Los arquitectos Juan Fontana y Oski Lorenti, actuales titulares del Estudio Testa, reflexionan sobre el legado del maestro al cumplirse cien años de su nacimiento.
Por Yamila Garab
12.12.2023
Clorindo Manuel José Testa nació en Benevento, Italia, el 10 de diciembre de 1923, hace exactamente un siglo, y falleció el 11 de abril de 2013 en Buenos Aires, donde vivió casi toda su vida. Aunque popularmente se lo suele conocer como el proyectista de la Biblioteca Nacional, lo cierto es que su producción fue mucho más vasta y variada, tanto la que llegó a construirse como la que no. Pero, quizás, lo más importante es que el conjunto completo de su obra hilvana un pensamiento lúcido e imaginativo sobre el habitar y la ciudad: sobre la vida humana en comunidad. Sobre todo esto conversaron con The Praxis Journal los arquitectos Juan Fontana y Oski Lorenti, quienes después de una larga trayectoria junto al maestro hoy están al frente del Estudio Testa y son los responsables tanto de construir las obras aún pendientes como de resolver las necesidades de mantenimiento de las ya concluidas. Porque la buena arquitectura está hecha para durar, pero para eso también hay que saber cuidarla y mantenerla.
¿Las obras más emblemáticas de Testa suelen requerir mucho trabajo de mantenimiento o de puesta en valor?
Juan Fontana (JF): Sí, por supuesto, eso ocurre con casi cualquier obra de arquitectura. Pero en el caso de la Biblioteca Nacional ocurre que todavía sigue inconclusa porque falta colocar los parasoles para tamizar la luz del sol sobre los ventanales. Van a ser unas lamas de aluminio. El proyecto y los pliegos para llevar a cabo el trabajo ya están listos desde hace años, solo falta que llamen a licitación para concretarlo.
Oski Lorenti (OL): Además, el hormigón, que es el material predominante de la Biblioteca, está muy deteriorado y eso afecta al aspecto general del edificio. En parte, es por el envejecimiento natural de los materiales, pero en este caso se sumaron las largas demoras que tuvo la obra, que tardó tres décadas en construirse, y por eso el hormigón estuvo muchísimo tiempo expuesto. Eso por suerte no ocurrió con el Banco de Londres, en el microcentro, y por eso su hormigón hoy se ve igual que cuando el edificio estaba recién hecho.
JF: De paso, digamos que otros parasoles que también habría que cambiar cuanto antes son los del Hospital Naval, frente al Parque Centenario, que parecen “párpados” de los ojos de buey de un barco, y que ya están bastante deteriorados después de casi medio siglo. Alguien va a tener que tomar la iniciativa de hacerlo para que el problema no se agrave.
¿Cómo vivía Clorindo el hecho de que gran parte de sus proyectos jamás se hayan construido, especialmente los que ganaron concursos?
JF: Nunca pareció que lo afectara demasiado porque para él igual era un placer hacer los proyectos, así que no lo vivía como una frustración tan grande. Incluso, cuando participaba en concursos internacionales, a veces decía “¡qué problema va a ser si ganamos, vamos a tener que ir a vivir ahí!”. En realidad, todo el inventario de los proyectos y dibujos de un arquitecto también son su obra y muestran su pensamiento, igual que las obras construidas. De paso, es útil informar que todo este material se está digitalizando para hacerlo accesible.
¿Y ustedes? ¿Cuáles de esos proyectos más lamentan que no se hayan construido y no se puedan apreciar?
OL: Muchísimos, de todas sus épocas. Uno podría ser el edificio corporativo de Aerolíneas Argentinas, en Catalinas Norte, con el que ganó un concurso nacional en 1974. Era una torre con forma de prisma, pero con la particularidad, innovadora para esa época, de que sus plantas eran completamente libres, es decir que no había paredes interiores ni divisiones, y además los ascensores, las escaleras y todas las instalaciones iban por afuera, todo embutido en unos tubos verticales de hormigón que sobresalían en las aristas del volumen. Por eso, se lo considera en todo el mundo como un antecedente de la famosa torre del Lloyd’s Bank de Richard Rogers en Londres, que tiene el mismo concepto. Además, como el de Aerolíneas se iba a construir en dos etapas separadas en el tiempo, Clorindo propuso hacer en la primera etapa la estructura entera, hasta el último piso, y construir primero los pisos de arriba en lugar de los de abajo. Quería que, en la mitad de abajo, vacía, creciera espontáneamente la vegetación.
¿Pueden contar casos de concursos en los que ustedes hayan participado como para ilustrar la forma en que Clorindo trabajaba?
JF: Recuerdo el del Ciudad Cultural Konex, en el que uno de los desafíos era conservar y reciclar algunos de los galpones existentes. Lo que ocurrió de interesante fue que en la Fundación Konex querían que el teatro tuviera una cantidad de butacas que parecía imposible de conseguir por las dimensiones del lugar, así que Clorindo decidió reformular la sala y darle una forma asimétrica. El resultado nos parecía muy raro, porque había butacas en el medio y de un costado, pero no del otro. Sin embargo, él tenía razón, porque probamos enderezarlo y no quedaba bien: era mejor con esa forma no regular que le daba un aire lúdico e incluso lo hacía más contemporáneo. ¡A él lo motivaban mucho esos desafíos!
