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Silvana Annicchiarico: "Un museo del diseño no puede ni debe ser un monumento a los valores que se consideran absolutos e imperecederos"

La ex directora del Museo de Diseño de la Trienal de Milán llegó a Buenos Aires para presentar una exposición en el Museo Nacional de Arte Decorativo.

Por Vivian Urfeig

04.11.2022

“Buenos Aires es un organismo vital, enérgico, palpita con la efervescencia cultural. Las universidades como verdaderas ciudades dentro de la ciudad. Y La regeneración de ciertos barrios, más habitables, amigables. La recuperación del patrimonio y la explosión de la naturaleza, que se vibra en cada esquina la convierten en extraordinaria. Buenos Aires tiene espíritu europeo pero gusto latino”, afirma Silvana Annicchiarico. Es la ex directora del Museo de Diseño de la Trienal de Milán (Triennale di Milano) y curadora de la muestra Diseño Italiano, la belleza de lo cotidiano, que hasta fines de enero de 2023 se exhibe en el Museo Nacional de Arte Decorativo. Arquitecta e historiadora, Annicchiarico llegó a Buenos Aires para presentar una selección de los objetos más representativos de la historia del diseño italiano desde la posguerra hasta la actualidad. En exclusiva para The Praxis Journal, la académica, investigadora y docente (en la Universidad de ISIA, Instituto Superior para la Industria Artística y Diseño Industrial), repasó las claves de la exposición y su articulación con los referentes del diseño argentino a partir de un panorama de las principales líneas evolutivas que caracterizaron la historia del diseño italiano desde 1945 hasta hoy.

Annicchiarico gestionó el préstamo de las piezas originales entre coleccionistas privados y empresas como Alessi, Artemide y Poltrona Frau, entre otras firmas italianas, que cedieron objetos originales para la muestra que da testimonio del sueño italiano de llevar la belleza a la vida cotidiana. Con un anclaje que le agrega valor, la propuesta también incluye hitos del diseño argentino que verifican la solidez del puente cultural e histórico que siempre unió a los dos países. Así, se conjugan piezas que además de su valor estético y funcional contribuyen a condensar la evolución y transformación cultural. Íconos que entrelazan sus orígenes, dispositivos desarrollados para mejorar la calidad de vida que hoy, en situación expositiva, suman una capa más de sentido. Las 20 piezas provenientes de la colección permanente del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires contribuyen a entender el contrapunto y a la vez, el paralelismo con la industria italiana. La muestra fue organizada junto a Donatella Canova, directora del Instituto Italiano de Cultura de Buenos Aires.

Annicchiarico es una de las curadoras más importantes de la escena del diseño italiano, en permanente contacto con museos de todo el mundo. Es miembro del Comité técnico-científico para los museos y la economía de la cultura del Ministerio de Cultura y colaboradora del Ministerio de Relaciones Exteriores de Italia. Su faceta periodística se puede buscar en los artículos para el diario La Repubblica y en la icónica revista Domus.

Exposición Ceramica Dolce en el Museo Montelupo, con curaduría de Annicchiarico. Gentileza Silvana Annicchiarico.

¿Cómo interpretás el vínculo entre Argentina e Italia que se destaca en la muestra?

Argentina es una tierra que acogió a muchos inmigrantes italianos, quienes llevaron consigo el estilo y la creatividad inherentes a la italianidad. También por eso, entre el diseño italiano y el argentino hay referencias, diálogos y cruces. Hay afinidades y analogías en los respectivos recorridos de investigación y proyección. Así como también hay muchas figuras muy involucradas con esta historia: Emilio Ambasz, Tomás Maldonado, Ricardo Blanco, Paolo Bergomi, entre otros. Este diálogo nos lleva a los inicios fundacionales del Diseño Industrial como disciplina en la Argentina, recorre las primeras décadas de su desarrollo y se detiene a las puertas de nuestro siglo. Las piezas que representan la sección argentina proceden de la colección del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires e inician su recorrido en los años ‘50 hasta las décadas del ‘80 y ‘90. Se destacan los objetos creados por figuras emblemáticas como los pioneros Susi Aczel, Edgardo Giménez, Roberto Napoli, Horacio “Bucho” Baliero, Reinaldo Leiro, Ricardo Blanco y Herman Loos.

¿Cuáles reconoces que fueron sus hitos durante la gestión como curadora del Museo de la Trienal de Milán?

Comencé haciendo un trabajo desde abajo hacia arriba, como un arquitecto que empieza por los cimientos. Mi objetivo fue construir una Colección Permanente de Diseño Italiano, exportar diseño al mundo, crear exposiciones y debates en torno a la disciplina. Luego, después de 10 años, en 2007, fundé el TDM, el primer Museo del Diseño Italiano. Quería un museo diferente, vivo y dinámico. Un espacio para contar historias que invitara al público a volver. Por eso, cada año, desde 2007 a 2018, la historia del diseño italiano fue planteada según una interpretación diferente, de acuerdo a un sesgo curatorial original y también con una puesta en escena siempre renovada. Un verdadero museo "mutante". En 20 años logré que el diseño italiano saliera al mundo. De París a Londres, de Nueva York a Buenos Aires, de Tokio a Beijing, de Shanghái a Seúl, de Kuala Lumpur a Sidney. Generé un debate animado con la comunidad y activé un área educativa para las nuevas generaciones. He realizado exposiciones dedicadas a los grandes maestros del panorama internacional, pero al mismo tiempo le di espacio a las nuevas generaciones.

