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TEXTILES

Mendoza: Un recorrido por el arte, el diseño y la arquitectura junto a Wustavo Quiroga


Por Cecilia Molina

Wustavo Quiroga es uno de los investigadores y especialistas en archivos de diseño más importante de la Argentina. Gracias a su trabajo como investigador, editor y curador ha visibilizado el talento local y lo ha proyectado al mundo. Además es un potente gestor, fue uno de los creadores e impulsores de la Fundación IDA, actualmente es asesor de la galería de diseño Satsch y también es codirector y curador de Diseño Argentino Exponencial, una plataforma ligada a la investigación y desarrollo de proyectos. 

Originario de Mendoza, ha relevado a los creadores más talentosos de la región. The Praxis Journal viajó a esa ciudad y, bajo su curaduría, realizó un recorrido por el camino del arte, del diseño y la arquitectura del lugar. Una de las visitas elegidas para este recorrido fue la exposición permanente de tapices de la colección Blecua en el Club Tapiz.

Un espacio cultural con laberinto, entre viñedos, bajo la mirada del centinela de piedra. 

Este espacio cultural situado en la localidad de Maipú, Mendoza, dentro de la bodega Club Tapiz se inauguró en octubre del 2023 con la muestra permanente El Hilo de Ariadna. Su título no es casualidad: alude tanto al espacio laberíntico diseñado para albergarla como al simbolismo del textil, donde los hilos entrelazados crean tramas complejas, casi como un laberinto tejido con paciencia y maestría.

La colección reúne textiles elaborados por mujeres nómades y abarca un vasto territorio, desde las estepas de Asia Central hasta las montañas del Cáucaso. Las piezas que forman parte de la Colección Blecua fueron seleccionadas, con gran criterio curatorial, por el reconocido curador y ex director del MACBA Ferran Barenblit. El guión de la exposición lleva al espectador a adentrarse en un mundo donde, a través de la metáfora del Hilo de Ariadna y el minotauro, objetos diseñados para el uso cotidiano se convierten en parte de una experiencia extraordinaria.

“Los textiles tribales, a diferencia de los creados por los talleres urbanos para satisfacer a una clientela rica y sofisticada, son obra de mujeres nómadas sin educación formal y carecen generalmente de valor comercial, pues kilims, jajims, sofrehs, khorjins o taches son objetos de uso cotidiano y solo se convierten en obras de colección a partir de los años ochenta. La razón de este interés es justamente que los aficionados al arte contemporáneo ven en estas piezas obras muy similares a las de los grandes artistas de vanguardia”,  comenta Ramón Blecua en su ensayo El Hilo de Ariadna. Gentileza Espacio Cultural Tapiz

La historia y la trama

Ramón Blecua, es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid, diplomático  especializado en cooperación internacional y gestión cultural. Actualmente se desempeña como cónsul de España en Mendoza. Comenzó su colección a los 19 años y esa pasión no se detuvo nunca. El destino lo adentró en Asia e India y aquí se acrecentó su conocimiento e interés por cada una de las piezas que atesora. Su colección abarca tanto las piezas más simples, bellas y únicas diseñadas para contener alimentos así como también los textiles más complejos realizados con el fin de representar el poder de un soberano o plegarias a los dioses.

Ramón compartió con The Praxis Journal todo su conocimiento sobre el tema en este detallado ensayo de su autoría. 

El Hilo de Ariadna

Por Ramón Blecua

Los textiles han acompañado a la civilización humana desde sus inicios, siendo no solo objetos esenciales para la vida cotidiana sino también elementos que reflejaban estatus y poder, así como imágenes simbólicas, míticas o legendarias. Ciertos tejidos estaban reservados a la realeza o las castas sacerdotales, otros eran solamente accesibles a los potentados más ricos. El comercio de la seda constituyó uno de los más importantes recursos económicos de la antigüedad, dando nombre a la principal ruta comercial de la época y a infinidad de aventuras y leyendas. Sin embargo, existen otros textiles que reflejan un mundo fuera del sistema económico y social relacionado con la urbanización y el sistema productivo basado en la acumulación. El paradigma del mundo nómada, que empezó a llamar la atención de intelectuales contestatarios desde mediados del siglo pasado, como Deleuze y Guattari, se convirtió en una referencia alternativa. En su obra Mil mesetas: capitalismo y esquizofrenia desarrollan un nuevo modelo filosófico inspirado en la máquina de guerra nómada. Las obras que se exponen en Club Tapiz son el reflejo estético de ese universo emocional y simbólico de las grandes estepas de Asia Central hasta las montañas del Cáucaso. 

El original dispositivo de montaje de los textiles, en unos de los pasillos del laberinto de la bodega sobre toneles patrimonio del espacio cultural. Gentileza Espacio Cultural Tapiz.

