En la última edición del Festival de Diseño de Madrid se festejó la carrera del famoso diseñador. Repasamos algunos hitos de su trayectoria.
Por Vivian Urfeig
10.04.2024
Miguel Milá, diseñador (pre)industrial es una de las exposiciones más relevantes del Festival de Diseño de Madrid, que puso en el centro de la escena el saber hacer de uno de los maestros del diseño español. Curada por su hijo Gonzalo Milá, también diseñador, y por Claudia Oliva, la muestra repasa a través de más de 200 piezas, prototipos, planos y dibujos originales la producción incansable del creador que, desde los años 50, firma piezas icónicas. Las luminarias TMM y la Cesta, entre otras, ya dejaron una huella indeleble entre pioneros y novatos, y sus estructuras son materia de estudio en instituciones académicas de todo el mundo.
A los 98 años, Miguel Milá sigue pisando fuerte. Y sobre todo, lleva la bandera de ser un referente de la simplicidad y la funcionalidad. Sus muebles y objetos están diseñados sobre la tríada de función, ingenio y tecnología. Son piezas que superan la prueba del tiempo y reflejan el proceso de depuración morfológica.
“Diseñar es ver la vida con lupa”: la frase que recuerda su hijo Gonzalo, y que lo marcó desde chiquito, es la premisa que Milá trasladó a su usina productiva. Su enfoque meticuloso en relación al entorno doméstico y al espacio urbano resulta en nuevas tipologías de mobiliario confortable y amable con el usuario y su contexto.
Genio, maestro y figura, Milá obtuvo el reconocimiento internacional Compassod'Oro en 2008, quizás el galardón más importante de la industria. En ocho salas del Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa, en Madrid, la exposición llena el espacio con sillas, fotos, documentación, exploraciones materiales y dibujos originales. La retrospectiva fue una de las actividades más convocantes de la última edición del Festival de Diseño que celebró al diseñador reflejando su propia voz, su trayectoria en primera persona. “Hilar el recorrido de su vida y obra” fue la consigna, de acuerdo a Gonzalo Milá, que volvió a sumergirse en la mente creativa de su padre, el hombre que siempre se paró en la vereda opuesta de la ostentación y el despilfarro. Más bien, su línea productiva se enmarca en la economía de recursos: “Diseñar es simplificar lo complejo para que sea hermoso”. Así, cada pieza, sencilla en la primera impresión, atesora un abanico de recursos ingeniosos que revelan la profundidad de su pensamiento creativo. “En los buenos diseños se produce un punto de encuentro entre forma, diseño, material y economía que te indica que solo podría ser así”, afirma el diseñador homenajeado durante el Festival, que coincidió con los festejos por su cumpleaños 93.
El recorrido de la muestra pondera la silla Salvador, la reedición de Trenat; la mesa Altar recientemente editada por Kettal o la mesa Porciones editada por Kendo. La puesta arranca con las inquietudes de Milá desde sus primeros años. Un joven con gran habilidad para el dibujo, que pudo iniciarse temprano en la experimentación material, gracias al privilegio de haber nacido en el seno de una acomodada familia burguesa. Su tío Pere Milà i Camps encargó a Antoni Gaudí la célebre Casa Milá, conocida como La Pedrera. “Lo clásico es aquello que no se puede hacer mejor”, afirma el diseñador que durante sus años de estudiante, en la década de los 50, trabajó como interiorista en el estudio de arquitectura de su hermano Alfonso Milá y Federico Correa. El contexto sociopolítico no podía ser peor: España acababa de dejar atrás los años de la posguerra y estaba sumida en una dictadura. Se trataba de una época de escasez de medios. Todo estaba por hacer y apenas existían conocimientos acerca del diseño industrial.
En 1957 fundó la plataforma Tramo e inició la producción independiente de su estudio. El nombre, Tramo, obedece a una interna familiar: cuando le pedían que hiciera compras o se ocupara de alguna tarea doméstica, Milá las llamaba “trabajos molestos”.
Su taller siempre fue un espacio introspectivo, de exploración del oficio, donde la experimentación artesanal resultó en creaciones de autor. Ese lugar de producción se adaptó y evolucionó según el entorno y las épocas, según las demandas de un mercado que nunca dejó de transformarse. Milá colaboró con pequeñas industrias y talleres semi artesanales que aún trabajaban manualmente. Adoptó un enfoque único al revalorizar las tradiciones y las técnicas ancestrales existentes, fusionándolas con la cultura y formas de vida mediterráneas, interpretadas desde la modernidad. "Mi defensa de la artesanía y del proceso artesanal no tiene otra finalidad que la de defender el deseo que el hombre tiene de participar en los procesos de las cosas”, afirma.
Del entorno doméstico al espacio urbano
Para Miguel Milá, el espacio doméstico es un lienzo donde cada detalle es digno de ser considerado. Su filosofía es clara: “Diseñar es ver la vida con lupa”. Este enfoque que pone al usuario en el centro de la cena es clave en sus diseños. Y cuando el protagonista es el espacio urbano, Miguel Milá explora aspectos de confortabilidad y amabilidad como criterios para poblar el espacio público. Nuevamente, su enfoque no se limita únicamente a la estética, sino que se sumerge en la importancia de crear entornos que promuevan el bienestar y se compromete en mejorar la calidad de vida en las ciudades. Así, la confortabilidad va más allá de la ergonomía; implica crear lugares agradables para las personas. La amabilidad, por otro lado, se traduce en el diseño de espacios que fomentan la interacción social, los puntos de reunión y el sentido de comunidad a partir de mejorar las opciones de mobiliario urbano existentes.
“Un profesional de diseño debe mantener una postura racional desde una formación absolutamente humanista. Se debe enriquecer la intuición cultivándola y después resolver los problemas de la manera más racional posible porque así las soluciones serán espontáneas y humanas”. Las palabras de Miguel Milá tienen eco en las nuevas generaciones, resuenan en las universidades y se expanden por la comunidad de diseño, que lo aplaudió de pie en el Festival de Madrid.