Design frontiers

El retorno del cobogó

El ladrillo cobogó se posiciona como uno de los revestimientos que contribuyen a generar ambientes ventilados e iluminados naturalmente, dos soluciones constructivas de gran relevancia en tiempos de pandemia.

Por Vivian Urfeig

01.10.2020

La cadencia de la bossa nova, el jogo bonito de Pelé, los paisajes tropicales. En materia de arquitectura, el ladrillo cobogó también remite a la cultura brasileña. Brilló en la década del ‘50, aunque su patente data de 1929, cuando tres ingenieros de Recife eligieron las iniciales de sus apellidos para lanzar esta tipología icónica. Amadeu Coimbra, Ernest Boeckmann y Antonio de Góes crearon esta pieza hueca de cemento inspirada en las muxarabiês y celosías de madera de origen árabe. Originalmente fueron pensadas para dotar de privacidad a los balcones y ventanas.

La poética de la luz filtrada, que dibuja con sus sombras pisos y paredes, fue la clave del éxito que se extendió por el Nordeste de Brasil y transformó a edificios y viviendas en verdaderos faros nocturnos. De noche los cobogós asumen su mejor versión: transiluminan hacia el exterior y proyectan imágenes geométricas a los interiores.

Fueron los arquitectos modernistas quienes democratizaron su uso y lo convirtieron en una de las postales icónicas de la vida cotidiana. Versátiles y lúdicos, admiten múltiples combinaciones y actualmente están hechos con una gran variedad de materiales. A partir de la incertidumbre que generó la pandemia, esta solución constructiva volvió con fuerza ya que permite ventilar los espacios y facilita la entrada de luz natural, dos requisitos de la nueva arquitectura higienista.

Exposición 35 Revoluciones de los Hermanos Campana en el MAM de Río de Janeiro. Gentileza.

Entre los maestros de la arquitectura brasileña que adoptaron el recurso figuran Oscar Niemeyer y Lucio Costa. En 1939 recurrieron al cobogó para el desarrollo del Pabellón de Brasil para la Exposición Universal de Nueva York. Exuberante, poroso y expresivo, el conjunto fue una obra que instaló el cobogó en la mira internacional. A mediados de los años ’50, Niemeyer utilizó esta tipología de ladrillo para envolver la fachada triple del Eiffel Building, ubicado cerca de la obra icónica del arquitecto, el Edificio Copan, también proyectado en base a una estructura triangular.

El recorrido del ladrillo dejó su huella de Norte a Sur. Las nuevas generaciones de proyectistas retoman hoy su legado histórico y proponen una relectura a partir de múltiples materiales. Como el estudio de los Hermanos Campana, seleccionados por la firma australiana de cosmética natural Aesop para el diseño del local en el exclusivo barrio Vila Madalena de San Pablo. Con presencia en Tokio, Paris, Nueva York y Milán, Aesop suele convocar a figuras reconocidas, como Ilse Crowford o Snøhetta, para el desarrollo de estas tiendas de autor caracterizadas por la experiencia del usuario. Humberto y Fernando Campana desplegaron una paleta de cobogós tradicionales que se funden con el equipamiento interior. De piso a techo, la paleta en tonos tierra dialoga con la propuesta eco de la firma involucrada con el arte y la naturaleza. En la muestra 35 Revoluciones, que inauguraron este año en Río de Janeiro, los Campana celebran al ladrillo hueco desde miles de piezas que contienen manos, en vez de figuras geométricas.

MK27, la oficina de arquitectura de Marcio Kogan, también recurrió a este elemento constructivo. Remixado y en un formato orgánico, es el elemento estrella de la Casa Cobogó, donde la metamorfosis de luces y sombras inunda el conjunto ubicado en San Pablo. La pieza modular, una obra de arte, fue diseñada por el austríaco-americano Erwin Hauer, el autor del dispositivo arquitectónico de curvas y formas redondeadas que resume el gesto modernista del proyecto.

Ladrillos cobogó en casa Binh Thanh. PH: Hiroyuki Oki/Gentileza. 

Douglas Enoki, del estudio paulista It’s Informov, se jugó por un cambio de escala para ambientar los interiores de una empresa de tecnología. El volumen, de una geometría pura, sorprende por la función de las paredes perforadas a modo de separadores o biombos ventilados. Y entre otros ejemplos, el cobogó cruzó fronteras y llegó a Vietnam, de la mano de Nishizawaarchitects, Sanuki y VTN Architects. Los asociados proyectaron la casa Binh Thanh, con bloques de cobogó de hormigón, privilegiando la ventilación y el asoleamiento para enfrentar el clima tropical.

Pandemia mediante, el clásico del Brasil de los ’50 volvió para quedarse. En vidrio o cerámica, cemento o porcelana, el cobogó volvió para quedarse e invitarnos a jugar a las luces y sombras que aparecen y se esconden según pasan las horas.

Foto de portada: Casa Cobogó MK27. PH: Nelson Kon/Gentileza.