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If These Walls Could Sing: la mística de un templo

El documental dirigido por Mary McCartney, hija de Sir Paul, cuenta la historia de los estudios Abbey Road, el lugar donde todos los músicos quieren grabar un disco.

Por Pablo Strozza

09.02.2023

El equivalente, para un astrónomo, de trabajar en la NASA. O para un tenista, de jugar en cualquiera de los court centrales de los cuatro torneos de Grand Slam. Eso mismo, para un músico, es similar a entrar a cualquiera de las dos salas de grabación del mítico estudio Abbey Road, en el barrio londinense de St. John’s Wood, para registrar un álbum. Sí, ese lugar donde los Beatles grabaron toda su obra, y que inmortalizaron en la portada de su long play homónimo. Tapa que fue homenajeada y parodiada por personajes de la cultura pop que van desde los Red Hot Chili Peppers hasta los Simpsons, por citar sólo un par un distintos entre sí.

Mary McCartney, hija de Sir Paul y fotógrafa como su mamá Linda, conoce Abbey Road desde pequeña: ahí está esa foto suya en blanco y negro en cuatro patas en una de las salas de grabación. Así fue como decidió, en su debut como directora, contar la historia de este templo de la música, que en noviembre del año pasado cumplió noventa años. El resultado es If These Walls Could Sing: un telefilm de una hora y media de duración que se puede ver por Disney +, y en donde se cuenta de modo cronológico la historia del lugar.

No todo es rock y Beatles en Abbey Road. Los estudios, propiedad de la compañía Electrical and Music Industries (EMI), y que originalmente eran una casa georgiana del Siglo XIX con nueve habitaciones y un jardín posterior, fueron inaugurados por el compositor británico Edward Elgar, quien en una de sus salas, a principios de los años '30, grabó nada más y nada menos que una de las marchas que integran Pompa y circunstancia. Luego, con la llegada del rock and roll, Cliff Richard grabó allí su hit “Move On” hasta que, de la mano del productor George Martin, cuatro muchachos oriundos de Liverpool tomaron el lugar como propio (una de las pocas revelaciones de una historia que se contó mil veces es que el lugar no les generaba costo alguno) y cambiaron la historia de la música del Siglo XX.

Pero Abbey Road, aún en plena beatlemanía, todavía era un lugar muy prestigioso para los músicos clásicos. Y allí entra a tallar el matrimonio de la violonchelista Jacqueline du Pré y el pianista y director de orquesta Daniel Barenboim. Una sociedad musical que alguna vez fue comparada con la de Clara y Robert Schumann, y que terminó con la interrupción de la carrera de Du Pré por una esclerosis múltiple y su posterior deceso. Muchos de los discos que la pareja hizo fueron en Abbey Road, e incluso se conserva la ficha con la última grabación, inconclusa, de la inglesa. Uno de los momentos más conmovedores del film.

En 1967, en paralelo al registro de Sgt. Pepper por parte de los Beatles, Pink Floyd hacía lo propio con The Piper At The Gates Of Dawn, su placa debut, con Syd Barrett a cargo del destino de la banda. Pero la vida tuvo otros planes para Barrett, que no ahondaremos acá, y de la mano de Roger Waters y David Gilmour, seis años después Abbey Road fue testigo de cómo el cuarteto de Cambridge dio a luz a uno de los discos más vendidos de todos los tiempos: The Dark Side Of The Moon. Un acierto de Mary McCartney: lograr que (por separado) el bajista y el guitarrista de Floyd hablen, y que Waters en particular dé en el clavo con otro de las virtudes del estudio: la excepcional calidad de sus técnicos de grabación. Y que, con ese comentario, desnude la ausencia en los testimonios de Alan Parsons, que supo estar en la consola tanto con los Beatles como con Pink Floyd.

El documental fue dirigido por Mary McCartney, hija de Paul. Gentileza Disney+.

Fela Kuti, el trabajo como sesionistas de Elton John y Jimmy Page antes de triunfar por sí mismos, el regreso de McCartney post Beatles con Wings… Lo que parecía ser una inagotable mina de oro entró en crisis, y Abbey Road se tuvo que desprender de mucho de su equipamiento, que hoy por hoy es incunable. Y lo que parecía una muerte sin pena ni gloria para los estudios tuvo un renacer de la mano del cine, con un compositor imbatible como John Williams y dos franquicias ídem: nada más y nada menos que Star Wars e Indiana Jones. Sí: las bandas de sonidos de ambas sagas se grabaron en Abbey Road. Y ver a los músicos tocar esas melodías tan caras a nuestros recuerdos es un momento excepcional, que escapa la opinión que se pueda tener de las películas en cuestión.

Al final, la irrupción de Liam y Noel Gallagher actúa como la frutilla del postre. Por supuesto que sus testimonios se contradicen, por supuesto que su acento mancuniano es incomprensible sin subtítulos y por supuesto que sus historias despiertan más de una carcajada. Oasis le baja el telón a un documental con un título buenísimo y que está lejos de ser malo, pero que deja la sensación final de que tuvo todos los recursos a disposición para ser excepcional y desperdició esa chance única. Igualmente esas paredes seguirán cantando y albergando fantasmas benignos por siempre. Es que al final, el amor que tomás es igual al que hacés. Y Abbey Road tiene muy en claro eso.