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Gastronomía

Rocoto: comidas que comés viajando


Por Pablo Strozza

Rocoto de Fernando Dvoskin

Rocoto de Fernando Dvoskin

Rocoto de Fernando Dvoskin

Rocoto de Fernando Dvoskin

El inicio del diario Página / 12, junto a Jorge Lanata, en 1987. Un paso por Viva, la desaparecida revista dominical de Clarín, en la época en el que el matutino tiraba cada fin de semana la friolera de un millón de ejemplares. Un regreso a las huestes de Lanata, en la época de sus revistas Veintiuno (luego rebautizadas como Veintidós y Veintitrés) y Ego, a fines de los 90 y principios de los 2000. Y un posterior desembarco en el grupo de revistas de La Nación, con Rolling Stone como mascarón de proa secundada por otras publicaciones como Living, Brando o Lugares, que lo llevaron a ocupar el cargo de director de fotografía de dicha empresa. “Laburé en los mejores lugares, en los mejores momentos de cada lugar”, dice Fernando Dvoskin, y este repaso por su currículum confirma sus dichos en función a su profesión de fotógrafo.

Pero un día, mientras transcurría 2018, Fernando se cansó de La Nación. “Llegó un punto en el que se empezó a hacer mal lo que toda la vida se hizo bien, porque cambió la manera de hacer las cosas”, señala en función a la crisis que sacude a su gremio y a todo el periodismo. Puso una agencia de fotógrafos para cubrir eventos culturales, y en eso estaba cuando en 2020 el mundo entero se paralizó debido a la pandemia generada por el Coronavirus. Allí, cierta herencia familiar y una necesidad personal de un cambio rotundo lo llevaron a embarcarse en un ámbito en el que tenía cero experiencia: el culinario. “En mi familia la gastronomía siempre estuvo muy presente: mis abuelos sefaradíes le dedicaban mucho tiempo a la comida. Y mi mamá tuvo una empresa de catering de comida sefaradí que se llamaba Bocados, que laburaba con los countries de Pilar. Después, por mi trabajo de tantos años como fotógrafo, viajé muchísimo. Y cuando viajaba, comer e ir probando las comidas de cada uno de los lugares que visitaba era una de las cosas más importantes del viaje en cuestión. Por eso, cuando me decidí a armar un lugar, el concepto que le quise dar es el de 'comidas que comés viajando'. Eso es Rocoto”, cuenta acerca de su pequeño comedero en el Bajo de San Isidro, cercano tanto a las vías del tren de la Costa como al Río de la Plata.

Sobre la fusión gastronómica que se puede encontrar en Rocoto, Fernando Dvoskin explica: “Cuando viajaba, comer e ir probando las comidas de cada uno de los lugares que visitaba era una de las cosas más importantes del viaje en cuestión. Por eso, cuando me decidí a armar un lugar, el concepto que le quise dar es el de 'comidas que comés viajando'". PH: Fernando Dvoskin/Gentileza Rocoto. 

Pero, ¿qué se come en Rocoto? Comida asiática, árabe, latina. Un término tan gastado como “étnico” es el que mejor le sienta a un lugar donde conviven en armonía sabores de todas partes del mundo, que pueden ser acompañados por un muy buen gin tonic, cervezas de marcas chicas que escapan al sabor o al concepto de “artesanal”, o vinos de bodegas boutique. “La carta tiene un esqueleto, que es que los platos están armados como si fuese una degustación de un estilo de comida. Por ejemplo, si pedís el árabe, eso trae muchas cosas de esa comida en un mismo plato. Entonces ahí está el tabule, el humus, el babaganush y las bolitas de keppe. Y ese mismo concepto se repite en el plato asiático, o el latino. Yo las laburé para que convivan, y la unidad conceptual se las dan las bolitas, que aparecen en todos los platos de distintas maneras”, comenta Dvoskin.

Si bien lo suyo es el trabajo administrativo invisible que tiene todo restaurante como las compras, que implican visitas al Mercado Andino de Liniers, al de verduras de Béccar o al Barrio Chino para aprovisionarse del lenguado fresco para el ceviche, los camarones para el tartán, los papines para los gustos latinos o los pimientos y los condimentos, Fernando se ha arremangado y ha llegado como un cocinero avezado a sacar el ramen (uno de sus must en el invierno) o los wraps vietnamitas con roll de arroz y langostinos. “Todos los platos tienen un versión wrap. Algo que nos súper servía en ese momento de la pandemia en que la gente no se podía sentar a comer. Venían en bici, y se llevaban la comida en rollo para ir a comer al río. Es algo que mantenemos hasta el día de hoy”, explica. “Es un trabajo sacrificado e intenso, porque hay muchos ítems”, asegura Dvoskin. ¿Y que tiene en común la cocina con la fotografía? “La creatividad. Imaginar algo, y que suceda”, afirma, mientras saborea un trago de su gin tonic en una de las mesas callejeras de Rocoto, en una cálida noche primaveral.

Dirección:
Roque Sáenz Peña 1038, San Isidro, Provincia de Buenos Aires

Horarios
Martes a viernes de 19:30 a 24:00 hs.
Sábados de 11:00 a 16:30 hs. y de 19:30 a 24:00 hs.
Domingos: 11:00 a 16:30 hs.
Lunes: cerrado

Reservas on line
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Todas las fotos son de Fernando Dvoskin, gentileza Rocoto