Los laberintos son imágenes simbólicas del universo, presentes en todas las culturas, construcciones misteriosas, que solo son comprensibles a quienes poseen las claves de sus secretos o enigmas que hay que descifrar para conseguir triunfar en pruebas que pueden acarrear grandes riesgos. El mito del laberinto del Minotauro es un ejemplo de cómo un humilde hilo puede ser lo que descifre el secreto del formidable laberinto cretense. Un textil es un entramado de hilos que asemeja un laberinto, laboriosamente tejido con colores cuidadosamente escogidos. Los textiles tribales encierran sus propios enigmas que necesitan ser descifrados cual laberintos visuales. Como entender las composiciones abstractas que anónimas tejedoras elaboran para reflejar un mundo que tiene sorprendentes similitudes con obras del arte contemporáneo como por ejemplo las famosas cuadrículas de Mondrian. Cuando éste está pintando su Grid número 9, escribe en su diario: “estoy pintando un cielo estrellado, pero nadie será capaz de verlo”. Otros textiles parecen composiciones de Rothko o Malévich, de gran belleza plástica con una dimensión metafísica inefable.

“Finalmente, esas piezas han encontrado en la Bodega Tapiz un espacio acogedor donde contar sus historias. De mis conversaciones con Patricia Ortiz fue surgiendo la idea de convertir esa histórica bodega mendocina, con un nombre premonitorio, en un espacio mágico. El vino y los viajes siempre han inspirado nuestra imaginación y forman parte de historia que queremos compartir”, dice Ramón Blecua.

Esta colección que estamos presentando es inusual y heterodoxa, tanto por el carácter como por la selección de piezas y diseños, reflejo de la vida y gustos de quien la creó, como sucede con muchas colecciones privadas. Diplomático de profesión y viajero desde mi juventud, he ido coleccionando textiles tribales. Desde que con 19 años llegué al Gran Bazar de Estambul y quedé para siempre enamorado de esos objetos mágicos que nos transportan a la vida en las grandes estepas de Eurasia. Finalmente, esas piezas han encontrado en la Bodega Tapiz un espacio acogedor donde contar sus historias. De mis conversaciones con Patricia Ortiz fue surgiendo la idea de convertir esa histórica bodega mendocina, con un nombre premonitorio, en un espacio mágico. El vino y los viajes siempre han inspirado nuestra imaginación y forman parte de historia que queremos compartir.

Hoy en día, las tribus nómadas y su estilo de vida están desapareciendo rápidamente del teatro de la historia, pero hasta hace apenas un siglo eran los señores incontestables de amplios territorios entre el Cáucaso, Asia Central y China. Durante mi puesto en Teherán, me embarqué en varios viajes a caballo con las tribus nómadas de Irán, experimentando esa vida marcada por los ritmos de la naturaleza que no deja apenas trazas permanentes en el paisaje. Personajes con una vida legendaria, como Mary Gharagozlou o Louise Firouz me ofrecieron generosamente sus experiencias únicas de ese mundo nómada del que ellas vivieron su esplendido ocaso. De su paso por la historia quedan solamente joyas deslumbrantes y textiles de rara belleza, como la alfombra de Pazyryk, encontrada congelada en una tumba de un príncipe Escita del siglo V a.C. o el recuerdo hostil de los cronistas medievales aterrorizados ante las convulsiones que la llegada de los bárbaros provocó en su mundo.

“Es sin duda una de las paradojas del arte contemporáneo el que se acerca a las raíces primigenias de la creación en búsqueda de una conexión directa con lo absoluto y lo trascendente” comenta Blecua. 

En el siglo XIII, Gengis Khan a la cabeza de una alianza de pueblos nómadas mongoles y turcos, creó el mayor imperio conocido hasta ese momento y transformó el mundo en uno de los procesos de globalización más asombrosos que recuerda la historia. Como todos los imperios, tuvo su momento de decadencia a partir del siglo XV con las luchas internas habituales, pero sobre todo por un evento histórico de influencia no menos cataclísmica que las invasiones de los mongoles, como fue el descubrimiento de América y el desarrollo de las rutas comerciales trasatlánticas. Las transformaciones económicas y geopolíticas resultantes fueron enormes y arrumbarían la Ruta de la Seda al lugar de los recuerdos y las leyendas.  Las riquezas legendarias que circularon por esa ruta dieron forma al mundo contemporáneo, pues los grandes viajes de descubrimiento y exploración, posteriormente de conquista y colonización, tenían como objetivo encontrar caminos más rápidos y rentables a ese comercio de especias, textiles y objetos de lujo que Europa ansiaba con apetito cada vez más insaciable.

Si bien la seda y los textiles chinos fueron uno de los objetos más preciados durante cientos de años, y las caravanas a través de Persia y Turquía el principal medio de transporte para trasladarlos hasta Venecia, Córdoba o Cairo, no es esta la historia que cuenta esta colección. Los lujosos textiles que se vendían a precios exorbitantes son muy diferentes de los textiles que estas tribus nómadas, que reinaban en la estepa por la que transitaban, realizaban para sí mismos. Cuando uno emprende un viaje a través de las rutas de las migraciones nómadas, puede tener una revelación que no por obvia resulta menos sorprendente: nada que uno no pueda llevar consigo tiene realmente valor. Los pueblos nómadas no construían ciudades, templos o palacios, ni creaban esculturas, cuadros o muebles. Solo los textiles que utilizaban para todos los aspectos de la vida podían ser enrollados y cargados en mulas o camellos para emprender el viaje a los lejanos pastos de verano o invierno. 

