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Keith Jarrett, el músico que piensa con las manos

Reseña del libro "Keith Jarrett: Una Biografía", de Wolfgang Sandner.

Por Laura Haimovichi

20.08.2020

Gran parte del trabajo del pianista Keith Jarrett consiste en tomar grandes obras de jazz y reinventarlas a su gusto. Es el tipo que arriba del escenario pega gritos mientras acaricia el instrumento que ejecuta. También es capaz de dar por terminado un concierto si el piano que le ofrecen no suena como corresponde, es decir, como él considera que debe hacerlo. Sus toques son  “operaciones a corazón abierto”, dice Wolfgang Sandner, el escritor de Keith Jarret: Una Biografía, el libro que acaba de llegar a la Argentina, con traducción de Richard Gross.

Jarrett comenzó a estudiar piano a los tres años y a los siete hizo su debut profesional. Más adelante se formó en Berklee College of Music de Boston, donde creó un trío. Grabó su primer disco en Nueva York con la orquesta del saxofonista Don Jacoby. Luego colaboró con el multiinstrumentalista Roland Kirk, el clarinestista Tony Scott y el baterista Art Blakey. Con el cuarteto del saxofonista Charles Lloyd, conformado por el baterista Jack DeJohnette y el bajista Cecil McBee, giró seis veces por Europa y la Unión Soviética. En 1965 formó un trío con Charlie Haden en contrabajo y Paul Motian en batería. Desde 1971 trabajó junto a Miles Davis, tocando teclado electrónico. En 1974 creó un nuevo cuarteto con Jan Garbarek en saxofón, Palle Danielson en contrabajo y Jon Christensen en batería. En 1983 grabó sus extraordinarios Standards. Vol 1, Standards. Vol 2 y Standards Live, temas emblemáticos del repertorio del jazz, junto a Gary Peacock y Jack Dejohnette. El artista interpreta piezas para piano clásico, clavicordio, clavecín y órgano. Grabó obras de Bach, Händel, Mozart y Shostakovich.

En Keith Jarrett: Una biografía Sandner ofrece  un texto que resulta un pasaporte al universo musical del pianista, al explicar con sencillez -algo nada fácil- la enorme capacidad que tiene el creador del inconmensurable The Köln Concert (1975) para improvisar, sin salirse del todo de la composición original pero añadiendo texturas preciosas no previstas por el canon. Sandner fluye en el texto como si sus palabras fueran el traductor perfecto del idioma de este magnífico improvisador.

Como escribió el periodista, traductor y escritor Jorge Fondebrider en el programa del concierto que dio Jarrett en el Teatro Colón en 2011: “Privilegia la construcción temática, donde la canción aludida se desmiembra y se vuelve a armar, revelando en ese tránsito fascinante y, por momentos, hipnótico, los mecanismos de su creación”. El músico había estado antes en Buenos Aires, en 1994, cuando dio un par de conciertos en el Teatro Ópera, mostrando la belleza de esos desvíos, los accidentes, el imprevisto que surge durante la improvisación. En el libro de Sandner hay varias descripciones deliciosas de lo que Jarrett es capaz de hacer. Aquí va una, referida a su parte en la grabación de The Survivors Suite: “Jarrett topa con el concepto de música de las esferas y se pone a explorarlo con la celesta: sonidos etéreos que contrastan con los sonidos telúricos del bajo, y lo inician a una reflexión sobre la capacidad del piano para lograr asimismo esa música de los cielos”.

Por otra parte, el libro acuñado por este productor, crítico y musicólogo, tiene el mérito de consignar toda su discografía, esa que fue mayormente grabada por el sello alemán ECM desde comienzos de los ‘70. Además, cuenta con la deferencia de que el autor ofrenda cada una de las sensaciones que le provocan las obras de Jarrett y, finalmente, su otro valor es que articula los momentos creativo y personal de Jarrett, aunque esto último sólo para darle mayor relevancia a la obra.

Keith Jarrett: Una Biografía está escrito con un gran conocimiento del biografiado y de su música y por ello mismo, con una comprensión profunda del fenómeno estético que el músico ofrece. Es aconsejable leerlo mientras se lo escucha, bajo el lema de Gertrude Stein: “Piensa en tus oídos como si fueran ojos”. Y dejarse llevar, como sucede con su música, para que la lectura toque lo inesperado del propio lector.