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BAFICI 2023, entre clásicos y rarezas: algunas películas del festival que nos pagaron la entrada

Del Gaumont al Lorca; del Lorca al Monumental Lavalle; del Monumental Lavalle al Cosmos; del Cosmos a la Lugones. El Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente hizo que pequeños grupos de caminantes cinéfilos recorrieran el microcentro y sus alrededores como nunca antes a la búsqueda de un listado de proyecciones completamente heterogéneo. A continuación, un septeto de títulos de esa selección que, por alguna u otra razón, te conviene ver (o rever).

Por Nicolás Mancini

02.05.2023

La vigésimo cuarta edición del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente -conocido por el pueblo cinéfilo simplemente como BAFICI- llegó a su fin. La oferta, como siempre, fue completamente heterogénea. Poco ortodoxa. Lo que comenzó con el largo argentino de Matías Szulanski, Último recurso, y terminó con el español Soy una buena persona, de Norberto Ramos del Val, tuvo entre medio un sinfín de títulos alocados, interesantes premieres, fiascos, clásicos de calidad asegurada, actividades cinéfilas al aire libre, techadas y, sobre todo, muy pero muy porteñas. La propuesta, en plena simbiosis con las obras de teatro de calle Corrientes, generó incesantes oleadas de transeúntes en esa avenida de la capital como pocas veces sucedió en los años post pandemia. Nuevas salas (algunas bastante dudosas, claro) cobraron protagonismo entre filas y filas de estudiantes, profesionales de la industria, cinéfilos y espectadores pasivos semi paracaidistas que casi siempre ingresaron a ellas con su QR y, otras pocas, ejecutando el noble arte de la “colada”. Para demostrar la heterogeneidad del BAFICI, este potente choque de ideas, haremos un breve, minucioso y 100% arbitrario recorrido por 7 películas proyectadas en el festival.

De la Competencia Internacional (una sección con premieres), de la cual destaca en apellidos Blondi, producción de Amazon Prime Video dirigida por Dolores Fonzi que recayó entre las seleccionadas, podemos hablar de otras dos películas un tanto más perfil bajo: El Santo y Zanox. Una argentina y una húngara, dos países cuasi exclusivamente vinculados por la figura de Laszlo Biro, el húngaro que inventó el bolígrafo en Argentina.

El Santo es toda una sorpresa. Un viaje místico algo schraderiano por el ascenso y descenso de un curandero al que apodan “El Santo”. Un film breve, conciso, de gran comienzo más que de gran final y constantemente sórdido que encaja más que bien en sus 86 minutos. “Encaja”, esa es la palabra que define a El Santo. Su proyección sirve, entre otras cosas, para descubrir a su ópera-primista, Agustín Carbonere.

Fotograma de Gigi la legge, dirigida por Alessandro Comodin. Gentileza BAFICI.

Por otro lado, Zanox. No hay que obviar el tema de que la primera obra de Gábor Benö Baranyi tiene un protagonista idéntico a Ezra Miller. Si Hollywood algún día hace la remake de Zanox debería recurrir a Miller (siempre y cuando esté en sus cabales, claro). La trama va de un joven estudiante de secundaria que se da cuenta de que si toma un licor de manzanas rojas “condimentado” puede retroceder en el tiempo hasta el último momento en que tomó una pastilla de una droga experimental para combatir la ansiedad. Aunque en su primera media hora no se puede vislumbrar muy bien hacia dónde va, se lo prometo: se va a entender. Narrada con el lenguaje clásico y transparente bien conocido por todos, Zanox narra los momentos más importantes en la corta vida de un loser enamorado que tiene la oportunidad de salvar la vida de su amor platónico. Cuando la ciencia ficción y la comedia se fusionan y, como en este caso, sale algo que no da vergüenza ajena, se puede decir que su visionado vale la pena.

En la categoría Vanguardia y género aparece Gigi la legge, una rara avis del director italiano Alessandro Comodin (quien, por cierto, no estrenaba desde 2016). Curiosamente, la película está protagonizada por el tío de Comodin, Pier Luigi Mecchia, lo que aporta aires de rareza e interés extra a los acontecimientos del argumento. Gigi la legge sigue los pasos de un policía rural que va descubriendo que se está desatando una inexplicable ola de suicidios en el pueblo que él patrulla. El personaje se siente tocado por la situación, no lo sabe expresar y, por ende, nadie (o casi nadie) lo comprende. La historia no es mucho más que eso: el día a día de este señor en su patrullero (la mitad de la película está manejando), sus visitas y saludos a los vecinos, su relación virtual con una compañera de trabajo. Y alcanza. Uno de los aspectos más interesantes de la propuesta es el raro contraste que Comodin logra entre lo sórdido de su conflicto y lo angelical del espacio en donde se desarrollan las acciones. Contraste también traspolado a su idea de jugar mezclando cine de ficción y documental al estilo Kiarostami. El otro tópico a destacar es el carisma innato de Mecchia y su personaje (que, intuimos, es como es él), que más allá de algunas desubicaciones termina resultando demasiado gracioso.