OL: Lamentablemente, al final decidieron dejar el lugar como estaba. Quedó sólo la escalera anaranjada de metal en el patio, que parece una instalación, o quizás la firma de Testa.
¿Trabajaron con él también en proyectos para concursos internacionales?
JF: En mi caso, participé muy activamente en el del Nuevo Museo de la Acrópolis de Atenas en 1991. Quedamos entre los 20 seleccionados. Se podía elegir el lugar exacto donde implantarlo y Clorindo eligió la “olla” vecina a la Acrópolis, que es una especie de gran pozo urbano. El proyecto consistía en un gran techo transitable apoyado en columnas puntuales, como si fuera una cueva gigantesca, y con perforaciones para dejar entrar la luz natural. Se podía circular y subir a ese tejado transitable con vista a la colina de la Acrópolis. Era casi un proyecto urbano. Yo todavía era relativamente nuevo en el estudio, pero recuerdo que dibujábamos frente a frente en nuestros tableros, y él jamás hablaba por lo concentrado que estaba. (El proyecto ganador fue el del suizo-francés Bernard Tschumi, conocido por ser el proyectista del Parque de La Villette, en París, junto con el griego Michael Photiadis. La obra se inauguró una década más tarde.)
¿Qué otros aspectos de la obra de Testa creen que merecen ser mejor divulgados?
JF: Quizás, la renovación de la arquitectura hospitalaria que llevó a cabo a principios de los ’70 [asociado con Héctor Lacarra y Juan Genoud]. Fueron más de diez proyectos, algunos construidos y otros no, que giran sobre la idea de un hospital humanizado, con espacios públicos más amables y mucho verde. Además, son todos diferentes porque se adaptan a su lugar de emplazamiento: no es lo mismo un hospital en Bariloche, Catamarca o La Rioja, así que cada uno responde a su propio contexto. Pero, de todas formas, hay algunas constantes comunes a todos, como las circulaciones públicas que se abren hacia un espacio verde, los lugares de espera amplios y amables, con espacio suficiente para circular o sentarse cómodamente y poder estirar los pies sin que te caminen al lado. Son proyectos muy poco conocidos que hacen a la dimensión social de su trabajo, porque Clorindo también era eso. Sus inquietudes iban mucho más allá de lo estético y lo lúdico, como muchas veces se lo encasilla.
OL: Otro caso interesante es el de un concurso nacional que se ganó para el Frente Ribereño de San Fernando (2008) que iba mucho más allá de lo paisajístico y se metía de lleno en una temática social, además de urbanística: lo que se planteaba allí era la recuperación de la costa para los vecinos, porque era un lugar vedado desde hacía muchísimos años, con una única calle que no llegaba hasta el río… y lo sigue siendo. Lo que decía Clorindo es que la ribera es pública y había que devolvérsela al ciudadano de a pie. Entonces propusimos continuar la calle hasta la orilla, generando paseos entre los clubes náuticos y con unos pequeños ómnibus eléctricos que transportaran a la gente hasta el río y la playa. La propuesta incluía un complejo urbano de 15 cuadras con servicios y equipamiento público. Hasta se planteaba una continuidad con la ribera de San Isidro. Pero el intendente que lanzó el concurso después perdió la elección y el proyecto jamás se hizo.
¿Está en sus planes convertirse en la continuidad del Estudio Testa, como ocurre con otros arquitectos célebres después de que fallece el titular?
JF: Lo que estamos haciendo en estos años es continuar con trabajos ya iniciados con Clorindo, ya sea proyectos, documentaciones y dirección de obra. También realizamos modificaciones sobre obras ya realizadas, actualizándolas, pero siempre respetando su concepto original. En el caso de edificios patrimoniales, como la Biblioteca Nacional y el Banco de Londres, brindamos asesoramiento junto a equipos de especialistas para su recuperación y preservación. Todas estas tareas las realizamos teniendo presente los criterios de cambio, crecimiento, búsqueda y actualización propios del estudio.
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El legendario estudio de Clorindo, donde se llevó a cabo la entrevista, es un departamento amplio y luminoso en un edificio antiguo en el barrio de Recoleta. Ahora funcionan allí la continuidad del estudio y la Fundación Clorindo Testa. Él iba caminando todos los días desde su casa y además concurría los sábados por la mañana para dedicarse en soledad a sus cuadros y esculturas, otra vertiente de su creatividad. Si bien el lugar experimentó modificaciones en esta década, aún conserva sus huellas. Todavía están allí el diploma de arquitecto, sus pinturas, algunas maquetas y muchísimos planos guardados en tubos; además de barcos en miniatura, máscaras y otras artesanías qué él mismo solía comprar en los lugares más diversos del mundo, o que le regalaban quienes conocían sus devociones. Es como si, además de su legado, su espíritu también habitara allí, igual que en su obra.
Foto de portada: croquis Ciudad Cultural Konex. Gentileza Estudio Testa.