Procesos creativos

Mauricio Kartun: “El gran problema de toda obra es que debe ser un orden que refleje un caos”

Reconocido dramaturgo argentino, se destaca por su prolífica carrera teatral, caracterizada por obras de profundo contenido social y político. El esperado reestreno de “La vis cómica” promete revitalizar la escena teatral con su ingenio y su perspicaz visión de la comedia.

Por Damián Damore

14.05.2024

La frase "la escritura no es un acto solitario" resuena entre diversos escritores, incluyendo figuras prominentes como Carlos Fuentes, Perla Suez y Fabián Casas, quienes han expresado esta idea de maneras diversas pero afines. Alude a la noción de que el proceso creativo no se desenvuelve en aislamiento, sino que está influido y enriquecido por la interacción con otros, ya sea a través del diálogo con colegas, la observación de la sociedad o la absorción de diversas perspectivas culturales. Este enfoque colaborativo y abierto sugiere que la escritura se nutre de conexiones humanas, experiencias compartidas y el constante flujo de ideas, transformando así la soledad aparente del escritor en una comunidad imaginativa y enriquecedora. No obstante, Mauricio Kartún la escapa a este concepto de perspectiva abierta de la escritura: “Los que dirigimos nuestras obras solemos vivirlo al revés. Lejos de la neutralidad de la palabra impresa, el soporte de nuestros textos, los actores y actrices, serán compañía inevitable en algún momento. Y con mucha incidencia. Por eso muchos de nosotros elegimos forzar la soledad durante el proceso de escritura. En mi caso le escapo a toda imagen que me lleve a aquellos cuerpos, nunca escribo imaginando representación. Más allá de eso, están los inevitables espectadores ideales que no dejan de rondarte nunca. Sin ellos, sin su influencia, no suele haber singularidad. Generan no solo forma, sino flujo. Decía Sartre algo así como que es solo frente a un otro que el yo aparece y se manifiesta. Nuestros fantasmas son operadores poéticos”, concluye su defensa de la escritura en soledad.

¿Qué emoción lo abraza si un actor quiere cambiar algo de lo que usted propone?

Suelen joderme algunos amigos con que a mí se me puede tocar cualquier cosa menos una coma. Creo en las virtudes musicales de un texto y trabajo muy obsesivamente cada parlamento, leyendo en voz alta hasta que suene afinado. Planteada por cuestiones teóricas o prácticas es poco habitual que alguna propuesta de cambio en el libro me convenza. Pero curiosamente, cuando los ensayos crean ese otro nuevo soporte, esa realidad expresiva ampliada y con leyes propias, la música sale del pentagrama, se vuelve material de la orquesta, y ahí muchas veces los intérpretes me muestran consonancias diferentes que adopto enseguida. Ventajas que nos da ser a la vez compositor y batuta.

¿Qué actores tienen el poder físico de transformar una obra?

De buenos para arriba, todos. Ese es justamente su atributo. Hacer de una cosa otra cosa. Durante siglos se miró con sospecha ese don. No olvidemos que hace doscientos años todavía se los enterraba al borde de los cementerios. Y la iglesia los sospechaba de tratos con el demonio. Esa capacidad suya de crear con el cuerpo la presencia de una ausencia da cagazo todavía hoy. Solo que ahora sabemos que no es otra cosa que una más de las inteligencias múltiples. El cuerpo del actor es su máquina poética: cuando el artista lo entiende, y abandona ese objetivo más chiquito de buscar solo “la verdad” -que es medio pero no fin- gana un poder infinito. El domingo la miraba actuar a Lorena Vega en Las cautivas, una actriz con la que he trabajado y a la que le conozco bien el registro expresivo, y me sorprendía verla generar signos completamente nuevos para su cuerpo, habilidades que estaban ahí y ella dejaba salir recién ahora después de décadas de trabajo. Y con la sorpresa que producían esos procedimientos sostenía un texto de características narrativas que ahora se volvía espectáculo sin necesitar nada más.

En una reciente entrevista, mencionó haber experimentado una inspiración inesperada al observar a pasajeros absortos en sus teléfonos dentro de un medio de transporte, lo que lo llevó a plasmar ideas en una libreta. Durante la conversación, reveló su enfoque de trabajo, que denomina como "modo abierto" y "modo cerrado". ¿Podría profundizar sobre cómo transita desde momentos de creatividad expansiva, como el episodio del transporte público, hacia fases de introspección y concentración en su proceso creativo?

El gran problema de toda obra, en su escritura, es que debe ser un orden que refleje un caos. Nuestra lógica, tan mecánica siempre, hace que pensemos entonces en diseñar ordenadamente ese orden. En esa tautología patinan la mayoría de los proyectos frustrados. O las obras malas. Porque lejos de la riqueza infinita del caos, de lo azaroso, o lo sorpresivo, todo se vuelve estructurado, mental, y por lo tanto previsible. Para esto desde siempre los artistas hemos asumido la alternativa de las etapas dialécticas: una primera instancia abierta de búsqueda donde entra todo, la tormenta de imágenes, donde empezamos a seleccionar por intuición lo que parece orgánico (en la paradoja de que aún no hay organismo), el material con “aura”. Ese acopio de libretitas y servilletitas que va encontrando la forma solo. El momento más hermoso de la creación: estar dando vida a una obra sin el compromiso fastidioso de tener que escribirla. Lo sexual, digamos. Luego claro viene el proceso cerrado: cómo constituir con toda esa materia viva un orden significante, económico y vital. Acá entra el oficio. Pero sin el modo abierto previo todo oficio se ve como artificio.