Fotograma de Sisu, dirigida por Jalmari Helander. Gentileza Team Up Media. 

Recapitulando: una argentina sobre un curandero, una húngara con viajes en el tiempo, una italiana sobre un policía bonachón que investiga suicidios inexplicables en un pueblo que no conoce nadie. El sueño lisérgico del BAFICI 2023 sigue con Sisu, una finlandesa sobre un “abuelo” que mata nazis por doquier.

Sisu, de Jalmari Helander, llegó a la sección Nocturna del BAFICI después de quedarse con el premio mayor de Sitges. Así que las expectativas antes de entrar a la polémica sala 1 del Cine Lorca estaban ahí, latentes. Es una breve pero potente película nórdica sobre un buscador de oro -interpretado por Jorma Tommila- que debe cargarse a decenas de nazis para poder llegar a destino a canjear sus lingotes por dinero. La Segunda Guerra Mundial está terminando, los alemanes se van retirando, pero aún están... Sisu se desarrolla como si fuera una mezcla entre John Wick y Mad Max: Fury Road en una terrosa carretera y con chocolatosas escenas de acción que son un deleite para el fan de la acción. La inventiva de Sisu a la hora de matar es cosa seria: el personaje se va convirtiendo minuto a minuto en algo así como un semi Dios inmortal. Tommila propone un tono que es un take it or leave it. Si estás adentro, no defrauda.

En Rescates aparecieron, por ejemplo, Por un puñado de dólares y Zama, dos películas -como la húngara y la argentina- solo vinculadas por el sombrero de sus protagonistas. La proyección de la primera de la Trilogía del dólar de Sergio Leone complementó aquella exquisita función baficesca de El bueno, el malo y el feo, mientras que la de la última ficción de Lucrecia Martel les dio otra oportunidad a aquellos que se la perdieron en cines las semanas de su estreno. Britannia Lado B: Noches de terror, también ofreció una ya muy vista: la infalible Muertos de risa, quizás la mejor película con una canción de Queen de toda la historia.

La sección Trayectorias, la más interesante para los seguidores del Festival de Cannes, Venecia y más, acercó los nuevos trabajos de realizadores y realizadoras de alto vuelo, como Christian Petzold, Pietro Marcello, Maite Alberdi, Ira Sachs, Alejo Moguillansky, Lav Díaz, Hong Sang Soo y Paul Schrader. Quedémonos, en esta ocasión, con el último.

Fotograma de Master Gardener, dirigida por Paul Schrader. Gentileza BAFICI.

Master Gardener es la tercera del guionista de Taxi Driver y director de Hardcore desde que en 2017 decidió regresar a su vieja fórmula con First Reformed y poco después con The Card Counter. Las tres son básicamente la misma historia, pero con protagonistas que tienen distintas profesiones. En Master Gardener, Schrader cuenta la redención de un jardinero top de pasado oscurísimo que se conflictúa cuando Sigourney Weaver le encarga que tenga de aprendiz a su sobrina nieta Maya -interpretada por Quintessa Swindell-. El Joel Edgerton de Master Gardener es el Hawke de First Reformed y el Oscar Isaac de El contador de cartas, pero también el Robert De Niro de Taxi Driver, el Robert Mitchum de Yakuza, el William Devane de Rolling Thunder, el George Scott de Hardcore. Un hombre solitario, arrepentido, culposo o incomprendido que, como en las viejas películas de Schrader, narrando su propia historia se da cuenta de que hay una luz al final del túnel. Pequeña, sí, pero luz al fin. El personaje schraderiano casi siempre alcanza un punto de ebullición cerca del clímax que luego en un momento determinada estalla, para bien o para mal. Si es para mal, agárrese. Y el “master gardener” de Edgerton no es la excepción. La particularidad de la nueva pesadilla del realizador radica, quizás, en la aparición de cierta ternura “exacerbada” (para sus parámetros, claro) que parece estar pegando fuerte en la vejez de Paul.

El Santo seguramente llegue a salas argentinas a la manera convencional; Por un puñado de dólares está disponible en Qubit; hay una posibilidad lejana de que Sisu y Master Gardener se estrenen (The Card Counter lo hizo) y Zanox y Zama ya están en los confines de la internet, sitio al que todas las películas mencionadas en este artículo recaerán algún día no muy lejano en el tiempo. Así, valorando que festivales como el BAFICI sigan acercándonos películas “difíciles” de conseguir y ver en pantalla grande, se cierra este humilde, azaroso y heterogéneo recorte.

Foto de portada. Fotograma de El Santo, dirigida por Agustín Carbonere.