donde pasearon en burro por sus calles para reconocer el lugar. Esta memoria de visitantes se ve enmarcada por dos bordados de Gladys Tamara Bustillo, dedicada a la artesanía de hamacas, en los que incluyen guardas con motivos de flores y hojas nativas que aprendió a realizar de su madre. El conjunto responde a largas conversaciones sostenidas en el transcurso de un año sobre recuerdos familiares y al intercambio de saberes.

El viejo mundo
En esta estructura de orden catedralicio que juega con la arquitectura de la Colección Amalita, se presentan una serie de herejías estéticas. Si la historia del arte occidental se narra habitualmente desde la perspectiva europea con su distinción entre bellas artes y artes decorativas y su teleología de grandes maestros, escuelas y estilos, Chiachio & Giannone producen un singular giro de tuerca en el que amalgaman con destreza 2000 años de historia y diversos medios. A través de la técnica del mosaico textil que desarrollaron luego de una visita a Pompeya en 2016, llevan a la tela elementos que reúnen la decoración pompeyana con el diseño moderno de la Bauhaus o el ícono gay de San Sebastián con el paisaje del norte argentino.

Si bien esta producción abunda en humor y podría pensarse desde la lógica del pastiche posmoderno, su poética y potencia crítica no radican en la ironía. La riqueza de las investigaciones de Chiachio & Giannone y la exactitud de las citas que ponen en juego revelan vínculos inesperados y contrastes entre visiones del mundo. Su propuesta estética recuerda a la investigaciones del historiador austríaco Alois Riegl, quien estudió la similitud entre formas y estilos de distintas culturas y períodos, revelando la vitalidad sostenida de la ornamentación como necesidad y búsqueda espiritual de la humanidad. Siguiendo esta lógica, Chiachio & Giannone sorprenden por su capacidad de integrar las citas más diversas en perfecta armonía o en profunda tensión a partir de relaciones formales. En obras como Pared bordada, que va mutando en su composición, ponen en tensión la sensualidad de las superficies que generan todo ornamento y el ilusionismo del espacio en el arte europeo.

Producen yuxtaposiciones que imponen sobre escenas del rococó -usadas para la decoración doméstica de almohadones, cortinas y tapices- motivos ornamentales de diversas culturas americanas y del diseño moderno. Finalmente, la irreverencia de su intervención en
Autorretratos rococó recuerda al icónico gesto de Duchamp sobre la Gioconda en L.H.O.O.Q.

La invención de los Comechiffones
El cierre de esta exposición reúne la producción más reciente. Esta etapa de madurez es presentada a través del neologismo comechiffones: fusión entre comechingones, en referencia a la historia familiar de Leo, y los chiffoniers que recolectaban los retazos de tela descartados por la industria textil parisina en los siglos XVIII y XIX para reciclarlos. La síntesis contiene y potencia el carácter antropofágico de Chiachio & Giannone, que nutren su producción de todas las investigaciones vistas en las galerías anteriores. Esto se hace visible con fuerza en esta sección a través de una serie de complejas operaciones simbólicas y de traducciones entre medios y técnicas. Un ejemplo es el proyecto Fiesta (2022), realizado para Colección Amalita, donde toman textiles que están representados en las pinturas argentinas del acervo y los llevan a estampas con las que producen, a su vez, los vestidos que se usan para bailar un pericón en honor a la diversidad racial y sexogenérica en una película de Super-8 que realizan junto con Agustina Comedi.

Interesados además por el ámbito doméstico, en estos años realizan cortinas, jarrones y tapices en los que incluyen motivos que toman de Elena Izcue y Ricardo Rojas, la obra de Yente, sus propias investigaciones sobre las culturas comechingona y La Aguada y artistas modernas europeas como Anni Albers y Gunta Stölzl. Frente a tradiciones de diseño que desde la conformación del estado-nación argentino han tendido a imitar las modas europeas, proponen un espacio doméstico que incorpora formas americanas, actualizando las búsquedas del nativismo en las artes decorativas de principios del siglo pasado. Las yuxtaposiciones son reveladoras y permiten recuperar, una vez más, líneas pocos transitadas en la historia del arte, como aquella que desarrolla César Paternosto para la exposición Abstracción: el paradigma amerindio (2001), donde demuestra la enorme influencia que tuvo sobre los planteos de diseño de la Bauhaus la presencia de 9.000 textiles de la antigüedad peruana en el Ethnologisches Museum de Berlín.

Apéndice: Lazos de familia. Este pequeño apéndice de la muestra se centra en cómo las prácticas artísticas de Chiachio & Giannone expanden la noción de familia, desde el núcleo tradicional, para incluir filiaciones estéticas. Se exhiben tres obras de la serie Familia a seis colores que produjeron en las salas del Centro Cultural Kirchner en 2018 en las que se visten y rodean con obras de artistas argentinxs de la disidencia sexual, proponiendo una pequeña genealogía que nada tiene que ver con la biología, la sangre o la convivencia. Fue aquí también donde hicieron por primera vez una serie de banderas del orgullo de manera colaborativa con la comunidad de visitantes, proyecto para el que invitaron también a Cecilia Koppmann. Junto a estas obras, se exponen una serie de retratos de la pareja, realizados por reconocidxs fotógrafxs y amigxs.

En una reunión entre documentación y fantasía, elementos indisolubles en su obra, se revelan otros aspectos espacio-temporales respecto de los que aparecen en los bordados, tapices y mosaicos textiles.

Textos Leandro Martínez Depietri

COLECCIÓN AMALITA
Olga Cossettini 141, Puerto Madero. CABA