Elisa “Lis” Rocca, es la arquitecta que trajo el festival Open House a Latinoamérica. Inspirada por su infancia entre el arte, la música y la arquitectura, y tras formarse en Barcelona, logró abrir cientos de edificios de la ciudad al público, transformando la curiosidad urbana en una experiencia cultural masiva que hoy reúne a decenas de miles de visitantes cada año.
Por Daniela Quintana
26.11.2025
Nació en Montevideo. Recuerda muchas mudanzas en su infancia. A sus 7 años su familia emigró a Buenos Aires, recalando en el barrio de Belgrano, lugar donde continúa viviendo. Su padre es un entusiasta del dibujo, del diseño y la arquitectura, aunque no se dedica a ninguna de las tres cosas. Su madre estudió primero biología y de más grande diseño de indumentaria. “En mi casa el arte, en las más diversas formas, siempre estuvo muy presente” resume Lis.
Elisa, es Lis para sus amigos. Cuando recorre su vida recuerda que no supo que quería estudiar hasta promediar 5to año del secundario y el click sucedió con un video de la casa de la cascada de Frank Lloyd Wright; en esos mismos recuerdos también aparece la casa de un tío en Uruguay, al que visitaban seguido y las conversaciones con el padre de una amiga que se dedicaba a la arquitectura más tradicional. A medida que avanzaba en su carrera, se enamoró también de la versatilidad y la interdisciplina que plantea la profesión.
Durante su infancia estudió piano en el Conservatorio Nacional López Buchardo y, si bien hoy el piano no forma parte de su cotidianidad, considera que las exigencias que planteaba la institución ayudaron a moldear su carácter.
En el año 2009, Elisa fue a trabajar y estudiar en Barcelona. A 10 días de partir le informan que la maestría a la que se había anotado no iba a abrir cohorte. Traza rápidamente un plan alternativo y decide inscribirse en el Máster Laboratorio de la Vivienda del siglo XXI cuyos directores son Josep Maria Montaner y Zaida Muxí.

Cómo se gesta la idea
Su estancia en la capital catalana coincide con el desarrollo del 1er Open House (2010) y una amiga la motiva a inscribirse como voluntaria. Elisa cuenta que en ese momento tenía muchas incertidumbres sobre su presente y su futuro profesional. Cuando planifica su regreso, aplica a una beca del Conicet para realizar el Doctorado; y en simultáneo se pregunta ¿Qué pasa si llevo el formato Open House a Buenos Aires?
Recordemos que las comunicaciones interoceánicas no tenían la velocidad que tiene hoy. Le escribe vía mail a Santiago, uno de sus compañeros de estudios y éste le responde casi como en automático: ¡Genial, está buenisimo!. Se contacta con los organizadores barceloneses y son ellos quienes más le insisten para que se embarque en el proyecto.
“El procedimiento para presentar la Ciudad de Buenos Aires como posible candidata al programa Open House, fue intenso. En primer lugar realizamos un listado de 100 edificios que despierten interés y sean posibles de visitar. Luego nos tocó insistir”, explica Elisa y añade, “esto es casi parte de un mecanismo que tiene la organización para verificar el interés”. El resultado del trabajo realizado es que Buenos Aires se convirtió en la primera ciudad de latinoamérica en participar del festival.
“Si bien desde la organización internacional pedían un mínimo de 30 edificios, la primera edición de Open House Buenos Aires logramos abrir 54 puertas”, recuerda Elisa y añade que le emocionó poder contar con la casa de los arquitectos Barbara Berson y Horacio Sardin. "De ese primer año quedaron anécdotas buenísimas como que algunos propietarios abrían su casa en joggins y musculosa; otros esperaban a los visitantes con limonada y masitas mientras que algunos incluso prepararon choripanes, era muy simpático que en las casas particulares los visitantes se integraban a las dinámicas familiares. Hoy eso cambió un poco y hay más formalidades”, explica Elisa, “todos fuimos aprendiendo”.

Proyectos destacados, seguridad y organización
“A muchas personas les preocupaba el tema de la seguridad, pero cuando contactamos a los propietarios de los lugares que nos interesaba abrir, la seguridad no rankeaba como un problema; por el contrario los dueños se sentían halagados por que su casa, edificio u oficina sea tomado como referente. De todas formas la primera edición de Open House Buenos Aires contó con inscripción previa, porque como organizadores también queríamos tener ciertas garantías para transitar la experiencia.
“Desde la organización trabajamos para incluir Barrio 20 (Lugano), la Rodrigo Bueno (al borde de la Reserva Ecológica Sur) y el Pabellón Chacarita”; recuerda que incorporar estos espacios en Open House, permitió abrir la agenda urbana y mostrar procesos habitacionales más complejos, no desde la bandera política sino desde el reconocimiento territorial. “También me resulta interesante”, explica Elisa, “cuando abrimos algunos edificios de las cooperativas de viviendas que están bajo la Ley 341”.
Hay también en la ciudad lugares que despiertan curiosidad y que usualmente no abren sus puertas al público, Elisa menciona el chalet de la 9 de Julio, el mismísimo obelisco (cuando aún no estaba abierto como mirador y se subía por una escalera infinita) o el mítico edificio Kavanagh y las fabulosas cúpulas de los edificios Bencich.
Para desarrollar Open House Buenos Aires tuvieron que conformar una asociación civil que denominaron Cohabitar Urbano y en ella participan Santiago Chibán, Georgina Gabrielli, Ricardo Pomphile, Ignacio Queraltó y Elisa Rocca. “Luego de 10 ediciones”, cuenta Elisa, “decidimos nosotros quedamos a cargo de las áreas de de financiamiento y relaciones institucionales, e incorporamos a cinco arquitectos jóvenes que se encargan del área operativa”, y añade: “está bueno incorporar una mirada fresca y llena de energía”.
Mojón de los 10 años
“Lograr que un proyecto tenga 10 ediciones consecutivas es algo que merece ser festejado y es ahí que surgió la idea del libro. Cada año se generaban reportes estadísticos de lo sucedido y también memorias descriptivas con fotos de todos los espacios que abrían al festival, cuando compilamos todo el material caímos en la cuenta que habíamos logrado socializar 340 edificios de la ciudad, no solo espacios de valor patrimonial, sino fundamentalmente logramos que muchos privados de forma voluntaria mostraran sus casas y fue Hernan Bisman, de Bisman Ediciones, quien nos alentó a materializar el proyecto.”
En la primera edición fueron unos 20.000 visitantes, hoy esa cifra asciende a alrededor de 65.000 personas que disfrutan no solo de visitar casas, sino también participan de Open FOTO, Open Bici y Camina Buenos Aires. La curiosidad es un comportamiento instintivo natural, poder visitar durante 48 horas al año diferentes espacios es sin dudas un desafío para la organización y una motivación para todos los flâneurs curiosos que transitan nuestra ciudad.
Todas las fotos de esta nota son gentileza de Open House Buenos Aires