Logros que seguramente dejaron aprendizajes para tu función actual como curadora independiente…

Para hacer un museo hoy hay que ser visionario. Comprender que un museo del diseño no puede ni debe ser un monumento a los valores que se consideran absolutos e imperecederos sino un dispositivo de incesante cuestionamiento crítico sobre el pasado y el futuro. Aprendí que no basta conservar y preservar, sino que es fundamental nutrir con nuevas energías todo el acervo. Por último aprendí que siempre hay que respetar tres cosas: el público, el presupuesto y todos los que han confiado en ti. Del rol de curadora independiente me gusta mucho lo que implica: cuidar, un término que hoy es clave para dar voz, espacio y luz a la producción que está repartida por ese museo a cielo abierto que es Italia. En esos espacios se produce la investigación, experimentación, innovación, internacionalización. El trabajo de curador se mueve en esa delgada frontera, una bisagra entre la alta artesanía, el arte y el diseño.

¿En qué estás trabajando actualmente?

En un proyecto en Spilimbergo, en la provincia de Pordenone. La localidad cuenta con una antigua tradición en el arte del mosaico artesanal. También, en Montelupo Fiorentino, una de las cunas más importantes de la cerámica italiana, donde involucré a varios diseñadores para proyectar nuevas colecciones, experimentar e innovar a través de este material ancestral. Mi actividad actualmente está muy diversificada, pero mi foco es el cuidado y la valorización para enfatizar y mirar de otra manera las ya conocidas.

¿Cuál es la impronta del Salón del Mueble de Milán en la escena global y local?

Es una cita tradicional. Milán se convierte en una especie de gran atelier de diseño que, desde el núcleo expositivo central de la feria, se irradia y se expande por toda la ciudad en el llamado Fuori Salone, un fenómeno nacido desde abajo, como un termómetro que revela la naturaleza popular del diseño y la necesidad de mostrar lo fuera de los circuitos institucionalizados. Desde 1961 el Salone se consolidó como el lugar ideal para el encuentro, desde la dimensión de la investigación proyectual hasta el proceso industrial. Es el más importante del mundo no sólo por el volumen de negocios, sino también por la difusión del diseño. No se limita a presentar productos ya afirmados, también impulsa tendencias, las anticipa. Ambos eventos se retroalimentan.

¿Cuál consideras que es el rol del diseño italiano en cuanto a la economía del país y la generación de nuevos mercados?

En una fase de drástica contracción del consumo a nivel mundial, el buen posicionamiento del sector del diseño y del mobiliario es un punto de inflexión para la economía italiana. En este contexto, el éxito y el prestigio de un evento como el Salone del Mobile certifica la tradición cultural y productiva que supo conjugar el decir y el hacer de manera única y original, y que ha encontrado un escenario propicio para presentar al mundo los resultados de sus investigaciones y los productos de su ingenio. El diseño fue la llave de ingreso de Italia a la modernidad, el responsable de convertir al país en una de las principales potencias industriales y manufactureras del mundo. Desde la posguerra ha jugado un papel democratizador al ofrecer respuestas funcionales y concretas a las necesidades sociales e individuales que iban surgiendo. Ha mejorado la vida cotidiana, la calidad de vida, el confort de los hogares, las posibilidades de circulación y comunicación. Sobre todo, encarnó el sueño de llevar la belleza a la vida de todos, sin distinción de clases ni de cultura.

El rol de las mujeres en el diseño estuvo un tanto relegado y hace un tiempo cobró más protagonismo, ¿cuál es tu opinión?

El diseño italiano del siglo XX fue sin duda un diseño patriarcal, con pocas excepciones. Como si no hubieran habido mujeres. Hilaban, tejían, trenzaban telas, modelaban cerámica, trabajaban la madera, inventaban formas y soluciones para habitar y vestir. Fueron las mujeres quienes concibieron las nuevas tendencias, pero les era difícil alcanzar un rol protagónico. Muchas veces trabajaron a la sombra de algún hombre.

¿Un ejemplo?

La lounge chair Day-bed (Diván Barcelona, 1930) no solo fue obra del genio de Mies van der Rohe, sino sobre todo de su pareja, Lilly Reich. Dediqué una edición del Museo de la Triennale en 2016 para salvar este "olvido", relatando la "invisible presencia" de la mujer en la historia del diseño, desde principios del siglo XX hasta la actualidad. Una presencia cuantitativa y cualitativamente relevante que, hasta el día de hoy, se ocultó, se subestimó y fue marginada con fingido descuido por la crítica y la historiografía contemporáneas.

¿Notás un cambio de época?

Si, por suerte. Además hay muchas más mujeres que hombres en el diseño, porque son más conscientes de su papel, y tienen menos sujeción psicológica a una disciplina tradicionalmente patriarcal como es el diseño. En algunos temas, como la sostenibilidad o el diseño de reúso, las mujeres están en primera fila. Tienen una visión cosmopolita, se comunican con el mundo, no conocen fronteras y son muy rápidas en identificar los problemas emergentes a los que el diseño puede y debe tratar de dar respuesta.

¿Cuáles son los referentes jóvenes que tenés en radar?

Hoy, en una época en la que el diseño se ha convertido en "una profesión de masas". Muchos jóvenes diseñadores están dejando su huella en la escena internacional. Entre las nuevas figuras, están De OrtaMiklos (franco-danés), Lisa Ertel (Alemania), de Tipstudio (Italia), Sabine Marcelis (Francia), Bailey Fontaine Studio (Estados Unidos). Y entre los argentinos Andrés Reisinger y Grupo Bondi, que representan a los jóvenes emergentes con gran carga expresiva.

Foto de portada. Exposición Women in italian design en la Trienal de Milán de 2016, con curaduría de Annicchiarico. Gentileza Silvana Annicchiarico.

Fotos miniatura. Retrato de Annicchiarico por Giovanni Gastel. Gentileza Silvana Annicchiarico.