Los textiles tribales, a diferencia de los creados por los talleres urbanos para satisfacer a una clientela rica y sofisticada, son obra de mujeres nómadas sin educación formal y carecen generalmente de valor comercial, pues kilims, jajims, sofrehs, khorjins o taches son objetos de uso cotidiano y solo se convierten en obras de colección a partir de los años ochenta. La razón de este interés es justamente que los aficionados al arte contemporáneo ven en estas piezas obras muy similares a las de los grandes artistas de vanguardia. ¿Qué tienen en común Rothko, Malevich, Mondrian o Tapies con anónimas tejedoras de las montañas de los Zagros o de los desiertos de Kermán? Es sin duda una de las paradojas del arte contemporáneo el que se acerca a las raíces primigenias de la creación en búsqueda de una conexión directa con lo absoluto y lo trascendente. En ese viaje puede inspirarse en máscaras africanas como hizo Pablo Picasso u objetos de arte primitivo, pero en este caso hay una ignorancia mutua absoluta pues ninguno de estos textiles llega al mercado del arte hasta los años noventa. El paralelismo que existe entre esas obras contemporáneas y los textiles tribales tiene que ver con algo más profundo que podríamos denominar el inconsciente colectivo de la humanidad. No en vano de alguna manera somos también descendientes de esos pueblos nómadas que periódicamente emergían de las vastas estepas de Eurasia para conquistar y saquear los viejos imperios de la antigüedad.  

Parviz Tanavoli, artista iraní de fama internacional es también uno de los principales coleccionistas y estudiosos del arte textil de las tribus nómadas de Irán. Es su infatigable labor como investigador y coleccionista lo que llevó a diversos marchantes del Bazar de Teherán a comenzar a comercializar estas extrañas piezas de una bárbara belleza y gran sofisticación formal. Yo me beneficié enormemente de su conocimiento y sensibilidad en múltiples conversaciones y visitas al Bazar. Otros galeristas/marchantes que siguieron en su estela, como Amir Hussein Etemad, unieron su afición a los textiles y el arte contemporáneo en una síntesis extraordinariamente rica de la cual se inspira también esta colección. Recientemente, Tanavoli donó una parte de su colección de textiles tribales al estado para la creación de un museo en Shiraz y la exposición de otra parte en el museo de alfombras de Teherán. Sus obras “Salt & bread”, “Taché of Chahar Mahal”, “Persian flatweaves”, “Shashavan Iranian rugs and textiles”, entre decenas de artículos y ensayos, han inspirado a coleccionistas y artistas por igual y todos le debemos una deuda de gratitud.

“Está usted entrando a un laberinto” es el hilo conductor para el espectador de esta exposición. Izq. Ramon Blecua. Der. En el laberinto subterráneo diseñado para albergar la colección y las exposiciones temporarias. Gentileza Espacio Cultural Club Tapiz

Esta colección abarca una vasta región entre las estepas de Asia Central y las montañas del Cáucaso, incorporando piezas de las tribus turcomanas, Baluch, Shashavan, Qashqai, Lori-Bakhtiar, Afshar y Kurdas, además de las múltiples etnias de la región caucásica. Además de alfombras y kilims clásicos, abarca una gran variedad de textiles que reflejan la rica cultura nómada: mantas para caballo, coberturas para silla de montar, alforjas de diversos tipos, sacos, bolsas para transportar sal, mantas y manteles. Todos ellos reflejan un universo de símbolos y diseños que van de la abstracción absoluta hasta las representaciones chamánicas o la heráldica tribal. Como arte total, incorpora la herencia colectiva de la tribu, su historia mítica y clánica con una creatividad ilimitada que convierte cada pieza en una obra única. Se trata de un viaje iniciático que nos lleva al pasado común de la humanidad antes de que fronteras, ciudades y carreteras trocearan el mundo en esferas de propiedad privada y creasen un orden en el que la acumulación definía el estatus de cada individuo. Estas obras expresan una libertad salvaje e ilimitada que nos recuerda que existen otros mundos en nuestro inconsciente colectivo del que podemos extraer inspiración y enseñanzas. Son el hilo de Ariadna que nos puede guiar en el laberinto en que nos encontramos como sociedad y como individuos para encontrar soluciones alternativas a los desafíos ante los que nos encontramos.

Ramón cierra su ensayo y resuena en el recorrido del laberinto la cita del hermoso poema de William Blake: Ver el mundo en un grano de arena. Y el cielo en una flor silvestre. Tener el infinito en tu mano. Y la eternidad en un instante.

 

Los créditos de todas la fotos y los videos presentadas en esta nota corresponden a Luis Abba y a Estudio Primer Piso y son gentileza del Espacio cultural Club Tapiz

 

Espacio cultural Club Tapiz
Pedro Molina s/n - Ruta 60 Km 2.5 - Russell
Maipú - Mendoza, ARG

@bodegatapiz