Pionera en el uso de biomateriales como el micelio y la biocerámica, María Mallo explora cómo la naturaleza y la tecnología pueden reconfigurar el diseño contemporáneo. Con proyectos que van de lámparas hechas con cáscaras de huevo a arquitecturas comestibles, su investigación redefine el futuro sostenible de la disciplina.
Por Vivian Urfeig
26.11.2025
El abordaje de María Mallo propone una visión disruptiva sobre los espacios y las formas de habitarlos. La arquitecta española (44 años) desarrolla estructuras efímeras con materiales biodegradables, luminarias a partir de hongos y bacterias y articula su rol docente junto a la divulgación del diseño digital y paramétrico. Sus piezas son singulares, con personalidad e identidad propia.
Las geometrías de la naturaleza son el punto de partida del trabajo de Mallo, cuyo punto de inflexión fue la incoherencia entre la presentación que realizó en su tesis doctoral y el material utilizado. “Desde entonces ya no hay marcha atrás. Mi posición frente a los plásticos es imperturbable. No hay excusas para trabajar con materiales regenerativos en función de lograr un impacto que restaure la huella de carbono”, dice desde su estudio, Mad Materials, en Madrid.

MAD Materials, María Mallo, María Tolmos y María Sequeiros. Foto: Ignacio Barrios, gentileza María Mallo.
Allí, junto a sus socias María Tolmos y María Sequeiros (“sí, las tres Marías”, afirma) montaron un laboratorio que indaga sobre las posibilidades del micelio para “habitar la intersección entre el diseño, la innovación, la ciencia y el arte”. Orientado a resolver montajes, productos y puestas escenográficas para empresas, este centro de biocreación concientiza sobre los desechos: “Se estima que generamos alrededor de 2.01 mil millones de toneladas de desechos sólidos urbanos anualmente. Usamos materiales extremadamente duraderos para productos de vida corta. Afortunadamente se están empezando a tomar medidas al respecto. Como consumidores podemos hacer que las empresas cambien con nuestras decisiones. El 73% de los consumidores globales están dispuestos a cambiar sus hábitos de consumo para reducir su impacto ambiental”, afirma Mallo.

Breeding Space es una arquitectura que está viva, crece, se cultiva e incluso genera subproductos comestibles. Un espacio creado a partir de algoritmos generativos y micelio de seta de ostra sobre paja. Foto: Wladimir Pulupa, gentileza María Mallo.
Su autodefinición la pinta por completo: “Tengo pulsión por la autoproducción. Soy una hacedora serial. Pero no soy una arquitecta convencional, elegí la carrera porque me gustaba pintar y por las matemáticas y la arquitectura unía a las dos. Me fascina el mundo natural. La naturaleza es mi maestra, mi cuerpo, mi nido”, afirma. Y subraya que prefiere indagar la proporción de los espacios desde los cuerpos que la habitan y sus emociones, más que de los ladrillos y el concepto tradicional, al que define como “frío e icónico”.
El trabajo de Mallo integra la colección permanente del Frac Centre, centrado en la investigación sobre geometrías naturales y biomateriales a través de la experimentación con técnicas artesanales y digitales. Buena parte de sus aportes a este universo se exhibieron en la Biennale de Vierzon, el Museo Nacional de Artes Decorativas, la Biennale de Rabat, la Central de Diseño de Madrid, y la Biennale d´Architecture d´Orléans, MediaLab Prado y Matadero Madrid, entre otros.

