Portrait

Martinho Pita: "Trabajo en conjunto con la naturaleza, no controlo todo el proceso"

El artista y arquitecto portugués hoy se concentra en el arte de crear objetos a partir de madera, paja y vidrio. Conversamos sobre el camino que lo llevó hoy a volver a su país de origen para aprender de su padre el trabajo con madera de poda

Por Juliana Nogueira Passos

05.04.2023

El portugués Martinho Pita siente que respondió a una especie de llamado cuando dejó una exitosa carrera internacional en arquitectura y empezó a crear objetos. “Sentí que no me insertaba más en el tiempo de los otros y en vez de luchar para adecuarme a ese tiempo, decidí trabajar en mi propio tiempo”, explica el artista nacido en Lisboa hace 41 años.

Pita percibió entonces que debía reinventarse. El primer paso fue pedir ayuda a su padre, también artista, para que le enseñara a trabajar con la madera de poda. “Trabajo en conjunto con la naturaleza, no controlo todo el proceso”, afirma. A partir de las ramas descartadas de los árboles, pasó a crear luminarias.

El trabajo también le posibilitó un rescate en la relación con su propio padre, ya que Pita creció con los abuelos maternos. En su período sabático, luego del retorno a Portugal, se alojó en la casa de campo de la familia. El país enfrentaba una crisis dura, con mucha gente partiendo en búsqueda de oportunidades y él sabía que no sería fácil hacer el camino inverso. “Le pedí a mi padre que me enseñara algo. Él me preguntó que me gustaría aprender y se sorprendió cuando le dije que quería trabajar con madera, como él”, cuenta. De esta conexión nació la colección Bichos, que tiene sus raíces en el arte ibérico.

Pita aprendió de su padre a trabajar con madera y de estas enseñanza surgió la colección Bichos. Gentileza Martinho Pita. 

Además de las ramas, empezó a trabajar con vidrio soplado. La idea inicial era crear la ilusión de luz dentro del agua, por lo cual el vidrio sería la mejor manera de expresar el concepto. Para hacer que este plan fuera viable, Pita se trasladó a Marinha Grande, una región conocida como zona del vidrio, donde pasó un período investigando fábricas y artistas que trabajaban en el rubro. Dos años transcurrieron hasta que encontró un socio y juntos desarrollaron la colección Pingos. El artista, sin embargo, tiene disponibilidad para trabajar durante solo dos horas, de las 3 a las 5 de la mañana, que es el período entre los turnos de la fábrica, cada 15 días. Esto porque el horno a gas funciona las 24 horas del día y no se lo puede apagar para que no pierda la temperatura. Entonces recurre a dos o tres ayudantes para optimizar al máximo el tiempo del horno. En los 15 días entre una visita y la siguiente se concentra en pensar en el mayor número posible de piezas para dar forma.

Además de las ramas y los vidrios, Pita también creó la línea Pradaria, con paja. “Es mi trabajo más meditativo”, dice. La idea partió de un proyecto para crear un living con residuos ya existentes en el ambiente. Las ramas secas, podadas para abrir caminos en el terreno, se transformaron en soportes para quinqués y filtros de luz. Hoy, Martinho utiliza tres o cuatro tipos distintos de paja.

Para trabajar con vidrio, Pita se trasladó a Marinha Grande, una región conocida como zona del vidrio, donde pasó un período investigando fábricas y artistas que trabajaban en el rubro. Gentileza Martinho Pita.

Para el futuro, tiene el sueño de trabajar con piedra, cerámica y fundición. “Me interesan los materiales naturales que tengan una vida para contar”, expresa. La nobleza viene justamente de la simplicidad. El lujo, para él, viene del efecto que la pieza es capaz de traer al espacio que ocupa dentro del ambiente.

Formado en Arquitectura y Artes por la ECA (Edinburgh College of Arts), retornó a Lisboa, donde trabajó en algunos estudios de arquitectura. No tardó en llamar la atención con sus ideas de urbanismo y en 2010, junto a una pareja de amigos arquitectos, embarcó hacia India, donde trabajó en una serie de proyectos de estrategia social. En ese estudio, llamado Urbanouveau, trabajó en una villa miseria en Puna. Bajo el nombre de vivienda incremental, se trata de residencias de tres pisos, pero con solo una parte construida, para que las personas puedan ir ampliándolas a lo largo del tiempo. “Estos proyectos tenían como base problemas de personas reales. La escasez de recursos nos dio flexibilidad para trabajar con muy poco, lo que fue fundamental para recomenzar cuando volví a Portugal”, recuerda Pita.

Cuando Pita comenzó a trabajar con vidrio soplado, la idea inicial era crear la ilusión de luz dentro del agua. Gentileza Martinho Pita.

El concepto de producir con poco atraviesa todo el trabajo del artista. “El desperdicio se convirtió en parte de la condición humana. Me opongo a esta corriente y cuando creo una pieza, establezco una relación con el objeto, que gana alma propia. Esta es mi búsqueda, siempre”, afirma él, a quien le encanta imaginar hacia dónde va cada pieza, el rol que tendrá en el ambiente y de qué forma será parte de la vida de quien la posea.

Para Pita, esta funcionalidad de las piezas es parte de un cambio de paradigma en las fronteras entre el arte y el diseño. Cree que el rol del artesano evolucionó mucho y hoy su sentido crítico es mayor, es capaz de encontrar problemas y solucionarlos. “El artesano moderno logra establecer un diálogo saludable entre la cabeza y las manos”, sugiere el artista. El resultado es que las piezas incrementan su potencial y dejan de ser únicamente un objeto de decoración. Pasan a formar parte de la vida de las personas. Con suerte, tocan el alma.