Portrait

Oriol Pibernat: Historiador y diseñador

El escritor y compilador, conversó con The Praxis Journal sobre historia, diseño industrial, educación del gusto y el espíritu de época. En la actualidad es el curador de la exposición permanente: “Objetos comunes. Historias locales, debates globales” en el Museu del Disseny de Barcelona.

Por Daniela Quintana

30.08.2023

Nació en Barcelona, en el seno de una familia de clase media tirando a alta, con gusto por las artes y las letras. Su padre heredó una fábrica de materiales cerámicos (refractarios) de su abuelo, pero luego de la crisis del 73 trabajó en el mundo editorial; recuerda que en su casa se vivía intensamente la política de oposición al franquismo. Cuando terminó sus estudios de bachillerato entró a trabajar en una imprenta, con convicción explica que no sabía muy bien qué hacer con sus habilidades para el dibujo o sus intereses por la teoría y la historia. Durante ese periodo ocupó su tiempo libre oscilando entre el activismo político y la contracultura, es importante recordar que el segundo lustro de los años setenta fueron tiempos muy agitados en España y, sobre todo, en Barcelona.

En su adolescencia fue un asiduo visitante de la Fundación Joan Miró y en alguna de esas visitas dio con una exposición sobre la Bauhaus y enseguida pensó que aquello era algo que encajaba con sus inquietudes. Así que, en 1981 con 21 años, comenzó a estudiar diseño en una pequeña escuela en la ladera de la montaña de Barcelona. Esa pequeña escuela resultó ser EINA y supuso una experiencia importantísima, ya que allí logró reconciliar su vocación creativa con sus intereses intelectuales. Admite que como diseñador gráfico ejerció poco, pero buscó maneras de conciliar las aptitudes visuales y analíticas, primero en el campo de la identidad corporativa, en asociación con Norberto Chaves, y luego a través del comisariado (curaduría) de exposiciones.  

Sus títulos oficiales en historia llegaron mucho más tarde, cumplidos los 50 años. Es por esta situación que reivindica su formación autodidacta en historia y pensamiento, que lo acompaña desde su adolescencia. Al mismo tiempo, reconoce el valor de lo académico y la sinergia del trabajo dentro de una comunidad de investigadores. Oriol, afirma que: “Cuando escribo sobre historia quiero que estén activas todas estas dimensiones: el bagaje del historiador cultural y social, el saber específico del conocedor del arte, la arquitectura y el diseño, y el ingenio asociativo del involucrado en la cultura visual y material. Es por ello que prefiero firmar ´Historiador y diseñador´ que ´historiador del diseño´”.

Exposición Objetos comunes. Historias locales, debates globales, sala Itinerario. Gentileza Oriol Pibernat

Oriol es curador de la muestra “Objetos comunes. Historias locales, debates globales” en el Museu del Disseny de Barcelona, ¿a qué se debe el título?

Objetos comunes. Historias locales, debates globales no es una exposición temporal, por lo que tendrá una vida más larga, en realidad hasta que se imponga renovarla. El título es uno de los aspectos más delicados y discutidos de una exposición. El subtítulo es denotativo de lo que se encuentra en la sala. Por un lado, un apartado que esboza un itinerario sociocultural e histórico del diseño barcelonés y español, construido en base a los fondos recogidos por el museo. Dicho de otro modo, el acceso a la modernidad a través de sus objetos. Por otro lado, un panorama de actualidad que engarza las preocupaciones y apuestas de nuestra década con objetos significativos. Yo quería poner en relieve la capacidad que tienen los objetos de intervenir en la vida social más allá de ser meras prótesis de los humanos. Por ejemplo, el coche oficial crea poder, no es que simplemente "lo represente". Un mapa no solo orienta, sino que invita a viajar o sugiere otro itinerario. Este es su valor performativo, su capacidad de modificar el comportamiento al interactuar con él, y por ello mi primera propuesta era que la exposición se titulara ¡Ciudadano objeto!, un saludo republicano que otorgaba ciudadanía a lo que, en apariencia, es materia inerte. Un poco atrevido, se dijo, así que planteé una segunda opción, Objetos comunes, apelando a su naturaleza cotidiana y a su función genérica. 

¿Por qué llegó tan tarde el desarrollo del diseño industrial en España? En relación con el desarrollo de éste en otros países europeos. En el texto Dos sillas en el pabellón español de la Triennale de Milán, mencionas la tensión entre tradición y modernidad, anonimato y autoría, artesanía y diseño industrial, ¿estas dualidades condicionaron el desarrollo?

Respecto a otros países del entorno, el diseño industrial llegó tarde a España. Llegó tarde porqué la industrialización, la cultura burguesa urbana y de clases medias, que le diera acogida, también llegaron con retraso. El problema ya venía de antes, pero sin duda la guerra civil y la cultura de posguerra -con la diáspora, el freno y aislacionismo cultural o con la regresiva autarquía franquista- pusieron mucho de su parte. No obstante, hubo un empeño persistente por parte de sectores culturales de conectar y acompasarse con el exterior. Aunque España no se homologó a algunos estándares del capitalismo internacional hasta entrada la década de los 60, lo cierto es que ya en los 50 se dieron debates decisivos sobre el acceso a la modernidad, como bien apuntas. En este sentido, es interesante constatar cómo fue la motivación cultural la que despejaría el camino por donde más tarde circularían las producciones de diseño, ya en tiempos del Desarrollismo español.  