Bienal de Arte y Arquitectura del Frac Centre–Val de Loire, Vierzon 2022, Francia. Gentileza María Mallo.
¿Cuál es tu reflexión sobre el diseño con inteligencia artificial?
Es más ágil, sobre todo para presentaciones y renders. Es inmediata. Pero atención, si no tiene el gesto manual no me emociona. Lo interesante, en el diseño, es el proceso, más allá de los resultados, el diálogo entre las partes. Al mundo le encanta tomar partido, pero el diseño no es binario. Por eso, el ecosistema natural es ideal para explicar nuestro concepto, que está inspirado en las especies que se protegen, o en la permacultura. Y esto, en el arte y el diseño, es lo que mejor funciona: las piezas interactúan, no son ni una cosa ni la otra.
¿Cómo desarrollaste las lámparas a base de cáscara de huevo?
Las Egg Shell Lamps son 100% de carbonato cálcico (cáscara de huevo y aglutinantes naturales). Son piezas con apariencia de biocerámica para interiorismo, vidrieras, hoteles y particulares, trabajadas de forma artesanal, resistentes y duraderas, porque la cáscara de huevo es un súper biomaterial y la usamos para crear biocerámica. Esto garantiza su consistencia, rigidez y belleza.
De las piezas de autor al mobiliario urbano, ¿Cómo te manejás con esos cambios de escala?
Muy bien, porque analizo todas las posibilidades. Por ejemplo, para un proyecto en Francia, en Vierzon, desarrollé una pieza a partir del diseño paramétrico y el análisis de las mejores tumbonas de todos los tiempos. El resultado fue una geometría montañosa, realizada en cal y no en cemento. Sumé brotes de bioplásticos para que los usuarios los cambien a medida que se van degradando. Y que se apropien del espacio público. El urbanismo también puede contribuir a mejorar la calidad de vida.

Izq: Maria Mallo. Doctora Arquitecta y Técnico Superior en Artes Aplicadas a la Escultura. De espíritu multidisciplinar especializada en la auto-producción y los procesos creativos. Su actividad se centra en la investigación de geometrías naturales situándose en la intersección entre arquitectura, diseño y arte. Apuesta por la creación híbrida y experimental en la que se funden lo artesanal, lo digital, lo intuitivo y lo científico. Der: Funghi lamp. Foto: Ignacio Barrios, gentileza María Mallo.
¿En qué te inspiraste para el proyecto de arquitectura comestible?
Breeding Space es una arquitectura viva, que crece, se cultiva e incluso genera subproductos comestibles. Un espacio criado a partir de algoritmos generativos y micelio, construido entre una empresa de fabricación digital, un taller artesanal y un garaje convertido en laboratorio. Es una instalación que mide 3,7m de diámetro y 2,5m de alto, que deja ver desde el interior los elementos auxiliares necesarios para su construcción: endoesqueleto de varilla de hierro soldada y encofrado perdido de tableros de madera. El proyecto incluía 16 burbujas de kombucha que cerraban los huecos con el bio material traslúcido y aunque finalmente no se materializaro, dieron lugar a la serie fotográfica Breeding Territories. Breeding Space y Breeding Territories estuvieron expuestos en la Biennale de Rabat. Desde 2020, cuando se donó al Museo Mohamed VI de Rabat, espera su biodegradación en los jardines.
¿Cuáles son tus próximos pasos?
Contribuir a una marca de moda para el desarrollo de vidrieras con material de descarte textil, seguir explorando los alcances del micelio e investigar un pegamento revolucionario. Otra línea de desarrollo es la transferencia de investigación junto a la Universidad Politécnica de Madrid y su escuela Superior de Arquitectura. El proyecto investigará cómo se siente tocar estos biomateriales, con un registro científico que compruebe el bienestar que genera en las personas.
¿El micelio es el futuro?
Sin dudas, el reino funghi, el reino de las algas y las bacterias ya son capaces de procesar el plástico. Es imperioso revalorizar estos universos olvidados.
Fotos de portada: Izq y Der: Las Egg Shell Lamps son 100% de carbonato cálcico (cáscara de huevo y aglutinantes naturales). Son piezas con apariencia de biocerámica para interiorismo, vidrieras, hoteles y particulares, trabajadas de forma artesanal, resistentes y duraderas, porque la cáscara de huevo es un súper biomaterial y la usamos para crear biocerámica. Esto garantiza su consistencia, rigidez y belleza. Centro: Proyecto Archipelago Arte y Arquitectura en Bienal de Arte y Arquitectura del Frac Centre–Val de Loire, Vierzon 2022, Francia. Gentileza María Mallo.
