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Jane Jacobs: a 15 años de su muerte y 60 de la publicación de un libro clave

La activista canadiense publicó en 1961 Muerte y vida de las grandes ciudades. Arquitectos, antropólogos y sociólogos lo consideran la biblia del urbanismo, un libro imprescindible. Las claves de su vigencia.

Por Vivian Urfeig

23.06.2021

A 60 años de la primera edición de Muerte y vida de las grandes ciudades, la voz de Jane Jacobs sigue sonando fuerte. Esta activista política, divulgadora científica y columnista de arquitectura fue una observadora crítica de los tejidos urbanos. En 1935, apenas llegó a Nueva York desde Pensilvania, arremetió contra los mega proyectos inmobiliarios que, según su punto de vista, amenazaban la vida social de la Gran Manzana.

Pronosticó los peligros de la gentrificación aún cuando el término que indica el desplazamiento de sectores empobrecidos que se produce tras la rehabilitación de una zona degradada ni se conocía. Denunció la superioridad de los autos por sobre los peatones, puso en evidencia la falta de espacios verdes, las calles inseguras y la ausencia de cordialidad entre los vecinos. Levantó su voz para alertar sobre el patrimonio arquitectónico en detrimento de las demoliciones. Estas fueron sus principales luchas. Contra viento y marea, Jacobs se enfrentó a desarrolladores, brokers y políticos. Lo hizo con munición conceptual: diversidad y vitalidad urbana, comunidad dinámica y el eje puesto en las personas. Términos en los que se basaron los urbanistas de todo el planeta para diseñar el master plan de distintas ciudades.

Jane Jacobs y el arquitecto Philip Johnson en la protesta contra la demolición de Penn Station, Nueva York. PH: Walter Daram/Archivo Hulton/Getty Images.

Ciudades que laten

La tapa de la reedición española de Muerte y vida de las grandes ciudades (Editorial Capitán Swing) es gráficamente contundente: el icónico trazado del mapa del subte de Nueva York sobre un corazón. Sintetiza de manera categórica la idea del latido de las ciudades como organismos vivos, en constante transformación. “Las ciudades tienen la capacidad de proporcionar algo para todos, solo porque y solo cuando sean creadas por todos”, escribió Jacobs, presentando el emblema de un urbanismo vital, que pone a las personas en el centro, no a los edificios.

Sensatez y sentimientos aplicados en dosis equivalentes le imprimen al libro una lectura ágil, amena y bien documentada. La autora cuenta anécdotas personales, situaciones con su hijo en las calles de Nueva York y en especial, revela cómo se transformó en personaje público. Una “experta en estrategias de petición”, según se refiere a sí misma, luego de repartir solicitudes en contra de la construcción de una autopista que amenazaba con atravesar el Greenwich Village, el barrio neoyorkino más mencionado en el volumen.
Otro caso de éxito en cuanto a su gestión personal se encuentra entre los formularios que lograron que el Ayuntamiento quitara un urinario público abandonado. Con estas anécdotas Jane destaca el valor de la interacción colectiva, el contacto interpersonal que logra objetivos para el bien común.

El universo Jane Jacobs sigue tan vigente porque la urbanista anticipó los grandes problemas de los tejidos urbanos, más allá de las fronteras de Estados Unidos: la segregación y la discriminación racial. Sesgos que en cualquier ciudad dejan su huella y que Jacobs atribuye a las políticas públicas.

“Reconstruir grandes capitales con aceras inseguras donde sus moradores no tienen ninguna posibilidad de compartir nada dificulta muchísimo la tarea de eliminar la discriminación”, afirma y pone el foco en la necesidad de ejercitar la vida urbana. En este punto, la autora contempla a los niños e introduce otra problemática que 60 años después sigue desvelando a los urbanistas de todo el planeta: la perspectiva de género, las estrategias para que las calles sean más seguras y que contemplen la diversidad.

“La única manera de mantener la seguridad en las calles es lograr la presencia literal y continua de un número indefinido y diversificado de gente con motivos distintos”. Que los chicos se apropien de sus calles es otro de los capítulos donde Jacobs habla de inclusión, participación y los beneficios de la densificación y concentración en los centros urbanos. Así, mapea las situaciones que a mediados de los ’60 le dieron forma a San Francisco, Los Angeles, Boston y Filadelfia, con el foco puesto en la diversificación de sus habitantes. “No hay que confundir alta densidad de viviendas con superpoblación, que significa demasiadas personas en una sola vivienda”, dispara Jacobs. La posibilidad de elección, plantea, es clave cuando está garantizada la vivienda. “Lo adecuado es distinto según los casos”, subraya con respecto a cuándo una ciudad es correctamente densa o no. Y es en este planteo donde reside la reformulación del urbanismo tradicional.

Para Zaida Muxí, una de las arquitectas que analiza desde el prólogo la actualidad del libro, los conceptos de socialización y encuentros planteados por Jacobs son los que contribuyen a la creación de vínculos: “Un vecindario cohesionado, que respeta la intimidad, permite conocerse en los otros y las otras. La manzana como la unidad básica de la ciudad es un gran metáfora”. Muxí enfrenta a quienes consideran que Jacobs era una “detractora de la planificación”. En cambio, la postula como defensora de “otra planificación”, aquella que tiene en cuenta la experiencia cotidiana y las necesidades de las personas.

Las ciudades son diversidad, encuentro y oportunidad, éste el gran legado de Jane Jacobs que soñaba con ciudades y barrios posibles y deseables.

Getty Images

Su villano favorito

Durante uno de sus trayectos en bicicleta, Jane Jacobs se topó con el proyecto de Robert Moses, funcionario público que a fines de los años ’50 tenía la planificación de la ciudad entre sus manos. El proyecto de Moses era ni más ni menos que una autopista que amenazaba con borrar del mapa algunos barrios y sitios emblemáticos. Plazas, puntos de encuentro y otras manzanas icónicas del Washington Square Park, que Jane atravesaba todos los días en su bicicleta. “Sólo van madres, nadie está en contra de la autopista”, dijo Moses durante la audiencia pública. Fue el principio del fin. Jacobs desnudó la intención económica y la especulación inmobiliaria del proyecto. Organizó grupos de protesta, expuso sus argumentos en los medios. Y ganó la batalla.

Sin embargo no le fue fácil la vida en NY. Las contiendas permanentes y la exposición pública (hasta fue arrestada por la policía) la llevaron a mudarse a Toronto (Canadá), desde donde siguió involucrándose en iniciativas que persiguieran la recuperación de espacios verdes.

Jane Jacobs es la referente indiscutida en problemáticas de políticas públicas urbanas. A 15 años de su partida y a 60 de la edición de su libro emblemático, hoy el urbanismo le debe buena parte de su filosofía.

Foto de portada. Getty Images.