Portrait

Vicente Todolí: una variedad exótica en un sistema establecido

Estuvo a cargo de la creación del IVAM, de la curaduría de la Bienal de Venecia y la TATE Gallery de Londres, y mucho más. Pero hoy se dedica principalmente a la Fundación Todolí Citrus: una entidad sin fines de lucro dedicada a la conservación de más de 400 variedades de cítricos.

Por Martín Bonadeo

12.12.2023

Es la tercera vez que vengo a Palmera, una localidad rural en las afueras de Valencia, cerca de las playas del Mediterráneo. La razón de estos tres viajes siempre fue la misma: visitar a Vicente Todolí para hablar de su trayectoria, pero, sobre todo, su proyecto más radical: la Fundación Todolí Citrus. Si pensamos en los cítricos que conocemos, no son más de 6 o 7. Naranja, mandarina, limón, lima, pomelo, kinoto y bergamota. Ahí la mayoría dejamos de contar. Sin embargo, la primera vez que fui a visitar la Fundación, me hicieron probar más de 50 de las 400 variedades de cítricos distintos que cultivan. Todos mis sentidos se fueron revolucionados por aromas, gustos y texturas impensadas. Probamos desde unas pequeñas perlas de “caviar cítrico” hasta unos pumelos (con u) del tamaño de un melón. Todos sabores con una riqueza peculiar, lejanos a los conocidos y, sobre todo, los esperables.

La segunda vez que fui, decidí ir en tren hasta Gandia y luego caminando una hora por el camino natural de la Safor entre los campos de naranjos y mandarinos. El sol en esa zona es muy fuerte y la experiencia fue muy agobiante para hacerla en verano. Esa vez, ya había pasado la cosecha, entonces hablamos un poco más de arte. Después de todo, yo soy artista y él uno de los curadores más prolíficos de los últimos 40 años. Con una capacidad asociativa brillante y una verborragia que salta entre el castellano, el valenciano y el inglés, Todolí me relató cientos de anécdotas desde sus estudios en la Whitney Program de New York, a la creación del IVAM (Instituto Valenciano de Arte Moderno), la apertura del museo de Serralves en Oporto, la curaduría de la Bienal de Venecia, su negativa a dirigir el Guggenheim de Bilbao, las negociaciones para convertirse en curador de la TATE Gallery de Londres, la apertura y dirección del Pirelli Hangar Bicocca y su asesoría a numerosas colecciones y fundaciones. Casi nada.

En la localidad rural de Palmera, en Valencia, se encuentra la Fundación Todolí Citrus, un proyecto del propio Vicente Todolí, curador de arte. Gentileza Vicente Todolí.

La tercera vez que fui a Palmera, decidí ir con un grabador y con la intención de retener, procesar y digerir esta información. Relajado, con su sombrero de paja, bajo la galería del laboratorio que montaron en su finca, me recibe una vez más un sonriente Todolí. La charla esta vez duró casi dos horas en las que recorrimos toda su historia, desde su infancia leyendo literatura bajo la sombra de un árbol de naranjas hasta su actualidad celebrando la diversidad con una colección de árboles vivos de todas las variantes de cítricos que fue encontrando y criando. Decido romper el hielo con una reflexión:

Estuve estudiando mucho el recorrido que fuiste haciendo por prestigiosas instituciones del arte y a mí me interesa en particular la relación que encuentro entre las variedades no buscadas de cítricos y el star system que genera el mercado del arte.

Exactamente así es como lo veo. Tienes por un lado el mercado del arte comercial y luego el arte en sí mismo ¿no? Que es mucho más amplio y variado. A mí aquí todo el mundo me dice “Ay, tú y tu fundación de naranjas”, en Italia me dicen “Ay, tú y tu fundación de limones”. Y no es así. Es: mi fundación de cítricos y yo. Pues eso. Es falta de conocimiento. Es como si me dijeran “Ay, tú y tu fundación de pintura”. No, la fundación es de arte que es algo mucho más amplio que la pintura. Hay muchos paralelismos que se pueden hacer.

Me interesa mucho, entonces, entender cómo el arte te trajo hasta donde estás hoy.

Yo soy de la quinta generación de especialistas en citricultura. No de cultivadores de cítricos. A los de la generación de mi tatarabuelo a mitad del siglo XIX aquí se los llamaba “planteristes”, planteristas. El planterista era el que cogía la naranja amaga, le quitaba las semillas, la plantaba en el suelo muy cercanas entre ellas y, cuando germinaban, las plantaban y las cuidaban para que crecieran. Cuando ya tenían un tamaño determinado, tenían dos opciones: o los vendían, o los dejaban crecer, los injertaban y los vendían ya injertados. En esa época, la mitad del pueblo trabajaba para mi tatarabuelo, mi bisabuelo e incluso para mi padre. Desde que tenía 13 o 14 años, mi padre nos traía a mí y a mis hermanos los sábados muy temprano a trabajar para que viéramos lo duro que era y entonces que quisiéramos estudiar. Yo también venía, cuando mis amigos se iban a hacer la siesta, a leer bajo los naranjos y a imaginar. Ahí se daba el salto a la imaginación. Ahí mismo leí las obras completas de Verne. Siempre leía hasta tal punto que no estudiaba para la escuela. Mi primera obsesión fue la lectura, la segunda el cine y la tercera, el arte.

En la Fundación Todolí Citrus, se encuentran más de 400 variedades de cítricos. Gentileza Vicente Todolí.

¿Y cómo empezaste en el mundo del arte?

Tuve la suerte de tener una profesora muy buena de historia del arte que me hizo pensar que yo podría trabajar en ese campo. Al principio me interesaba el Renacimiento y el arte contemporáneo no me convocaba para nada, hasta que fui a la bienal de Venecia y tuve una epifanía después de ver a Bruce Nauman y Duchamp: “Quiero dedicarme a esto”. Veinte años después fui comisario de esa Bienal.

Y después de todo tu recorrido, ¿por qué decidiste crear esta fundación?

Siempre supe que volvería a donde había nacido. Había un proyecto urbanísitico para transformar la zona. Yo ya tenía mi pequeña colección de cítricos. Luché por retener el pequeño paraíso donde empecé a dejarme llevar por la imaginación. Me llamaron “romántico enemigo del progreso”.

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En un momento de la charla, nos levantamos, caminamos entre los árboles, me contó de un museo dedicado a los cítricos que está pensando instalar en la finca, me mostró un grupo de grabados de cítricos bellísimos que está coleccionando. Desde su huerto, sigue haciendo lo mismo que viene haciendo hace más de hace 40 años: introducir variantes exóticas dentro de sistemas muy establecidos.