Design frontiers

María Sánchez: "El diseño tiene que ser sistémico, transversal y flexible"

Conversamos con la académica detrás del plan de estudios de la carrera de Diseño Industrial de la UNAM.

Por Daniela Quintana

27.02.2023

María Sánchez estudió diseño industrial en la Universidad Nacional de Cuyo en la década del ’70. Luego de una extensa trayectoria laboral para la industria en Italia, Estados Unidos, Suiza, China, Japón y Argentina, trabajó para la academia con rol docente en ISIA Faenza (Istituto Superiore per le Industrie Artistiche), el Politécnico de Milán, la UANL de Monterrey, Isthmus Panamá, la Universidad de San Andrés, la Universidad de Cuyo, la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires. Fue miembro del Consejo Académico del DISUR (Red de Carreras de Diseño en Universidades Públicas Latinoamericanas). Es presidente del Consejo Consultivo Internacional de la Facultad de Arquitectura, Construcción y Diseño de la Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, México, también participó de la gestación del Centro Metropolitano de Diseño (CMD), por citar solo algunos de sus trabajos.

A mediados del 2000 tuviste la oportunidad de liderar el equipo de trabajo que desarrolló el plan de estudio de la nueva carrera de diseño industrial en la Universidad Nacional de Misiones (UNAM), ¿qué consideraciones fueron las más relevantes? ¿Cómo se piensa un programa de estudio de diseño industrial?

Para responder esto tengo que hacer un breve viaje por mi trayectoria profesional, porque es ahí donde se gestan algunas de las ideas que luego se materializan o más bien guían el contenido curricular que propuse. Apenas egresada recibí una beca de especialización para asistir a la Hochschule für Angewandte Kunst de Austria, ahí uno de mis docentes fue Ettore Sottsass, ya para ese entonces él era un referente mundial clave del diseño. Cuando termine la beca me mudé a Milán a trabajar en su estudio. Esos primeros años de la década del ’80 fueron la génesis de la globalización, de las producción fuera de la escala humana en detrimento del medio ambiente… y fue el papa Juan Pablo II quien empezó a hablar del consumismo desmedido y al ser yo muy creyente me interpeló profundamente su declaración. Durante esa época me cuestionaba qué pasaba con mi profesión en relación a la ecología y por otro lado empecé a darme cuenta que en lugar de ser una simple diseñadora de productos mi trabajo era muy diferente a lo que había aprendido en la universidad. Producir en un país diferente del que se iban a consumir los productos, y a raíz de esto necesariamente adentrarme en el mundo de la logística, evaluar tiempos, costos y tipos de traslados, así como también tomar dimensión de la importancia de la coordinación entre procesos y procedimientos, todo lo que está por fuera de la forma del producto, el material, el color o la tecnología, que era lo que yo había estudiado en la facultad.

Todo este proceso me hizo reflexionar mucho sobre los encargos que recibía, sí me pedían una taza, por ejemplo, mi trabajo no consistía en rediseñar una asa para que fuese más bella, mi trabajo de pronto se volvió mucho más analítico, tenía que poder pensar y entender cómo se beben líquidos fríos o calientes, dónde se beben, cuándo, en qué circunstancia: trabajando, estudiando, en la compu, en el auto, de viaje, en movimiento, una visión mucho más abierta sobre la acción que involucra al objeto. Ahí descubrí que para pensar eso tenía que pensar en términos de diseño estratégico y por el otro lado tenía que pensar sistémicamente. Los proyectos para el mercado me ayudaron a enhebrar todas las variables que confluyen en un proceso de diseño. Ahí fue que me metí en el diseño estratégico desde la praxis.

Todo esto para poder explicar que cuando me tocó dirigir el equipo con el que diseñamos el plan de estudios de la carrera de diseño de la UNAM, el leit motiv del plan de estudios fue considerar al diseño como un instrumento estratégico para gestionar algo más grande, en todas sus facetas: una sociedad mejor, productivamente más eficiente, socialmente más justa y ambientalmente responsable.

Me hubiese gustado que la nueva carrera fuese solo “diseño”, pero desde hacía 15 años en la Universidad de Misiones ya funcionaba la carrera de diseño gráfico, entonces era condición sine qua non que proyectáramos una carrera para que ampliáramos la oferta académica, es así que diseñamos el plan de estudios de diseño industrial. Teníamos además como premisa, respetar una determinada carga horaria, entonces lo que hicimos fue ecualizarla dándole mayor relevancia a materias referidas a tecnologías blandas para la innovación, materias como por ejemplo gestión de diseño, introducción a la economía y diseño para la innovación, hasta ese momento ningún otro plan de estudios de diseño industrial del país tenía en su currícula ese tipo de asignaturas, y eso representó una ventaja competitiva para los egresados, porque les permitió no solo comprender los problemas de la forma, el color, los materiales, la producción y la tecnología disponible, sino también cómo inciden la economía y las finanzas en una empresa u organización. En Misiones para recibirse, los estudiantes tienen que realizar un proyecto de diseño estratégico (diseño de producto, de servicio y/o de experiencia) en donde deben contemplar los valores sociales, ambientales y productivos. Para eso tiene que tener en claro los indicadores necesarios para proyectar conjuntamente el plan de negocios.

Diez años después, tuviste la posibilidad de diseñar el plan de estudios de una nueva carrera de diseño en la Universidad Austral, ¿por qué diseño “sin apellido”?

También en este caso hay que tener en cuenta diversas consideraciones. A lo largo de esos 10 años el diseño se consolidó como una disciplina estratégica e integral, que está en continua expansión, y que opera a partir de la construcción de sentido, del conocimiento y de la acción en pos de la innovación social, con lo cual es interesante incorporar en el proceso de diseño nuevas lecturas mucho más omnicomprensivas y sistémicas.

En la actualidad, el diseño articula arte, tecnología, negocio y sociedad con el foco puesto en la persona, construyendo nuevos significados, relaciones y entornos que pueden materializarse en el diseño de experiencias, de servicios y de productos. Hoy es en extremo relevante comprender la interrelación del diseño con los procesos de comunicación y lo que ello implica.

Por todo lo dicho es que hablamos de la carrera diseño “sin apellido”, es decir no estrictamente vinculada a diferentes familias tecnológicas como ocurría cuando nacieron las carreras tradicionales tales como diseño gráfico, diseño industrial, diseño textil, etc.

Hoy las nuevas materias son de corte empírico con alto componente de virtualidad: estudios futuros, visión estratégica, nuevas tendencias, etnografía entre otras. Son conocimientos de interacción e iteración que le permiten al diseñador un mayor abanico de posibilidades que solo trabajar con la industria. Entonces, recapitulando, el diseño tiene que ser sistémico, transversal y flexible, ya que debe ser un agente que entreteja y potencie cualquier otro expertise.

¿Qué estás leyendo?

Estoy leyendo algunos libros en paralelo, típico de vacaciones… Son las doce, doctor Schweitzer de Gilbert Cesbron, La carretera de Cormac McCarthy, Tecnoceno de Flavia Costa y El camino del artista de Julia Cameron.