Design frontiers

Eme Carranza: “Diseñamos escenarios donde se concretan los recuerdos”

Conversamos con la joven diseñadora, encargada de espacios como Niño Gordo y otros locales gastronómicos, sobre cómo es la labor de dotar de identidad a un lugar.

Por Paula Jiménez España

24.11.2021

Diseñadora, documentalista, aficionada a la gastronomía, Eme Carranza, de tan solo treinta y tres años, es ante todo una artista plural y conceptual de una vastísima creatividad. Su aspiración a generar escenarios perdurables que no se esfumen así como así hizo que abandonara su trabajo como escenógrafa (de obras siempre fugaces por definición). A ese talento para producir climas y atmósferas deslumbrantes, Carranza lo aplica, entre otros mundos, en el de la gastronomía porteña. Diseños suyos le dan cuerpo a restaurantes tan impactantes como Niño Gordo, El Boticario, Tigre Morado o la reestructuración del tradicional El Preferido en el barrio de Palermo; espacios todos concebidos desde una interioridad que busca hacer inolvidable la experiencia del sabor y de la estética, dos placeres aparentemente distantes que merced a la magia de su varita, son uno solo.

Niño Gordo. Gentileza Eme Carranza.

Solés hablar de “diseñar recuerdos” refiriéndote a tu propuesta con los espacios gastronómicos, ¿qué significa esto?

A mí me gusta pensar que lo que hacemos es diseñar recuerdos porque son las imágenes que una se lleva de un lugar. Viajás, salís a comer, a festejar algo, un cumpleaños, una recibida, un ascenso, cualquiera sea el motivo, uno elige un lugar donde ir a comer y festejar. La elección de esa salida, el contexto, como la imagen en la que esa escena se da, ese es el recuerdo con el que te quedás. Es el recuerdo visual del que yo hablo porque tengo memoria visual, entonces para mí los recuerdos pasan mucho por eso: qué tenías puesto, cómo era el lugar. Lo que nosotras diseñamos son escenarios donde se concretan los recuerdos. Pienso que esos espacios tienen que ser dignos de ser recordados.

¿Cuál es el concepto del restaurante asiático Niño Gordo?

Los dueños ya tenían un proyecto con una arquitecta y no les gustaba nada lo que había quedado, entonces me pidieron que me sumara. Esa propuesta que hice se dio un poco en el contexto de un layout ya desarrollado, una forma de habitar el espacio desarrollada: acá va a ver un patio, acá va a haber un salón y acá va haber una barra. Lo que hicimos fue trabajar dentro de esos límites. Es un restaurante que no tenía que ser pretencioso ni muy elegante, donde una se expone a probar sabores nuevos, a comer con las manos, con palitos, con cubiertos. Teníamos que materializar esa descontractura en el diseño y lo que hicimos fue trabajar con elementos baratos, lámparas de papel, objetos de decoración de Once o del barrio chino, cosas que tienen cierta vulgaridad, pero las utilizamos de una manera en la que nos reapropiamos de ellas.

Gintoneria. Gentileza Eme Carranza.

Hicieron algo nuevo…

Sí, hicimos algo nuevo con un montón de objetos que la gente ya conocía. Es también lo que propone la gastronomía de Niño Gordo, por eso vuelvo ahí. La metodología y el pensamiento están muy vinculados con lo que pasa en la cocina. El concepto de Niño Gordo es el de una parrilla asiática, y cuando decimos asiática nos referimos a diferentes culturas dentro del mundo asiático. Una experiencia más japonesa, una experiencia más callejera coreana o, por ejemplo, un restaurante chino de mesas simples. Cada salón ofrece una experiencia distinta. El concepto va muy por ahí: cada vez que vos vas, te sentás en un espacio diferente y la experiencia varía. Pasas por todo este universo kitch y pop. Es una experiencia súper jugada porque la propuesta gastronómica lo es. La idea era que lo que pasa en la gastronomía se llevara al plano del interiorismo, fusionar todos los elementos que representan a esta cultura.

¿Es el diseño lo que le da una identidad o una personalidad a un lugar, o del lugar de alguna manera se desprende un diseño?

Es una pregunta un poco capciosa porque en realidad para mí no hay un espacio y un diseño, sino una problemática comunicacional qué es generar un espacio donde la gente va a salir a comer. El producto principal en la gastronomía es la comida y el acto que sucede ahí es que la persona se sienta a comer lo que un cocinero prepara. La personalidad del lugar en realidad viene con esa propuesta y después lo que se encuentra es una locación que sirva para poder comunicar esa experiencia. Posteriormente aparece un diseño que también viene a seguir reforzando esa idea de la propuesta gastronómica. Nosotras lo que hacemos es ir tomando decisiones, ir sumando elementos, siempre proponiendo cosas que generen un impacto visual, una pregnancia de lo que recuerdo, de qué tan interesante puede ser esa experiencia. Lo que hacemos es seguir activando los sentidos ya activados, seguir estimulándolos, pero siempre en torno a lo gastronómico. Si no hay una propuesta no hay un diseño, no hay un local, no hay nada. Al momento de diseñar tenemos muy en cuenta cuál es esa locación y lo que se genera es una vinculación entre el espacio en sí mismo y la propuesta que nosotras traemos de interiorismo y diseño.

Tora. PH: Federico Kulekdjian/Gentileza Eme Carranza.

¿Qué significó en tu vida profesional ser la quinta hermana de seis hijos, algo de lo que hablás en varias entrevistas?

Tener mucha libertad. Tener pocos ojos encima me dio la libertad de poder hacer lo que quería y explicarme algunas cosas en el mundo sola. Los límites obviamente que existen, pero también fueron un poco propios. Y por sobre todas las cosas que no haya una expectativa puesta sobre mi profesión o sobre mi futuro -esas cosas que a veces los padres tienen. También una es por no ser otro, entonces tener tantos hermanos y tantas personalidades cerca hace que una vaya encontrando qué es lo suyo.

¿Qué relación tenés con la gastronomía, que de algún modo para los habitués funciona como un segundo hogar?

Tal cual. Soy aficionada a la gastronomía y a la coctelería. Empecé trabajando en esto como diseñadora gráfica, haciendo identidad y un poco lo que me pasó es que fui fusionando todas las cosas que me interesan y me generan curiosidad del mundo del cine, de la escenografía; obviamente de mis documentales que eran de oficios. O sea trabajé con artesanos, con procesos artesanales. Y el mundo gráfico que es en donde me formé. Lo que me pasa con la gastronomía es que encontré que podía plasmar todo esto que me apasiona; el objeto de estudio es algo que me recontra interesa y es en lo que soy aficionada. Siempre hablo de este acto mayor que es salir a comer. Nosotros empezamos a comer en nuestras casas, en las de nuestras familias, nuestras abuelas que cocinaban o nuestras madres o padres, entonces el momento de sentarse a comer es un cierto rito. Me parece súper interesante cómo eso va mutando. Y entender que salir a comer es algo caro porque no todo el mundo puede darse ese lujo, tal vez una trabajó todo el mes para poder salir con la familia o con una pareja o amigos, y por eso tratamos de que esa experiencia sea algo más que la de comer en sí misma, ese plus de significado es un poco de dónde viene para nosotros el hecho de sentarnos en una mesa.

Foto de portada. Eme Carranza en Tora. Gentileza Eme Carranza.