PH: Federico Paul / Gentileza Mauricio Kartun.

Usted señaló que cuando las aristocracias se arman en contra del poder popular consiguen el apoyo de los sectores medios que terminan votando, palabras suyas, proyectos feos. ¿Cree que quienes votan por el poder popular muestran un discernimiento superior, siendo autónomos y no influidos por la manipulación? A pesar de la interconexión entre aristocracias y sectores populares, ¿considera que la progresía reclama ser la patrona de un voto distintivo y calificado?

Aquella observación, según recuerdo, iba a algo más plano. La actitud de los sectores medios que invariablemente han apoyado a los golpes militares contra gobiernos populares. Sintiéndose en su fantasía aspiracional mucho más cerca de aquellos ricos, que invariablemente han terminado luego jodiéndoles la vida. Una ceguera histórica. Lo vimos con Uriburu en el '30, con la libertadora en el '55 y con el golpe del '76. Respecto del proyecto popular, hay allí tanta manipulación como en todo el resto de la política. Solo que creo, como alguna vez le escuché a Perón en una entrevista, que no hay gobiernos puramente buenos o puramente malos. Un gobierno bueno es simplemente aquel en el que la suma de sus acciones buenas es mayor a la suma de las acciones malas. Y por pura cuestión matemática las sumas son mayores cuantos más son los beneficiarios de esas acciones. Trato simplemente de votar como intento vivir: cooperativo y mutual. Aunque a veces nos encontremos en el dilema de votar lo menos malo. Y empatizo, claro, con aquellos con los que comparto esa visión. Nadie tiene el monopolio de la verdad, no me la arrogaría, pero mi ética zurda, a la que he sido siempre fiel, me convence cada vez de que es la felicidad posible de esas mayorías la que debe orientar mi elección. En un país como este, donde hace 150 años nomás guerreábamos al malón, sin una política decidida de inclusión no hay ascenso social posible para la enorme mayoría. Sin justicia social, sin mecanismos de salud pública, sin educación comunitaria, sin jubilación justa, la gente vive menos y más infeliz. Y no hay otra manera de conseguirlo que unirnos los que lo pensamos. Ser de esa parte, eso es justamente el partidismo.

La vis cómica es una comedia magistral, tallada con un lenguaje que evoca épocas pasadas. Es un viaje embriagador a una república en ciernes, donde la virtud más destacada, a mi parecer, es lo que se perdió. ¿Cuáles fueron las fuentes de inspiración para su diseño? ¿Cómo logró mantener un registro contemporáneo sin perder su esencia atemporal?

Partí de una pequeña anécdota insertada en una de las novelas ejemplares de Cervantes, El coloquio de los perros: un perro cuenta sus desventuras como mascota de una compañía de teatro ambulante. Se me juntó con algo que había escrito muchos años antes sobre una compañía de teatro española que llegaba a América durante la colonia en busca de nuevos públicos. Después, como siempre, muchos meses de acopio, de ese “modo abierto” del que hablábamos antes, mucha bibliografía de época, y mucho romperme la cabeza luego buscando la estructura condensadora. Lo contemporáneo viene, como suele suceder en mis piezas, desde los guiños. Vivo guiñando. Debe ser el miedo a que se lo tomen demasiado en serio. Pero en el caso de La vis cómica, creo que en esta temporada 2024 esa lectura contemporánea se descifra mucho más espontáneamente por el nuevo contexto político: mucho verdugo artístico circulando con hacha en mano. Funcionarios de cultura puestos ahí a ser mano ejecutora de desguaces y despidos. Actitud miserable si las hay.

¿El lenguaje es solo contenido o forma y contenido?

En el teatro la forma, cuando se aparta de la función costumbrista de reproducir, es una gran generadora de contenido posible.

Los mejores y peores aspectos de los actores argentinos pueden variar según la perspectiva de cada director, pero en general suelen destacarse por su pasión y entrega, aunque a veces pueden caer en excesos o estereotipos. ¿Vivió este tipo de situaciones? ¿Qué es lo mejor y lo peor de nuestros actores?

Me cuesta pensar en algún defecto uniforme. El de los excesos es parte inevitable de una paleta amplia, y en eso prefiero siempre poder ir a la punta del arco iris y de ahí ir volviendo. En virtudes en cambio me sale fácil. Tenemos actores fuera de serie, literalmente: no son producto seriado. Suelen venir de formaciones muy variadas que combinadas luego en un cuerpo crean organismos poéticos muy poderosos. No es casual, es fruto de varias coincidencias felices. Nuestra tradición inmigrante que trajo sus maestros europeos, y forjó escuelas de mucho vuelo. Y la mezcla de esas con otras formas expresivas más jodonas, más cirqueras. Creo que lo mejor de nuestros actores está en que no viven al teatro como una actividad de pasaje para profesionalizarse luego en la tele o el cine, sino que lo asumen como lenguaje principal y lo indagan a fondo. Ese compromiso es precioso.

La vis cómica
Autor y dirección: Mauricio Kartun.
Elenco: Horacio Roca, Luis Campos, Cutuli, Stella Galazzi.
Sábados 19:30 hs en la Sala Solidaridad, segundo subsuelo del Centro Cultural de la Cooperación (Avenida Corrientes 1543, CABA).

Foto de portada. PH: Alejandra López/Gentileza Mauricio Kartun.