¿El diseño sirve para expresar la idiosincrasia de un país? ¿por qué?

El diseño siempre ha servido para expresar la idiosincrasia de un país. Ello fue así especialmente en la segunda mitad del siglo XX. Dotar de un aire de familia a las producciones mercantiles fue una aspiración en aquel momento de la globalización comercial alentada por los propios estados. Se trataba de substituir las conflagraciones bélicas con el intercambio de productos en el mercado. En el siglo XXI resulta menos evidente. La cultura profesional del diseño está mucho más desterritorializada y las lógicas del capitalismo financieras, laborales y comerciales, son decididamente transnacionales. Ello no obsta para que se den expresiones locales interesantes o disidentes de la tendencia general. Hay búsquedas de diseño en el sentido de activar comunidades, acervos y prácticas locales, pero sus éxitos son más evidentes a niveles de la micropolítica que de las políticas nacionales.

Libro Diseño y franquismo, 2020. Gentileza Oriol Pibernat

¿Cómo se relaciona la política, la cultura y el diseño?

Por lo dicho, ya dejo entender que nada escapa a la política y tampoco al diseño. Los objetos e imágenes que actúan tanto en la escena pública como en la esfera privada definen nuestra manera de interactuar con el mundo e inciden en nuestra manera de pensarlo. Las decisiones de diseño, por técnicas que parezcan, nunca son neutrales. Esconden preguntas sobre la vida social que no nos hemos hecho o que se resuelven convencionalmente. El reivindicado “sentido común” no deja de ser la antítesis del pensamiento crítico y la vía por la que se deslizan las recurrencias. Pero el diseño también puede estar del lado de las micropolíticas y las tramas sociales alternativas.

¿A través de qué acciones se logra una educación del gusto? y ¿qué relación hay entre gusto y espíritu de época?

Incluso sin haber leído a Bourdieu uno podría darse cuenta de que el gusto es un campo de batalla en el que los individuos y los grupos sociales compiten por distinguirse o asimilarse. Las batallas por el gusto emprendidas desde la cultura del diseño pueden tener diferentes orientaciones. Algunas son decididamente elitistas, como las se contemplan desde el high design. Aquí el objeto de diseño suele ocupar el papel de las antiguas artes decorativas. Otras tienen un marcado cariz paternalista y pretenden sustraer a la gente común de su persistente “mal” gusto. Son las bienintencionadas campañas a favor del “buen” diseño. El mundo del diseño adopta, entonces, una posición redentora. Sin embargo, existe la posibilidad real de que el diseño nos obligue a cuestionar la idea de gusto, nos detraiga del juicio moral de lo bueno y lo malo y procure una democratización real de la experiencia estética.   

Las jornadas: Amueblando Viñetas, una introducción al diseño contemporáneo visto desde el cómic, plantearon una sinergia entre ambas disciplinas ¿Efectivamente hay una afinidad? Los dibujos animados de cuando nosotros éramos chicos estaban musicalizados con música clásica, ¿Eso también sería una combinación de “alta cultura y cultura popular”? ¿Estas vinculaciones proyectan inquietudes en las nuevas generaciones?

Dicho esto, no tengo ningún tipo de prejuicio aristocratizante -como, en general, lo tienen la teoría crítica- respecto a las formas populares de cultura de masas. Al contrario, el cómic, los musicales, la novela policiaca, etc. o ahora, las redes sociales, los memes, o los festivales, son parte de nuestro acervo cultural como lo puede ser la música dodecafónica y el cine de autor. La posmodernidad ratificó esta sensibilidad y fomentó las hibridaciones de géneros antes estancos. Sencillamente, ello no obsta para que nuestro sentido crítico -que, junto con lo inconsciente y lo eminentemente emotivo, es nuestra más natural forma de apropiación cultural- funcione en todos los objetos culturales a los que tenemos acceso sustrayéndonos de ser meros consumidores desvaídos.  

Izq: Oriol Pibernat en su estudio. Der: Libros y catálogos escritos y editados por Oriol Pibernat, gentileza del autor

¿Es posible un diseño industrial con escala/sentido humano?

No solo es posible, sino que es imprescindible. La cultura lucha denodadamente contra lo genérico, lo indistinto, lo intercambiable, lo puramente mercantilizable. La cultura es lo singular, lo atípico, lo diverso, lo irremplazable, lo emocionalmente humano. Por ello en la gran escala, en lo mecánico y en lo cibernético se producen resistencias y disensos permanentes.

¿Qué estás leyendo?

La verdad es que leo mucho ensayo y literatura del tema que en cada momento concita mi interés. En cuanto a la lectura no distingo demasiado entre ocio y trabajo porque disfruto de mis temas de estudio. Pero si me preguntas concretamente ahora, estoy picoteando el Fausto de Pessoa y releyendo a Rabelais. Me compré sus obras completas de la Pléiade y además de reírme a carcajadas con Gargantúa y Pantagruel aprovecho para curiosear sus cartas y almanaques traducidos del latín al francés. ¡Los clásicos! Siempre se aprende algo completamente nuevo con ellos.

 

Foto de portada: Exposición Objetos comunes. Historias locales, debates globales, sala Parlamento. Gentileza Oriol Pibernat